La pandemia del coronavirus se está llevando todo por delante. En un mes se ha extendido por todo el mundo, alteró la vida cotidiana de la humanidad en forma radical y nos ha puesto a todos a pensar, hablar y a hacer en torno a este virus y sus consecuencias. Ni la epidemia del VIH-SIDA, a pesar de su impacto espectacular, había generado tanto que decir.
La pandemia de coronavirus tiene un rasgo fundamental: el enigma. El virus era un ilustre desconocido y lo desconocido, más su rápida expansión, genera, psicológicamente, miedo, angustia y, comunicacionalmente, especulación.
Afortunadamente el enigma sobre el coronavirus se ha disipado con los días gracias a la ciencia que, en tiempo récord, ha descubierto su comportamiento y ha permitido trazar estrategias de prevención y tratamiento. La soledad de las calles en todo el mundo, el confinamiento en casa y la prudente distancia cuando se está en un sitio público, indica que la gente también aprendió, rápidamente, la lección científica.
A pesar de todo lo que se ha aprendido sobre el coronavirus en tan poco tiempo, hay quienes siguen hurgando en la ignorancia, buscando explicaciones sin base científica y, lo que es peor, dirigentes políticos y empresariales, asumiendo como cierta la explicación que más convenga a sus intereses particulares. La gente en segundo o tercer lugar.
En el plano de la comunicación internacional se juega la geopolítica. Las grandes potencias trazan estrategias acerca de cómo sacarle el máximo provecho económico e ideológico a esta crisis de salud para que, cuando la pandemia se controle, los vientos soplen a favor de sus intereses. La gente en segundo o tercer lugar.
Ante la pandemia del coronavirus la gente tiene que estar en primer lugar. Por ello, los órganos de comunicación oficial de cada país deben basarse, más que nunca, en información veraz proveniente de equipos técnicos profesionales conocedores del tema. Los mejores epidemiológos, investigadores y comunicadores para la salud tienen que ser consultados y sus recomendaciones atendidas.
Para el control del coronavirus, el intercambio de información y aprendizaje de lo que ocurre y se está haciendo en otros países es fundamental. La soberbia puede ser un crimen. Los voceros públicos oficiales tienen que ser reconocidos por su idoneidad profesional y generar confianza en la gente. Si no, el trabajo comunicacional será más difícil y perder tiempo, en esta pandemia, puede ser mortal.
Junto a la amenaza del coronavirus vino la cuarentena, el confinamiento de la gente en su casa, como forma de reducir los riesgos de contagio. Al respecto, vale recordar que el coronavirus se transmite de persona a persona o por contacto con objetos tocados por una persona infectada. En la calle, el riesgo está en las otras personas, no en el aire. Por eso, quedarse en casa, donde, asumamos, que todos están libres del virus, es lo más seguro.
Convivir y sus esfuerzos
Quedarse en casa, sin poder salir, suena a castigo y puede ser poco grato, pero hay que hacerlo por nuestro bien, por el de nuestra familia, la comunidad, el país, el mundo. Y la encerrona obliga a comunicarnos con quienes convivimos, así no nos provoque mucho. No hay tutía.
La cuarentena en casa es una excelente oportunidad para hacer las paces con quienes convivimos y sentimos tensión, además de reforzar los lazos con los que nos llevamos bien. Tengamos en cuenta los gestos de acercamiento a través de la conversa, compartir algo que nos guste, decir algo agradable a otra persona, atender a lo que nos dicen Eso que es parte de convivir en tiempos de coronavirus, se agradecerá toda la vida.
Por supuesto que estos tiempos de telecomunicación y ocio son una oportunidad para generar nuevas relaciones, reforzar las que ya tenemos a distancia Trata de que la información que compartas sea grata. Ojalá puedas. De noticias preocupantes están llenos los informativos públicos y se ocupan los usuarios morbosos, mal intencionados en las redes. No nos sumemos a ellos.
Otra ventaja de este encierro obligado por el coronavirus es comunicarnos con nosotros mismos. Vernos por dentro, conocernos más, evaluar dónde estamos en la vida, qué quisiéramos hacer (mejor que lo que no hemos hecho). Todo eso nos puede ser de gran ayuda.
Para vernos a nosotros mismos conviene ubicarnos en el aquí y ahora. Hasta este momento no sabemos cuándo terminará la cuarentena, así que no nos anticipemos. Lo que si es seguro, es que cuando se controle esta pandemia tenemos que estar en las mejores condiciones posibles para enfrentar lo que venga. Si lo hacemos conociendo nuestras potencialidades, será más fácil.
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