San Antonio del Táchira sigue sometida a los controles militares, en medio del estado de excepción que está vigente en esa entidad desde el fin de semana, mientras la actividad comercial continua deprimida.

Fuentes consultadas indicaron que en los alrededores de la ciudad fronteriza han reducido los puestos militares de revisión, aunque se mantienen las requisas. En el sector La Invasión, uno de los más afectados por los operativos militares, pobladores señalan que las autoridades seguirán derribando casas y que allí instalarán una base militar. También se está haciendo un censo entre los venezolanos residentes en La Invasión, a quienes ofrecerían soluciones habitacionales en una Misión Vivienda.

Desde el cierre de la frontera ordenado el 19 de agosto y el inicio de las deportaciones, los colombianos han regresado a su país por trochas que atraviesan el río Táchira, que divide a ambos países en esa zona; no obstante, ya para este miércoles, 26 de agosto, no era tan fácil el regreso hacia Colombia. La agencia de noticias Efe reportó que desde esta mañana varias unidades de paracaidistas de Venezuela bloquean el paso en las trochas entre el monte y “el que se mete a la brava lo golpean”, detalló un colombiano que cruzó ayer el río Táchira y que residió en San Antonio dos décadas.

Desde la última hora de este lunes, unos 2.000 colombianos, según cálculos de la Alcaldía de Cúcuta, cruzaron el río y llegaron a esa ciudad, donde reciben asistencia del Gobierno colombiano y organizaciones como la Cruz Roja.

“Ya cerraron el paso los boinas rojas y no quieren dejar cruzar a nadie más. Están derribando los ranchos (casas humildes) que están marcados con la “D”. Todo lo están tumbando, están acabando con todo”, explicó a Efe en La Parada, un punto cercano a Cúcuta, Alix, una colombiana desolada.

La mujer contó que ella, sus cinco hermanos y su madre de 80 años duermen desde hace dos días en la orilla del río y aunque no fueron deportados sí se vieron forzados a abandonar Venezuela ante el acoso de militares de ese país que les gritaban: “¡Ustedes son colombianos! ¡Paramilitares!”.

“Se meten en las casas, se roban las cosas, se llevan a algunos presos… A uno le sacaron la plata del bolsillo, se llevaron su comida, los celulares, el computador”, relata en la orilla colombiana Alix, quien vivía en Venezuela desde hace una década.

Horas después, soldados de las Fuerzas Especiales del Ejército colombiano empezaron a patrullar en La Parada ante la atenta mirada de los boinas rojos venezolanos al otro lado del río.

Algunos de los militares colombianos ayudaron, junto con policías, a un grupo de cinco compatriotas suyos que lograron atravesar el río, entre ellos Marcela, una mujer embarazada.

Comercios sin vida

Los comercios de San Antonio siguen presentando problemas para abrir sus puertas, dado que sus dueños o trabajadores viven al otro lado de la frontera. A 13 kilómetros de distancia, en Ureña, la situación es similar. El presidente de la Cámara Industrial y de Comercio de esa zona, Daniel Montealegre, calculó que este martes más de 70% de los negocios estaban cerrados, mientras que 80% de las industrias estaban paralizadas.

“Hay muchos venezolanos y colombianos que viven en Venezuela y trabajan en Colombia, o viceversa”, dijo, según reporta el diario venezolano El Mundo.

Pobladores de la región fronteriza señalaron que se registran colas frente a los supermercados de San Antonio, pero que no hay mucho que comprar.

Foto: EFE

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