La Organización Mundial de la Salud -OMS- prendió las alarmas por una nueva epidemia: la de la viruela del mono. No se trata de una pandemia como la que todavía sigue activa en todo el mundo, la del covid-19. Pero para que la del mono siga como epidemia, focalizada, hay que actuar. Después no digan que no se dijo a tiempo, parece decir.

La OMS justifica su alerta: muchos casos en un día, aunque todavía concentrados en grupos con conductas específicas radicados en ciertas ciudades. La forma de transmisión mayoritaria de la viruela del mono, hasta ahora, es por encuentros sexuales.

Precisa la OMS: más del 90% de casos de viruela del mono se han dado en hombres adultos, jóvenes, de razas variadas, que han tenido, recientemente, relaciones sexuales con otros hombres (HsH). El mismo grupo que ha concentrado los casos de VIH-SIDA en un poco más de 40 años.

Ante la precisión de la OMS, voceros de organizaciones defensoras de hombres gays han pegado el grito al cielo: se nos está volviendo a estigmatizar, ¡eso no es justo!

Un Déjà vu

El perfil epidemiológico de los casos reportados de la viruela del mono, nos retrae a principios de los años 80, cuando los medios de comunicación anunciaron una rara enfermedad que mataba a hombres adultos, jóvenes, de razas variadas, que habían tenido relaciones sexuales con otros hombres. Cáncer rosa o gay lo llamaron los amarillistas, SIDA, los científicos.

Para principios de los 80 solo se sabía de qué formas se transmitía el SIDA. Se empezó a hablar de grupos de riesgo que, precisamente, coincide con el perfil de los primeros casos de la viruela del mono. Por ese entonces, la llamada comunidad gay fue muy golpeada por la enfermedad, millares murieron -todavía mueren, aunque menos- y tuvo que enfrentar serios problemas de estigma y discriminación.

Cerca del comienzo del siglo XXI se descubrió el VIH, el virus asociado al SIDA, se desarrolló toda una farmacéutica y cambió tanto la narrativa como el curso de esa epidemia. La comunidad gay se tranquilizó un poco, pero 20 años después, con la viruela del mono, el pánico reaparece.

Los riesgos de hablar de grupos de riesgo

El perfil socio demográfico (sexo, edad, lugar de residencia, entre otros), de comportamientos (fumar, consumo de alcohol, dieta, por ejemplo), más los antecedentes familiares de quienes tienen ciertos problemas de salud, le sirven a la epidemiología para identificar grupos de riesgo y trazar políticas preventivas.

El problema con el concepto de grupo de riesgo es que, como en toda circunstancia en que se agrupa a personas que tienen características semejantes, se puede generalizar, crear estereotipos. “Todos los gays son sidosos”, se oía. Ello también puede generar estigma, una marca social que se arrastra y puede producir discriminación (Si esta persona es gay hay que alejarse de ella).

Un riesgo al hablar de grupo de riesgo en una determinada epidemia está en que quien considere que no forma parte de ese grupo, no se percibe en riesgo de infectarse y por tanto, pudiera no cuidarse porque “no es asunto mio”.

En materia de prevención en salud pudiera resultar más conveniente hablar de conductas de riesgo, lo que la gente hace en términos de comportamiento, o no, y cómo eso la hace más vulnerable. Ese concepto es más preciso y reduce generalizaciones. Precisamente, eso es parte de lo que puede estar pasando en la controversia entre la OMS y organizaciones de gays.

Del VIH SIDA a la viruela del mono hay mucho trecho

La OMS ha descrito las características demográficas de quienes, hasta ahora, se han infectado con la viruela del mono. Lo ha hecho responsablemente porque no ha emitido juicio de valor al respecto, solo ha descrito una realidad.

Y es que, los primeros miles de casos de gente con viruela del mono que han aparecido son en hombres que han tenido sexo con otros hombres. Eso es un hecho. Pero no se infectaron por tener relaciones homosexuales, sino por haberlas tenido en circunstancias particulares que produjeron la infección.

Vistos estos primeros casos de viruela del mono en contexto, el acumulado de casos está en Nueva York, San Francisco y Madrid, ciudades donde hay espacios y se realizan eventos que se prestan a encuentros sexuales colectivos entre hombres.

Los contagios de viruela del mono que han documentado las autoridades sanitarias se han producido en saunas y discotecas que tienen cuartos oscuros y parques públicos con zonas en donde, ante la ausencia de sol, no es posible ver la piel del otro, solo tocarla. Son espacios altamente riesgosos de contagio de la viruela. Inclusive, si se usa condón.

Es necesario ver el contexto en el que los casos de viruela del mono se han producido y no solo las características de los individuos infectados. Esto evita percepciones de riesgo erradas por parte de la población ante un virus en que todo el mundo tiene que cuidarse porque es altamente transmisible.

La transmisión del VIH y del virus de la viruela

Los encuentros sexuales están entre las formas de transmisión tanto del VIH-SIDA como del virus de la viruela del mono pero hay diferencias importantes que conciernen a cualquier persona, independientemente de con quien tenga tenga relaciones sexuales.

El VIH se transmite, sexualmente, por intercambio de semen o fluidos vaginales. Por ello, si se usa condón se puede evitar esa y otras infecciones de transmisión sexual, pero no la viruela del mono dado que con el solo contacto de piel hay riesgo de infección y no hay condón para todo el cuerpo.

El contagio de la viruela del mono también se da por roce de pieles sin que sea con fines sexuales, por respirar o tragar gotas de saliva contaminadas o contacto con un objeto o superficie que haya sido tocado por una persona infectada. Pero, por ninguna de esas vías se transmite el VIH.

Entonces, la viruela del mono no es una nueva enfermedad que tiene en riesgo solo a los hombres que tienen sexo con hombres sino a todas las personas, independientemente de lo que guste en materia sexual.

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Las opiniones expresadas en esta sección son de entera responsabilidad de sus autores.

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Leoncio Barrios, psicólogo y analista social. Escribidor de crónicas, memorias, mini ensayos, historias de sufrimiento e infantiles. Cinéfilo y bailarín aficionado. Reside en Caracas.