Con tres palabras, Manuel Oliver informó a su familia y allegados que Joaquín, su único hijo biológico, había muerto: “Nos lo arrebataron”. El adolescente de 17 años de edad, fue una de las 17 víctimas que este 14 de febrero se registraron en el tiroteo de la secundaria Marjory Stoneman Douglas de Parkland en Miami, Florida.
El mayor temor de Manuel se había materializado. Según Tomás Fernández, su amigo desde hace más de 40 años, ellos se fueron del país hace una década, luego de que Manuel fuese víctima de la delincuencia en 11 oportunidades. “Lo robaron en su casa y lo dejaron sin nada. Ese día decidió irse y nos decía que nos fuéramos también”, aseguró a Efecto Cocuyo.
Dijo que Manuel no tenía recursos holgados para emigrar, pero el afán de conseguir mejorar su calidad de vida lo hizo materializar ese objetivo. Se había graduado de licenciado en Turismo de la Universidad Nueva Esparta y sus primeros años en Estados Unidos trabajó como panadero y cocinero en un restaurante de comida japonesa. Fernández agregó que hace siete años logró estabilizarse económicamente y hace un año su familia obtuvo la residencia legal en el país norteamericano.
“En 2015 su madre – abuela de Joaquín – enfermó. Manuel vino a verla y no se trajo a Joaquín. Nos dijo que le daba miedo que le pasara algo en Venezuela. El año pasado su mamá murió. ‘Ya no me ata nada a Venezuela, me da mucho miedo regresar’, me manifestó en ese momento”, recordó Fernández.
La búsqueda
Aunque a los “hermanos escogidos” los separaba unos 2.200 kilómetros, cuando Fernández se enteró del tiroteo que había ocurrido precisamente en la secundaria a la que acudía su sobrino (como le gusta llamarlo), se comunicó con Manuel y se activó en la búsqueda de información sobre el muchacho.
Pidió en grupos de redes sociales de venezolanos en Miami y Estados Unidos que los ayudaran a ubicar a Joaquín, también a sus amigos en ese país. “Llegó un momento en que Manuel me dijo que no sabía qué más hacer, que no les daban información”, dijo el allegado.
Desde las 4:00 pm, los parientes de personas desaparecidas estuvieron alojadas en un hotel de la ciudad de Florida. Hasta allí los habían llevado los funcionarios del Federal Bureau Investigation (FBI). Los cercanos a la familia Oliver les extrañó este comportamiento de las autoridades y pensaron que se trataba de un interrogatorio. Luego entendieron que era para evitar que se corrieran rumores que perjudicaran las investigaciones.
El orgullo
Fernández no ha querido hablar nuevamente con su amigo. Espera que él lo contacte. “Esto es muy duro para todos y más para él. Joaquín era su orgullo”, afirmó y precisó que el adolescente tiene una hermana materna de 25 años de edad.
Indicó que el adolescente cursaba el último año de bachillerato y perfeccionaba sus movimientos en el baloncesto porque aspiraba que este deporte lo ayudara a ingresar a una universidad. “Manuel me decía sorprendido que su hijo le había salido deportista, que no quería nada con el arte como él y yo. Pero siempre hablaba de él con mucha emoción”, explicó.
El último mensaje que Fernández recibió de la familia Oliver fue el de su hermana, Andrea Ghersi: “solo hay silencio”.
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