Bolívar de Netflix

El dilema queda resuelto fácilmente: si el Bolívar de Netflix es un documental histórico, su compromiso esencial es con la búsqueda de la verdad. Si es una telenovela, su compromiso eje no es con la verdad sino con el entretenimiento. La pregunta de rigor: ¿tiene valor histórico el Bolívar de Netflix? Ninguno.

No se puede pretender que un relato ficcional sea verdad. No le interesa la verdad. El problema surge cuando un grupo muy grande de gente confunde peras con manzanas y cree que lo visto en la serie se ajusta a los hechos históricos. Aquí comienzan los problemas, pero esto no debe extrañarnos para nada: esta es la historia de la humanidad.

¿No creen los judíos en el relato según el cual ellos son un pueblo escogido por Dios, por encima del resto de los pueblos de la tierra? ¿No creen los cristianos fundamentalistas en que el mito fundacional de Adán y Eva ocurrió, y que las palabras recogidas en la Biblia fueron dichas por Dios, y no son reconstrucciones tejidas un siglo después de los hechos? ¿No creen los islamistas carpetovetónicos que lo dicho en el Corán es inmutable, y no se trata de un discurso temporal-espacial sino de prescripciones eternas? ¿No creen los marxistas pre-modernos que lo dicho por Marx es ley, como si se tratara de una verdad revelada por un profeta alemán? No sigo: son demasiados los relatos ficcionales que el hombre toma por ciertos porque cree en ellos, más allá de cualquier evidencia que los deshace. Este es el problema.

Lo deseable sería que los espectadores buscaran libros de historia fundamentados y cotejaran las versiones bogotanas de la vida de Bolívar con investigaciones sustentadas. Algunos espectadores lo harán, estoy seguro, pero la mayoría no, y muchos creerán que ahora sí conocen la vida de Bolívar y la espesura de los personajes de la vida real, olvidando que se trata de una telenovela de la cadena Caracol, que por cierto hace telenovelas muy buenas, cuando no se adentra en temas históricos y se queda en el reino maravilloso de la ficción.

Podría hacer una lista larga de las visiones sesgadas para demostrar lo que digo, pero me ceñiré a una: la visión romántica de Simón Rodríguez, como si se tratara de un hombre de gran importancia en una supuesta conspiración de los criollos en contra de la Corona española. Rodríguez es un personaje magnificado en nuestra historia. Los invito a leer lo que escribió y a formarse sus propios criterios. Añádanle las cartas que Sucre (un hombre verdaderamente serio) le escribe a Bolívar acerca de las locuras pedagógicas que Rodríguez quiere implementar en Bolivia.

No le resto méritos a Don Simón, que algunos tuvo, pero en ningún caso en la medida que se les atribuyen, y mucho menos fue una suerte de conspirador-precursor y ancla de las ideas posteriores de Bolívar. Toda esta relación maestro-discípulo de Rodríguez-Bolívar es más fruto de la imaginación que de las investigaciones. De hecho, es más novela que historia. Uslar Pietri recreó esta relación y la llevó hasta su extremo en La isla de Robinson. Pero es ficción, con algunos fundamentos históricos.

Y se me preguntará: ¿y no es eso lo que hacen todos los novelistas que trabajan con los hechos históricos? Sí. Parten de hechos históricos y vuelan hacia los destinos que les apetecen. Unos se alejan del núcleo histórico y otros no. Eso, a su manera, es lo que se hace en el Bolívar de Netflix. Doy ejemplos para ver si me explico: si yo quiero seguir la vida de Boves por razones históricas profesionales no leo Boves, el urogallo de Herrera Luque, leo la biografía de Mondolfi Gudat sobre el personaje. Si yo quiero leer una novela que me atrape y pasarme un fin de semana metido en una historia alucinante, bien escrita, con un  protagonista que es un psicópata asesino: leo Boves, el urogallo de Herrera Luque. Son trabajos distintos. Unos buscan la verdad, otros nos atrapan en una red ficcional.

Ojalá y algún día se haga una serie documental sobre Bolívar y la pasen en Netflix. Estoy seguro de que jamás tendrá la audiencia que ha tenido esta. ¿Por qué? Nos gustan las historias noveladas, las ficciones. ¿No aludíamos al principio los mitos fundacionales de varias religiones que creemos verdades inmutables? Forma parte de la condición humana. Sigan viendo la serie, pero después léanse algunas biografías bien escritas y fundamentadas sobre Bolívar. Hay varias. Si lo hacen, se van a reír un rato comparando, y la telenovela pasaría a ser una pieza de humor. ¿Por qué no? La caricatura y la parodia son hermanas.

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Escritor. Profesor Unimet. Abogado. Doctor en Historia. Individuo de Número de la Academia Venezolana de la Lengua.