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Desde su entrada, los enormes árboles del Parque Los Caobos, con sus extensas ramas, ofrecen una casi permanente sombra para el visitante. Algunos rayos de luz se cuelan entre las hojas y el aire es húmedo. Por la lluvia, pequeños charcos se despliegan por los largos caminos de cemento que dirigen a los distintos atractivos del parque.

En Los Caobos los caraqueños descubren 21 hectáreas de combinaciones de expresiones de arte, área deportivas y sitios de recreación. Es un gran retazo verde, que rompe el abundante gris de la capital. Así lo describió el biólogo y estudioso de la ecología, Jorge Naveda.

“Representa un pedazo histórico de la Caracas de la década de 1930, es todo un ícono. El crecimiento de una Caracas moderna que fue creciendo y dejó esa mancha verde, con muchísimo significado para el ciudadano común”, dijo Naveda.

Visto desde un mapa, el verde de Los Caobos se une con las extensiones del Jardín Botánico, que queda en frente, separados por la autopista Francisco Fajardo, como huellas verdes en Caracas.

“Es una una mancha verde al norte del río Guaire, que es única. Una huella ecológica vigorosa que rompe con la ciudad”, expresó Naveda.

Apenas, al dar unos pocos pasos después pasar la entrada principal, por Paseo Colón, está la Fuente Venezuela, del escultor Ernesto Maragall. Las cinco estatuas que conforman la obra saltan a la vista, mientras el agua que sale de la fuente empapa sus alrededores. Familias se acercan, se sientan, observan y también se mojan un poco.

“Las áreas verdes en las ciudades son importantes porque representan las unidades de recreación fundamentales. Además, atenúan climáticamente el calor; absorben el calor atmosférico como mancha verde, le da mejor temperatura a la ciudad”, dijo el también profesor universitario.

Pero el Parque Los Caobos es también de quienes se toman un momento para besarse bajo las imponentes sombras de los árboles, de quienes deciden dormir en sus decenas de bancos de cementos y de los que ensayan piezas de jazz a dúo de trombones en la soledad de sus tantos caminos.

También cercano a la entrada principal, está un gimnasio improvisado con cemento, piezas de automóviles y envases plásticos. Con apremio, se elevan mancuernas hechas con frenos de carros y barras formadas con tubos y cemento.

El Parque Los Caobos está ubicado en en las cercanías de Plaza de Venezuela, al oeste de Caracas. Tiene cuatro entradas: dos por Paseo Colón; por la Plaza Los Museos en Bellas Artes y a través del estacionamiento del Colegio de Ingenieros.

Pero el deterioro se nota en este parque, que está a cargo de la Alcaldía de Caracas. La falta de barrido ha dejado miles de hojas marrones extendidas por todo el parque. Unas organizadas en tumulto bajo los árboles. Otras reposan en charcos. Mientras, las lagunas del parque permanecen con agua verde.

“En general los parques de Caracas han sufrido un deterioro terrible en los últimos años”, lamentó Naveda.

La inseguridad también está al acecho dentro del parque. Las horas más concurridas por los caraqueños es temprano, después del mediodía la mayoría de sus áreas están desoladas.

“Durante mucho tiempo el parque tuvo otro significado. Antes había muchísimos restaurantes. Se han perdido por la inseguridad, se ha mermado la posible actividad dentro del parque. El deterioro se siente y poco a poco se va abandonando”, dijo.

Arte y naturaleza

El arte es particular en Los Caobos. Esparcidas en el interior del parque, 10 obras artísticas se ofrecen como incentivo al visitante. Estas obras provienen del Museo de Bellas Artes y del Museo de Ciencias Naturales, que están en la entrada del parque.

“Los museos hicieron un buen trabajo, al combinar las áreas verdes con artes”, destacó Naveda.

El llamado Museo Ambiental, cuenta con una escultura de Teresa de la Parra, que recibe a los visitantes en la entrada de la Plaza de Los Museos, pero con su pequeña fuente seca.

La obra, réplica del clásico griego, Efebo en Maratón, donado en 1988 por este país europeo, se encuentra sobre una laguna marrón y verde, más abajo de las escaleras de la entrada. En frente de esta escultura está la más reciente de las obras, El Elefante, un enorme paquidermo dorado y brillante.

Mientras el resto de las obras: Centaura Justina, El Pensador, El Ícaro, El Doblez, Trompetilla para sordos, Vuelo Cruzado y Encuentro Apasionado, representando en un piano, se encuentran en las cercanías.

Visitar Los Caobos es dar un recorrido cultural casi centenario. Con 95 años, este es uno de los parques de mayor data en la capital, abierto el 9 de diciembre de 1924, llamado Parque Sucre en ese momento, ubicados en los antiguos terrenos de la hacienda La Industrial. Cambió a su actual nombre en 1937.

Vegetación de caobas

La caoba es un árbol que crece lento y dura cientos de años. Es una especie que, a pesar de no estar en peligro, su uso representa un gran interés para los taladores por ser un árbol maderable.

Neida Avendaño, directora del Herbario Nacional,señaló que en el parque conviven distintos tipos de Swietenia macrophylla (nombre científico de la caoba), entre nacionales y traídos de antillas del caribe.

“Hay una gran cantidad de estos árboles, su fruto es una cápsula de pigmentación clara y cremoso. La caoba que no es nacional es más pequeña y su fruto es verde oscuro casi marrón”, explicó.

Avendaño resaltó la importancia de preservar este parque, así como las vegetaciones en el país y conservar las especies animales.

“Todos los parques son importantes. Una especie maderable tiene la importancia de la majestuosidad del árbol y sus frutos. Es un árbol de nosotros que debe estar protegido por la ciudadanía y los botánicos, no solo porque nos pertenece sino por la función que cumple en utilidad”, expresó.

La mayoría de la vegetación son caobas, pero en el parque también existen otras vegetaciones, como los bambúes. La presencia de estas especies significa que hay humedad en la tierra.

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Fotos: Mairet Chourio.