El 31 de diciembre a las 12 de la noche es un revulsivo para nuestras emociones. Hacemos un balance de lo vivido en el año, de las ganancias y las pérdidas. Esto va acompañado de un ritual que va variando de familia en familia: sintonizar una emisora de radio o canal de TV, salir a la calle con una maleta (si la inseguridad lo permite), lanzar un vaso de agua a la calle, colocarse una prenda interior de color amarillo, comer un plato de lentejas, las uvas del tiempo (para los afortunados que las pueden comprar)…
Estos rituales nos dan la sensación que estamos desechando algo viejo para abrirle las puertas a lo nuevo; pero si es importante durante estos días tomarnos un tiempo para pensar en aspectos presentes en nuestras familias.
El fin de año es el momento de inventariar lo bueno y lo malo que nos pasó durante el año.
Como familias nos preguntarnos: ¿Qué podemos hacer para mantener la esperanza? A pesar de las situaciones difíciles, es importante y necesario que los niños sientan el nuevo año como una oportunidad para encontrarnos, expresar nuestros afectos no solo con regalos. Los abrazos, las palabras amorosas son importante para que se sientan queridos.
Los niños se den cuenta de los problemas que tenemos en el país. Escuchan a sus familiares quejarse de los precios de alimentos, medicinas, repuestos para los carros, la inseguridad personal, familiares desempleados
Por la migración muchos familiares ya no están con nosotros. Hay que reconocer su ausencia, el vacío presente y que nos hacen mucha falta. No podemos hacer como si nada pasara. Si hay niños en casa trataremos de que puedan conversar telefónicamente o por whatsapp propiciar un encuentro virtual sin el temor de que las lágrimas se puedan hacer presentes en demostración del amor y la falta que nos hacen.
Honrar a quienes ya no están. Si vivimos alguna pérdida por una muerte o separación es importante honrar a las personas que aunque no están con nosotros se quedan en nosotros en el recuerdo.
Agradecer la vida y la salud o la recuperación si superamos una enfermedad o accidente, la llegada de un nuevo miembro a la familia, el contar con la presencia de amigos y seres queridos que nos han acompañado en momentos difíciles.
Conectar la llegada del nuevo año con lo esencial de la vida. Posiblemente no necesitemos recurrir de forma desesperada y compulsiva al alcohol, la comida o a cualquier otro tipo de adicción para evadir eso que solo se pueda llenar con amor.
Abrazos en familia por todo el año
El abrazo con los seres queridos tiene una connotación muy especial. Posibilita el acercamiento, el contacto piel a piel, pecho a pecho, para darle sabor a la vida. Nos permite sentirnos queridos y tienen el poder de hacer la vida más llevadera. Ese contacto nos carga las pilas para enfrentar los “golpes bajos” de las circunstancias que vivimos en momentos de crisis.
¿A cuántos niños, niñas y adolescentes se le secó el corazón por no tener un familiar que les expresara su amor cobijándolos en sus brazos? ¿Cuántos abrazos dejaron de recibir los que hoy se sienten resentidos por la vida, por la carencia de amor y les quedan heridas que muerden generando violencia social? ¿Quién les demostró que eran importantes? ¿Quién los acompañó en los momentos difíciles? ¿Cuánto dolor encubierto por la desatención y falta de tiempo para comunicarnos y compartir?
Este nuevo año representa una oportunidad de abrazar a quienes amamos. Tomemos ese abrazo como una nueva oportunidad de estrenar afectos. En tiempos de adversidad necesitamos redoblar los abrazos, abrazos protectores contra los rigores y la hostilidad del momento.
****
Las opiniones expresadas en esta sección son de entera responsabilidad de sus autores.