Por:
Oscar Doval | @oscardoval_
La semana pasada les comentaba que Venezuela es un destino de inversión de excepción, advirtiéndoles que no era una idea delirante, ni un fenómeno alucinatorio de este servidor. Venezuela, rica o pobre, liberal o socialista, federada o centralizada; siempre ha ofrecido condiciones de excepción como destino de inversión de capitales locales y foráneos a lo largo de su historia. Hoy como mercado “fronterizo-emergente”, las inversiones en nuestro país tienen retornos muy atractivos, independientemente de la tasa de riesgo que asumen los inversionistas.
Tierra de gracia
Si hablamos de materia prima y recursos naturales, Venezuela cuenta con las reservas certificadas de petróleo más grandes del mundo, cercanas a 300.000 millones de barriles, valorados al precio actual en 18 billones de dólares (trillones en inglés). Si bien, actualmente, tanto por la mala gestión gubernamental, así como por las sanciones gringas, apenas superamos la producción de 300.000 barriles por día. En su mejor momento, la industria llegó a producir 3.500.000 barriles diarios. Además, contamos con la octava reserva gasífera del planeta, estimándose en 5,705 millardos de metros cúbicos, lo que al precio actual representan 4 billones de dólares. Actualmente, la mayoría del gas natural que brota de los yacimientos es quemado, debido a las reducidas capacidades de procesamiento por parte de las refinerías. Por esta razón, existe una importante escasez de gas butano, requerido por el 90% del país para uso doméstico, industrial y termo-generación eléctrica.
Siguiendo en temas de explotación y minería, tenemos la cuarta reserva aurífera del mundo, estimada en 2.236 toneladas, lo que al precio internacional actual, representa 122 millardos de dólares. Por otra parte, del diamante venezolano, de gran calidad para uso industrial y ornamental, se han identificado reservas de 1.020 millones de quilates, valorados en 140 millardos de dólares.
Además de lo mencionado, la industria ferrominera venezolana, que vivió gran crecimiento en las décadas del 70 y 80, se encuentra hoy prácticamente paralizada. Aún nuestros suelos tienen incalculables cantidades de hierro, bauxita y níquel, entre otros metales. Por otra parte, se ha estimado que en nuestros suelos reposan 15.400 toneladas de coltán y 75.000 toneladas el uranio, además de otros.
Todo este campo es mío
El 60% de la superficie del país, unos 550.000 km2 son potencialmente cultivables, siendo además Venezuela el decimoprimer país del orbe en términos de disponibilidad de agua dulce, para el riego y consumo humano, unos 1.320 km3.
Históricamente, hasta hace pocos lustros, todo el maíz blanco y amarillo, arroz, azúcar, café, cacao, hortalizas, algunas frutas, así como la leche y sus derivados, huevos, pollo y carne vacuna, porcina y otros rubros eran producidas y transformadas en nuestro país.
La regulación de precios y controles extremos, además de las nefastas subvenciones a empresarios y consumidores, propias de las políticas populistas de la cuarta y quinta república, fueron destruyendo gran parte de nuestro aparato productivo agroindustrial, al punto de que muchos de los productos mencionados son importados hoy en día.
Peroles
Desde el punto de vista de infraestructura y capacidad industrial, muy venida a menos por falta de inversión pública y privada, nuestro país cuenta con una red vial asfaltada de más de 70.000 km, no muy diferente en extensión a la que tiene Colombia. También tenemos un nivel de urbanización de 85%, uno de los más altos de Latinoamérica.
Se suma a lo anterior, una capacidad de generación eléctrica de 31.000 MW, más del doble de la capacidad de Colombia o Perú. Asimismo, tenemos un extenso sistema de represas y red de acueductos, con una capilaridad que alcanza casi todos los centros poblados del país. Ambos aspectos, maltrechos, maltratados, sí, pero que esperan ser reparadas para regresar a glorias pasadas. Además, contamos con 3 empresas de telecomunicaciones con cobertura de más del 90% del territorio nacional.
Por último, no podemos obviar, un importante entramado industrial, multisectorial, público y privado, oxidado en menor o mayor grado, que trabaja muy por debajo de su capacidad instalada. Todo un universo para rescatar y poner a producir el país a toda máquina.
¿Y dónde estamos?
Nuestro país fue por muchos años el «hub» geográfico de negocios y comunicaciones de Latinoamérica por nuestra privilegiada ubicación, exactamente sobre el Meridiano del Ecuador y al extremo norte de Suramérica. Esto, nos coloca en una ubicación casi equidistante del extremo más septentrional y austral del continente americano, así como de la Europa mediterránea y de los países de África occidental.
Venezuela tiene una amplia línea costera caribeña de 3.726 km, lo que nos convierte un centro estratégico para movilidad, logística y turismo, con 8 aeropuertos internacionales, 60 aeropuertos nacionales y 6 puertos de carga.
Señores míos, todo lo mencionado, y mucho más, está en nuestro país, con mayor o menor grado de deterioro, con mayor o menor grado de actividad productiva. Todo lo mencionado existe y además de ser derivado de las bondades de la naturaleza, es el esfuerzo de varias generaciones de personas que hemos crecido y creído en la patria.
Este escrito surge después de una rica discusión con la gente de Venecapital, la Asociación Venezolana de Capital Privado, que está dedicada a promover a Venezuela como destino de inversión a nivel internacional, sin tintes políticos ni intereses particulares, sino con la firme convicción de que es responsabilidad de cada Venezolano, no sólo del gobierno y de los gobiernos, el hacer de la patria un sitio mejor.
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Del mismo autor: Delirio Venezuela (I)