Evidentemente, Nicolás Maduro no está durmiendo bien y sus amaneceres son peores. Vive una pesadilla cuando está despierto y sufre otras más durmiendo. Abre un ojo y lee cinco noticias que lo arrinconan. Presta oídos y escucha seis sucesos que lo reducen. A decir verdad, a veces desea no despertar. Los que usurpan el poder han perdido el protagonismo en la agenda nacional y ya no es quien juega las mejores cartas.
Venezuela es una pradera incendiada con olor a transición política y ánimos de libertad. Sin embargo, el autoritario está sacudido y se debe tener precaución, porque está sufriendo de ataques de pánico y pudiera generar una ola de violencia incontrolable con su secta desquiciada.
Las demostraciones de descontento popular son avasallantes y han ocasionado numerosas sorpresas. Nadie es indiferente a la crisis política, y ya dejamos de ser un conflicto nacional para ser considerado un asunto serio de cuidado mundial.
Los que usurpan el poder, seguirán con el “chantaje psiquiátrico” para venderle a la población que la unidad opositora está “colaborando” con ellos, pero ya no tiene mucho efecto esa estrategia. Los que usurpan el poder continuarán amenazando a los funcionarios públicos utilizando a sus familiares para que sirvan a sus arbitrariedades, pero poco a poco salen valientes negándose a cumplirlas (ej. Los magistrados Danilo Mojica y Marisela Godoy, la juez Ediluh Guedez, los efectivos militares que se alzaron en Cotiza y tantos otros anónimos hasta ahora). Los que usurpan el poder, persistirán tratando de agraciar a los militares, pero próximamente ya no tendrán qué ofrecerles y la inconformidad crecerá. El discurso polarizante se desgasta.
Van a seguir germinando noticias, no obstante, el debate nacional lo lidera el presidente encargado, Juan Guaidó, y el sector militar. La vitalidad del momento la conservan estos dos actores y quien quiera hacer una proyección sobre lo que viene, tendrá que descifrar lo que ellos declaren.
Un plan delineado
Esta vez sí hay un plan bien delineado y una ruta definida: Fin a la usurpación del poder de Maduro, gobierno de transición y convocatoria de elecciones libres. Los hechos son tercos y van a hablar. Porque sí hay un componente democrático en las Fuerzas Armadas y también mucha resistencia civil para empujar los eventos que conduzcan al desenlace. El clamor es: solución pacífica y constitucional con elecciones libres y democráticas. Pero tienen temor a contarse.
Entendamos que este conflicto no es de izquierda o de derecha. El dilema es resolver las carencias democráticas del país y su drama humanitario. Las soluciones pasan por el entendimiento nacional y el cauce deben ser las elecciones con prontitud. La carambola del destino ya está jugando y siempre lo hace a ganador. La fiesta de la ciudadanía toca la puerta. El conteo es regresivo. Alguien no duerme bien, o quizás ni duerme.
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