Apagones no dan tregua en occidente
Los apagones en el país, a 96 horas de cumplirse el primer año del megaapagón del 7 de marzo de 2019, no dan tregua en occidente

Parece que la oscurana llegó para quedarse en Venezuela.  Al menos por un rato tan largo como que no se ve luz al final del túnel.  Con ella, todo lo que se  afecta al no disponer de electricidad: agua, servicios hospitalarios, transporte subterráneo, información, entre otros muchos. Pero quizás lo que más se afecta es la psique, la gente.

El apagón se produce y te puedes dar cuenta al rato, por circunstancias. Otras veces, lo ves venir, el titileo, y a diferencia de otros cataclismos, no puedes hacer nada.   Ante un fuerte temblor de tierra o un maremoto -Dios nos libre!-, uno se activa buscando salvación.  Ante la oscurana, te paralizas.  Así comienza el desespero. Al no poder hacer casi nada: la impotencia se apodera de ti.

Con la oscurana viene la necesidad de desahogo, los gritos:  MCDM!  Alguno que otro improperio, unas cacerolas.  Luego, llega el silencio.  La incertidumbre te  preocupa,  da miedo y rabia. Mucha rabia hacia los responsables, sean funcionarios gubernamentales o terroristas, como dicen.  En todo caso, hacia el gobierno por no cumplir con sus obligaciones, ya sean de mantenimiento o de defensa.

Una oscurana puede durar minutos, pero, en la Venezuela de ahora, horas, días, meses y hasta años pudiera ser. Sobre todo en esa parte hostigada, discriminada, que es casi todo el país: la provincia.

Muchos me han preguntado, a cuenta de psicólogo, qué hacer en la oscurana.  Junto a mi, a otros  colegas y profesionales de la salud.  En momentos de desespero, de oscuridad, necesitamos una luz, algo que nos guíe en la tinieblas.  Su palabra vaya a´lante, se oye.

Las recomendaciones que uno puede dar son para alivios individuales o grupales.  Las acciones de calle, las protestas, son harina de otro costal.

Ante la impotencia, un sentimiento que produce desgaste y puede llevar a la depresión, hay que buscar algo que la compense, que haga equilibrio.  En eso es importante la conciencia de cada quien: Qué puedo hacer para soportar esta situación?.  La respuesta es particular y si ere capaz de dártela –ojala que sí- vamos bien.

Lo que sigue son casi lugares comunes, recomendaciones que pudieran sonar a psicología barata, de eso que llaman de auto-ayuda pero que, algunas, a veces, funcionan.  Me quedo con las que la experiencia me lo ha demostrado.

La clave está en el auto control

Se fijan, hablo como aquel escritor brasileño, el siempre best seller, y a muchos como él-  Aún así, son palabras sabias: nada podemos hacer si dejamos que las emociones –miedo, rabia, tristeza, en casos de oscurana-. nos sobrepasen.  Si eso pasa, nos descontrolamos, nos perdemos.

Para auto controlarte,  detente por pocos minutos. Siéntate,  concéntrate en ti. –aquí sueno a un gurú-  Clave: la respiración. Inhala profundamente, exhala suavemente.  Máximo tres veces.  Más, te puede dar un beri beri y la cosa se complica. Piensa: trata de  identificar qué sientes,  qué puedes hacer con ello.  Lo importante es no dejarte llevar por las emociones, los impulsos.

Trata de ser coherente con lo que sientes

Si es tristeza, llora; cuando sientas miedo, busca protección; si es rabia, grita, golpea un cojín, una almohada pero no a otra persona, ni a un objeto, no destruyas. Puede ser peor.

Piensa qué puedes hacer ante las circunstancias. Sé realista: algo factible.  Tu sabes con qué recursos cuentas, úsalos.

Si te sientes sin fuerzas, échate.  No te fuerces, pero por un rato, medio día, máximo. Toda la noche, por supuesto. Después de ese tiempo, actívate aunque sea poco a poco y haciendo algo que te guste.

Trabaja cuando la luz te lo permita.

No te achantes.  Siempre en casa hay algo que hacer, en el edificio, en la calle del barrio, en la urbanización. Estas circunstancias son propicias para la cercanía vecinal. Aprovéchalas.

Limpia tu casa, tu habitación, arréglala –aquí sueno como Walter Mercado, googueleao-  Siembra, poda, limpia matas, las paredes. Un espacio agradable ayuda al ánimo, al alma.

Si en el medio de la oscurana lograras señal de internet, limítate a lo que es imprescindible para ti como contactar familia, vecinos, trabajo. Si acaso, busca y envía información que ayude a qué hacer ante las circunstancias, algo que calme. No reenvíes mensajes alarmistas, que angustien a los demás.  La angustia no ayuda a nadie.

Durante la oscurana busca, ofrece afecto

Haz algo con y por los demás: conversa, ayuda, acompaña. Y sabes qué?, abraza. El contacto físico, por lo general, es cálido, querible, apetecible, se agradece.  Si va con un beso, mejor.  No digo erótico. No, en este caso. Es un abrazo y beso solidario, digamos. Sobre todo con los niños y adolescentes.  Echa cuentos.

Si es de día, busca la luz solar, camina.  En la noche, insomnio sin luz es peor que nunca. Queda meditar, rezar, recordar algo agradable o algo que te gustaría que pasara. Es indispensable que ese pensamiento sea agradable. Si se te aparecen los demonios en los recuerdos, las ideas, azufre con ellos!

Aún a la luz de la vela puedes leer, escribir (acuérdate que existe el lápiz, el bolígrafo, el papel).  Hay juegos de palabras como las adivinanzas.  Una partida de dómino, unas barajas, son factibles.  Todo juego ayuda.

De noche o de día, si te es posible, ten una relación sexual, si no, mastúrbate. Al menos, recréate con fantasías sexuales. Eso relaja, te lo aseguro.  Muy probablemente, tu lo sabes.  Pero toma las precauciones para que en unos meses no estés en un alumbramiento, aunque la necesitemos todos.

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Las opiniones expresadas en esta sección son de entera responsabilidad de sus autores

Leoncio Barrios, psicólogo y analista social. Escribidor de crónicas, memorias, mini ensayos, historias de sufrimiento e infantiles. Cinéfilo y bailarín aficionado. Reside en Caracas.