Catia no conoce de silencios. Ni en la cuarentena el bullicio desapareció de sus calles. En este tercer día de flexibilización de la cuarentena el ir y venir de los vecinos se mezclaba con las colas de vehículos para surtirse de gasolina, más las filas en las afueras de las agencias bancarias que funcionan de 9 am a 1 pm.
Carmen Díaz salió con su esposo a cobrar la pensión en el BOD de Agua Salud. Llegó a las 8:30 am temerosa de encontrar una inmensa cola, pero ya a las 9:30 había pasado. “Nosotros nunca tuvimos efectivo durante todo este tiempo de cuarentena; teníamos que ir a pie para todos lados y para comprar usábamos la tarjeta”.

Este miércoles, 3 de junio, los pensionados podían retirar hasta 200 mil bolívares y demás clientes 100 mil.
Más adelante en la agencia del Banco de Venezuela estaba María Montilla, de 66 años. Hacía dos colas a la vez: una para sacar efectivo y la otra para atención al cliente porque tiene más de tres meses que no usa el dinero de la pensión por no tener tarjeta de débito. “Tengo una hora haciendo cola, el efectivo se había acabado y por eso se han demorado”.

En San Agustín, otro sector del municipio Libertador, los vecinos consultados clamaron porque “esto (coronavirus) se acabe o desaparezca” para trabajar “como se debe”. También resienten las críticas fallas en el suministro de agua potable.

Yolanda Gutiérrez dice que a veces el agua les llega apenas dos días al mes; tienen que comprar, buscar en la sede del Cicpc y hasta en un tubo que sale por el Guaire. “San Agustín es bonito en la (calle) principal, pero métete en las veredas eso es horrible, que lo digo yo que vivo en el Marín”.

Rosa López es vendedora informal y quiere que todo se normalice, porque las ventas han bajado mucho. “La gente no tiene efectivo y eso me afecta mucho, a veces llegan con algún producto y acepto el trueque”. Desde que llegó el coronavirus al país está prohibido vender en la calle, por lo que ahora está en un pasillo entre dos locales.
Justo al lado, en un local no muy grande, trabajan Deivis Galarraga y su compañero como barberos. Antes de la flexibilización trabajaban de jueves a sábados, pero solo tres horas, de 9 a 12, y eso los limitaba mucho. “Vivíamos apurados, no atendíamos mucha gente porque ya a un cuarto para las 12 pasaba un camión obligándonos a cerrar”. Hoy esperaban trabajar hasta las 4 de la tarde y poder atender a más clientes y así tener para pagar por el alquiler de la silla que cuesta cinco dólares.

El Paraíso ya no lo es tal. Carlos Carreño,vocero del consejo comunal, dice que carecen de todo: no hay agua, no hay internet, tampoco transporte y las aceras las dejaron a medio terminar. “Del agua nunca tenemos certeza cuando va a venir, pasamos 12, 15, 21 días sin agua. No hay un cronograma”.

Nirma Oliveros confiesa que “tenemos que pasarnos un trapito con alcohol para medio asearnos, y la poquita agua que tengamos dejarla para los sanitarios y cocinar”.
Una cisterna de 100mil litros cuesta 30$ “entonces no todos tienen para pagar y a veces se termina pagando por necesidad”.
El transporte público es muy deficiente. Tardan tanto en pasar las camionetas que Keila Díaz si va a Quinta Crespo “me voy y me vengo caminando; cruzo el puente y llego. Hasta es más rápido que esperar a que pase una camioneta”.