Comida no hay en los anaqueles de los supermercados. Tampoco hay para los productores de truchas ni para los alevines, las crías de este tipo de pez. Con producciones y ventas cada vez menores, y truchas cada vez menos desarrolladas por la falta de alimento, la situación se ha puesto cuesta arriba para quienes se dedican a la truchicultura. Aunque la actividad agropecuaria es uno de los 14 motores que promueve el presidente Nicolás Maduro para activar la economía nacional, los productores nadan contra la corriente para evitar que las truchas se extingan en las pescaderías y en los platos venezolanos.
Ícono de Mérida, accesible a los bolsillos y uno de los favoritos para el ayuno de la Semana Santa, las truchas resultan más económicas para los clientes que otros pescados salados. No obstante, su disponibilidad peligra por la falta de comida y la inflación. Con precios de venta que rondan entre los 1.500 y los 2.000 bolívares por kilo desde los propios truchicultores, en los supermercados los costos pueden rondar hasta los 4.000.
Para José Ignacio León, con 40 años de experiencia como truchicultor, mantener la tradición da más gastos que ganancias. Dueño de la Truchicultura Paraíso, en Mérida, desde 2014 viene denunciando la falta de alimentos para los peces y los altos costos de la comida, además de la disminución de la calidad.
Las últimas Semanas Santas no han sido las mismas de antes para León. En los años noventa, recuerda que un mes de marzo logró producir un récord de 12 toneladas de truchas. Ahora, dice, las producciones llegan a unos escasos 2.000 kilos
“Nosotros estamos trabajando en la raya”, aseguró el merideño, quien apuntó que son muchos los que han abandonado la truchicultura. Él no ha renunciado a sus instalaciones; sin embargo, está consciente de que el mantenimiento del lugar y del personal le da muchos gastos, casi a la par de los ingresos. “Yo creo que estoy trabajando para mantener el lugar y los obreros. No es algo rentable”, agregó.
Otra pareja de truchicultores también pasa las de Caín para mantener la producción y las ganancias. “El problema más grave es el alimento, es el que se lleva la batuta”, aseguró una productora que prefirió no revelar su identidad. De 15 mil alevines, ahora cuentan con 10 mil en el estanque.
A pesar de que los productores han decidido reducir el número de crías, con la contada comida y su poca calidad, las truchas no pueden desarrollarse tanto como pudiesen. “Antes nosotros comprábamos la comida en Protinal-Proagro, cuando éramos felices y no lo sabíamos“, dijo la productora.
Luego, a raíz de un convenio entre Ecuador y Venezuela, los gobiernos de Rafael Correa y Hugo Chávez acordaron la importación del alimento desde el país latinoamericano. Según los truchicultores, era de altísima calidad y las truchas salían “asalmonadas”; después, afirmaron, esa relación se descuidó y se dejó de traer la comida. “Hasta 2013 fuimos bendecidos”, espetó la truchicultora.
Ahora, los productores compran puricachama a Purina, un alimento genérico producido en el país para peces; pero no contiene la cantidad necesaria de proteínas y nutrientes para que las truchas se desarrollen. “Antes siempre había problemas para conseguir comida para peces, pero se conseguía. Ahora eso es lo único que hay en el mercado, incluso lo compran para alimentar otros animales”, precisó León.
Un kilo de puricachama está en 6 mil bolívares. Mientras la pareja de productores gasta un saco diariamente en alimentar a los 10 mil alevines que tienen, el dueño de la Truchicultura El Paraíso emplea 25 kilos diarios en comida para los suyos.
De acuerdo con el merideño, con el alimento de mayor calidad, anteriormente necesitaba de 2 kilos para engordar 1 kilo de truchas en un año; con el alimento genérico, requiere de 8 kilos para el mismo período de tiempo y la misma cantidad de peces.
Hasta hace poco, la puricachama estaba en 5 mil bolívares; pero el nuevo aumento no sorprende a los truchicultores, pues como es lo único que se consigue, es normal que se ponga caro. Eso sí, se encuentra, pero no deja de descuadrar las cuentas de trabajadores y otros gastos.
Ni en Carnaval ni en Semana Santa los truchicultores esperan que las ventas mejoren. No con la calidad ni el costo de la comida que dan a los alevines. Sin embargo, la situación tampoco los agarra de sorpresa: “Si no hay comida para la gente, menos va a haber para las truchas”, afirmó León.