Con las nuevas medidas económicas de la última semana, aparentemente el Ejecutivo sigue creyendo que la economía se equilibrará asfixiando el país con fijaciones, controles, decretos o antojos. El Gobierno insiste en la idea de que la confianza en la moneda se decreta con una firma o con buenos deseos. Además, como si fuese tan fácil, ordena la extravagancia de aumentar 35 veces el salario por capricho y determinar que el bolívar estará anclado a un instrumento que nadie acepta en el mundo (ni siquiera los aliados), como lo es el petro, y por si fuera poco lo respalda con un recurso natural que cada vez producimos menos y nadie asegura que podrá explotarse lo que está en el subsuelo. Entonces, ¿cuál es la garantía para los interesados en nuestra moneda? y ¿cómo creen que comprarán un instrumento completamente controlado y manipulado por el Gobierno?
Como si fuese tan fácil, quieren ordenar que nuestra moneda tenga un valor que no está en sintonía con nuestros niveles de productividad, el producto interno bruto, los riesgos asociados de nuestro desempeño económico, el poder de compra, la riqueza que representa, el capital en reserva, el marco institucional y la confianza. Definitivamente, el valor del dinero no te lo otorga un decreto. La expresión de valor de la moneda no se establece con 4 gritos y 2 buenos deseos.
Por otro lado, las medidas contienen más combustible a la hiperinflación, debido a que promulgan con un click un salario que difícilmente pueden pagar las empresas. Por tanto, la única forma que puedan cancelarlos es aumentando los costos de producción y trasladarlos a los precios de los bienes y servicios. Es simple: aumento de costos y persistir en mantener precios fijos es una contradicción mayúscula que solo va a desembocar en una aceleración vertiginosa de precios.
Pregúntese lo siguiente: ¿de dónde cree que los colegios obtendrán recursos para pagarle a los profesores el salario sin fundamentos establecido unilateralmente por el Gobierno? Incremento de las mensualidades. Y el dueño de la panadería ¿qué hará? Aumentar el precio del pan. Y así en general.
Este aumento ilusorio de poder de compra se va a desvanecer en menos de un mes. Para que el trabajador recupere su poder adquisitivo no queda otra cosa que combatir la hiperinflación y aumentar los niveles de productividad en la economía. Y por aquí estamos haciendo todo lo contrario: más combustible al incendio.
Ahora el Gobierno decide asumir la nómina de las pequeñas y medianas empresas por 90 días. Entonces, les pregunto: ¿de dónde sacará el Ejecutivo para pagar a 3 millones de pensionados, 4 millones de empleados públicos y ahora las nóminas del sector privado un salario que pasó de 5 millones a 180 millones de bolívares? Sencillo: imprimir masa monetaria alocadamente sin respaldo, lo cual es fuego vivo para la hiperinflación. Seguirán recurriendo al endeudamiento fiscal masivo, porque ese incremento de impuestos promocionado es insuficiente para recaudar los recursos necesarios que logren el pago de estas alzas salariales ilusorias. La hiperinflación se va a tragar esos nuevos ingresos por impuestos en un santiamén.
Si quieres mañana decreten que el nuevo salario mínimo es de 3000 bolívares y nadie sentirá que tiene mayor poder adquisitivo, nadie comprarás más. Porque, evidentemente, la economía no responde a plumazos.
Y los ajustes salariales –para sentir el poder real de compra- dependen de la productividad, del desempeño de sus sectores económicos, de la confianza en la moneda, de las expectativas de los agentes económicos, de la transparencia, la fortaleza institucional, etc. Es decir, un conjunto de factores que son bien ajenos al capricho de un gobernante. Y nosotros, como si fuese tan fácil, ordenamos que ahora el trabajador perciba 35 veces más y mañana podremos decir –sin fundamentos, como en un juego virtual- que se elevará 70 veces el salario. Es irracional e insensato, por decir lo menos.
Ahora como están entusiasmados y quieren medir todo en dólares, les pregunto: ¿de dónde obtendrá el Ejecutivo dólares para lograr el equilibrio? No hay oxígeno para esto. En el tanque lo que queda son unos 1.500 millones de dólares en efectivo que no emocionan a nadie. Si no pregúntele a los acreedores que tiene la República alrededor del mundo. Venezuela no paga su deuda externa desde hace un buen tiempo. Entonces, ¿quién puede creer que tenemos fortaleza para sostener la demanda de divisas? Seguirá dominando el mercado paralelo.
Por todo lo anterior, coja palco. Estamos en la víspera de sufrir la hiperinflación más grande de toda la historia económica del mundo. Y la crisis humanitaria se recrudecerá rumbo a la más grande de América Latina. Aparentemente, aquí hay un solo plan, y se llama: empobrecimiento intencional para la sumisión.
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