cuarentena sin agua
Vecinos de la zona norte de Caracas exigen servicio de agua a sus casas

Los estadios de la cuarentena o confinamiento por la pandemia del coronavirus varían según la  cantidad de casos en un determinado lugar. Así, en China, donde comenzó hace más de seis meses, y Europa, después de cuatro meses seriamente afectada, ya están en etapa de desconfinamiento o de la “nueva normalidad”. Mientras, en América, ante políticas y respuestas sanitarias desiguales, los casos, en todos los países, aumentan y el confinamiento se prolonga.

En artículos y declaraciones, sobre todo al comienzo del confinamiento, los psicólogos hemos advertido sobre las posibles reacciones emocionales de este largo e inesperado encierro y cómo enfrentarlas. Después de cien días es necesario volver a ellas porque las condiciones, en todos los aspectos, han empeorado.

Condiciones mínimas del confinamiento

Ya se ha dicho: no es lo mismo obligar al confinamiento a una población con recursos económicos que a una que vive en pobreza. Es más, en los países ricos o bien organizados, durante esta emergencia sanitaria, la gente con menos recursos cuenta con más apoyo económico del Estado que en otros momentos. No así en los países pobres.

Estar encerrado en casa, sin tener que comer es imposible. Hasta los animales salvajes salen de su cueva en búsqueda de alimentos. Más un ser humano. Además de alimentos hay que sumar lo que es normal en cualquier lugar civilizado: energía eléctrica, agua potable, gas doméstico y, en estos tiempos, acceso a Internet. Lo mínimo en lo que a calidad de vida se refiere.

Fuera de casa tiene que garantizarse un sistema de vigilancia y seguridad pública, incluso en labores específicas del control del confinamiento, aseo urbano y, aunque suene paradójico tratándose de confinamiento, transporte público y privado. Algunas personas están obligadas a movilizarse por razones laborales, abastecimiento y salud, entre otras.

Venezuela, caso critico

Si bien millones de personas que viven en condiciones de pobreza en el mundo, carecen de las necesidades básicas resueltas y, por tanto, tienen dificultades de  asumir el confinamiento, hay pobres que están peor que otros pobres y se les hace más difícil esta situación.

Un gran sector de la población de Venezuela, independientemente de su capacidad adquisitiva, desde hace años viene sufriendo una seria crisis en los servicios básicos. Frecuentes apagones y suministro irregular e insuficiente de agua, lo imprescindible. Como si fuera poco, los sectores medios y de más abajo de la población, lidian con un alto índice de desempleo, salarios insuficientes, alto costo de alimentos, y, ahora, de la gasolina. Factores que generan tensión personal y grupal en cualquier circunstancia.  Más en un encierro. 

Además, desde mucho antes de la pandemia, Venezuela enfrenta una grave crisis en todos los ordenes: sanitaria, de seguridad pública, educativa, económica, política. Por ende, social.  Esta crisis se ha agudizado por las sanciones económicas internacionales al gobierno pero que afectan seriamente la economía y la psique de los habitantes de ese país.

La paciencia, bienestar básico y responsabilidad que se requieren para quedarse en casa por tiempo indefinido, en Venezuela y otros países pobres, es muy difícil. Posiblemente, esa es parte de las razones de las tensiones sociales y los datos epidémicos que estamos viendo.

Tensiones durante el confinamiento

No conozco un estudio sobre las consecuencias psicológicas del confinamiento en la pandemia del COVID-19. Sin embargo, es de imaginar que la sumatoria de angustias por carencias en todos los órdenes produce agobio, desesperación. Un encierro en santa paz requiere de la satisfacción de las necesidades básicas y algo de recreación para aliviar la carga del no poder salir de casa. En estas circunstancias, la cuarentena puede generar violencia doméstica, aumentar las adicciones al café, la comida, cigarrillo, alcohol, otras drogas, al sexo, a la tecnología y otras formas de liberar angustia.

El gran sector de la población que en Venezuela enfrenta a una amenaza sanitaria más carencias de servicios y económicas, puede estar en una situación psicológica límite. La gente tiene que resolver un conflicto entre quedarse en casa para protegerse de un peligroso virus o verse obligada a salir para resolver necesidades de sobrevivencia o, de solo esparcimiento.

Aún cuando, en muchos países de América, por justificadas razones de  contención de la epidemia se requiera un confinamiento más estricto y alargado se pueden producir serias crisis psicológicas y aumento de la tensión social. Indeseable. Eso haría más complicada la situación pero la gente con necesidades fundamentales insatisfechas es un peligro porque además del virus, le amenaza la desesperación.

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Las opiniones expresadas en esta sección son de entera responsabilidad de sus autores.

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Leoncio Barrios, psicólogo y analista social. Escribidor de crónicas, memorias, mini ensayos, historias de sufrimiento e infantiles. Cinéfilo y bailarín aficionado. Reside en Caracas.