Acnur pide a países flexibilidad en requisitos migratorios para venezolanos
Requisitos migratorios deben flexibilizarse para los venezolanos Credit: EFE

La avalancha migratoria de venezolanos se siente en todos los rincones del planeta. Según la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), a finales de este año habrá más de 5 millones de venezolanos regados por el mundo. Una cifra cruda difícil de digerir, pero enriquecedora en muchos aspectos, veamos por qué.

Primero que nada, quiero dejar claro el alto costo que estamos pagando por las lecciones y aportes que tendremos en el futuro próximo (las explicaré a continuación), pues, el sufrimiento por la separación familiar, el padecimiento por estar ilegal lejos de casa, la enorme carga que implica resetear tu vida, el desconsuelo que supone al inicio la ausencia de oportunidades por estar indocumentado y la sensación de desamparo por el “duelo migratorio”, son vivencias traumáticas indeseables.

Sin embargo, la experiencia que significa relacionarse con otros modos de vida, cultura, clima, oficios, sistemas políticos y modelos económicos, le dará un aporte sorprendente a nuestra sociedad y fortalecerá nuestra visión del mundo. Ya no nos miraremos más el ombligo y se terminará los mitos odiosos que rezan: somos el mejor país del mundo o somos el más rico.

En concreto, el venezolano que regrese de Canadá, probablemente tenga una mayor voluntad de respetar las  leyes de tránsito y las normas de su comunidad. Aquellas familias que retornen de  Europa, quizás sumen iniciativas que ayuden a potenciar el reciclaje, la gestión de los residuos y medidas más amigables con el medioambiente. Los que vuelvan de Chile, tal vez aporten en nuestros organismos de protección ciudadana a la hora de enfrentarse a un sismo, inundaciones o algún evento natural.  Los que regresen de países liberales, posiblemente traigan pensamientos que nos pongan a debatir sobre leyes que concedan más protagonismo a las decisiones personales. Aquellos que vuelvan de países desarrollados, sí reconocerán la relevancia de los impuestos estatales y colaborarán con ideas para reducir la evasión y elusión fiscal.

Este experimento social,  en el cual se comparte el quehacer diario en otros países, seguramente nos ayudará a entender que se debe pagar los servicios públicos para no vivir en un país a oscuras o madrugar para llenar el tanque de agua; podremos comprender la importancia que encierra la democracia y la institucionalidad de una nación; asimilaremos que la prosperidad no se logra aprovechándose de las fallas o “bondades” del Estado; nos convenceremos de que el emprendimiento y las alianzas públicos-privadas son los motores de la economía y  podríamos concluir que el bienestar es un largo maratón que se logra con esfuerzo y disciplina.

Un venezolano más humano

Y lo más importante, luego de esta experiencia, tendremos a un venezolano más humano, porque ver a un médico de 40 años entregando pizzas y a un ingeniero informático de la misma edad sirviendo tragos, es una gran lección de vida, es el mejor recordatorio que venimos a servir y no para ser servidos.

Por supuesto, todo este aprendizaje será aprovechado si  se crean los incentivos del Estado para darle cauce al capital humano que recibiremos; medidas gubernamentales que generen las condiciones atractivas para los inversionistas; propuestas que fortalezcan las reglas de la sociedad e iniciativas propicias para que se desplieguen todas las capacidades humanas.

Existe evidencia de que los procesos migratorios de retorno han sido útiles para el desarrollo económico, empresarial y cultural de sus países de origen. En Venezuela no será distinto y vamos a enriquecernos con este éxodo doloroso en todos los aspectos.

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Economista con un Magister en Políticas Públicas. Colaborador de varios medios nacionales.