La plazoleta principal de la Universidad Jorge Tadeo Lozano es ahora dueña de un círculo de colores que sin duda se convertirá en un nuevo referente de la ciudad de Bogotá, en Colombia. Es su nuevo Anillo de inducción cromática, obra del maestro Carlos Cruz-Diez.
El día de la inauguración, el pasado jueves 31 de marzo, invitados, estudiantes, profesores y transeúntes no dejaban de tomarse fotos para Instagram o Facebook. En un segundo había una buena cantidad de selfis, planos generales de sus 30 metros de diámetro y 3 de ancho, o fotos de sus zapatos al lado de los mosaicos de colores que conforman la obra.
Cruz-Diez entregó los planos finales de la obra en 2014, pero la idea comenzó en 1998, primero pensó en hacer una valla publicitaria, pero luego decidió ser más ambicioso, ¿por qué no?
Revolucionario del arte
Cruz-Diez (1923-2019) fue un revolucionario del arte; al lado de Jesús Soto hicieron que el color y todas sus posibilidades se tomaran el mundo. Fueron los dos grandes maestros del arte cinético. La punta de lanza de un movimiento que sacudió el mundo. Sus obras lograron sacar sonrisas, que la gente mirara el arte de arriba abajo, de lado a lado; hicieron del arte abstracto un juego que dejaría en tablas a los impresionistas. Ver una obra de Cruz-Diez es un placer sin fin; sus obras cambian con la luz del sol, con el punto de vista, o simplemente con dar un paso.
Cruz-Diez (Caracas, 1923 – París, 2019) también fue un pionero del arte público. En los inicios de su carrera, sus batallas eras figurativas, hacía obras para denunciar la miseria, pero pronto se dio cuenta de que era inútil; descubrió el color y sus posibilidades, pero también quería darles algo a los ojos de las personas que no están dentro del circuito del arte, “hay 260 obras públicas de papá, bueno: 261 ahora”, dice su hijo con una sonora carcajada, Carlos Cruz-Diez Delgado
En la plazoleta de la Tadeo también hay una vigorosa exposición del Fotomuseo con imágenes de diferentes obras públicas de Cruz-Diez; en estaciones de tren en Francia, en edificios en São Paulo o Zúrich, monumentos en París, o en el espectacular piso de los pasos peatonales del estadio de béisbol de los Marlins.
Anillo de inducción cromática está hecho de mosaicos de vidrio que produce una fábrica francesa desde el siglo XIX. “En 30 años van a estar iguales y en caso de que tengan que reemplazarlos, la fábrica seguirá existiendo; son los mismos mosaicos que se usaron en la obra del aeropuerto de Maiquetía en 1978 y que, a pesar de todo, siguen ahí”, contó su hijo.
Cruz-Díez tenía cuatro talleres que siguen en pleno funcionamiento: Panamá, Miami, Caracas y París. “Nuestra misión es gerenciar la obra de papá; mantener su legado y su lugar en la historia, así ya esté en el Larousse. Sus obras se han vendido por más de un millón de dólares en subasta y tenemos una responsabilidad inmensa con los coleccionistas. Hay que manejar sus exposiciones en museos y galerías. Hacer mantenimiento de las obras públicas y tener la capacidad de ejecutar las que todavía están en planos. Hay, incluso, proyectos en autopistas. Él era muy ordenado: hacía los planos y dejaba instrucciones milimétricas. Su obra tiene esa exigencia: un punto mal puesto destruye todo el efecto; es como cuando bajas unas escaleras y un escalón tiene dos milímetros más de altura: te caes”.
Con información de El tiempo de Bogotá