Santa María de Ipire “es una expresión de indignación social”

Al sureste de la llanura del estado Guárico se levanta Santa María de Ipire, donde todos los lugareños se conocen y saben sus historias. Son 13 mil habitantes, según el censo de 2011, y sin restar los pocos que han migrado a otras tierras.  Esta localidad apacible, atravesada prácticamente por la carretera Troncal 15, saltó a los titulares de los medios de comunicación y las miradas se volcaron sobre esta población.

Muchos sin saber ubicarla en el mapa de Venezuela, pero todos sorprendidos por la firmeza de su gente que se plantó frente a la comandancia policial y liberó a tres hombres que fueron detenidos durante unas protestas.

En este pueblo, hasta ahora, apenas se registran dos casos de COVID-19, según habitantes con los que Efecto Cocuyo habló vía telefónica. Lo que sí abunda son las fallas de los servicios de electricidad, agua, insumos médicos. También escasea la gasolina y no tienen gas.

Pero lo que hizo notable a Santa María de Ipire en los últimos días fue su reacción ante un compendio de estos problemas, que como un río crecido desbordaron el dique de la tranquilidad del pueblo y lo convirtieron en noticia por las protestas, enfrentamientos y detenciones.

La gota que desbordó el dique fue la muerte de Carmen Pérez, 49 años de edad, quien sufrió un accidente cerebrovascular el martes 22 de septiembre y ameritaba atención de emergencia,  pero en el único ambulatorio y en el Centro de Diagnóstico Integral de la localidad no habían los insumos necesarios. Sus familiares decidieron trasladarla hasta el centro asistencial más cercano ubicado en Pariaguán, a unos 45 minutos de camino. No pudieron, porque no lograron sortear la más fuerte de las trabas: la gasolina.

Los vecinos y pequeños productores agrícolas de Santa María tienen meses galopando la crisis del combustible. En la población funcionan solamente dos estaciones de servicio, las cuales están tomadas por los organismos de seguridad.

Diomedes Bastidas, un ingeniero en telecomunicaciones y comerciante oriundo de Santa María, contó que los pequeños productores del campo y los ciudadanos comunes deben hacer colas de más de dos días para intentar abastecerse del combustible. La prioridad en ambas estaciones de servicios son los grandes productores, las personas relacionadas con la alcaldía y uno que otro privilegiado. “Y a los del pueblo las migajas… hemos llegado a pagar la gasolina hasta en $ 5 el litro”.

Cuando tocó trasladar a Carmen Pérez a Pariaguán no había vehículo en el pueblo con gasolina. La única ambulancia que hay en  Santa María de Ipire  está parada por falta de repuestos.

Bastidas dijo que hasta el párroco de la localidad intervino y conversó con las autoridades de la Guardia Nacional, quienes manifestaron abiertamente que no había gasolina y que lo que podían hacer era conseguirle una cola a Pérez, pero el tiempo pasó factura a la infortunada mujer.

Ánimos caldeados

José Guerra, un periodista de la zona, comentó que la muerte de la mujer subió de tono la situación y, cuando la gente salió a las calles a protestar la muerte de la paisana, vieron que algunos privilegiados sí se estaban surtiendo del combustible.

El reclamo ciudadano tomó más fuerza y hubo marchas hasta la alcaldía, enfrentamientos entre los organismos de seguridad, daños materiales en la oficinas de la alcaldesa Palmira Carmona, militante del Partido Socialista Unido de Venezuela, y en las propias estaciones de servicio. También hubo protestas que se prolongaron hasta entrada la noche por unos días.

Las autoridades locales solicitaron refuerzos tanto de la GNB y otros organismos de seguridad como el Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional y la PNB, para llevar a cabo una serie de allanamientos en horas de la noche del 27 y la madrugada del 28 de septiembre que terminaron en tres detenciones que violaron los derechos fundamentales de los aprehendidos, dijeron los vecinos.

Contrario a amilanar el ánimo de los lugareños, decidieron unirse y bajo un mismo grito acudieron a la sede de la policía para pedir la liberación de los tres hombres detenidos, lo que se produce la noche del 28 de septiembre. En cuestión de horas los soltaron. William Diaz, uno de los apresados, mostró los golpes que supuestamente habría recibido durante la detención.

A la expectativa

Desde el miércoles  1 de octubre llegaron nuevos refuerzos policiales y militares. La gente de Santa María se mantiene activa en las esquinas de sus casas y en las aceras, a la expectativa de la llegada del combustible, así como de los organismos de seguridad.

César Camacho es licenciado en docencia agropecuaria de la región y también cultor. Sus 56 años los ha vivido en Santa María de Ipire y por primera vez vive una situación de tanta tensión en el pueblo.

Este docente, quien fue profesor en los dos liceos que funcionan en la entidad, el Baltazar Padrón y el Francisco de Miranda, cuenta que la gente está a la espera de la promesa de las autoridades locales sobre el suministro de gasolina.

“Hay un plan especial de racionamiento para los productores agropecuarios, lo que sucede es que hay muchos de estos productores que no son de Santa María, sino de Valle de La Pascua, Zaraza y otras ciudades y los pequeños productores del pueblo quedan por fuera”, dijo Camacho.

Actualmente hay un caso similar al de la señora Pérez con un colega docente, donde los familiares buscan de manera desesperada combustible para poder trasladarlo a Valle de la Pascua, que son unos 10 kilómetros, pero debido a las malas condiciones de la vía se convierte en un viaje de una hora a hora y media o llevarlo hasta Pariaguán, porque sencillamente en el CDI y el ambulatorio de Santa María de Ipire no hay insumos para atenderlo.