El herpes es el “genio del mal” de los virus, irrumpe en las células que recubren las partes más delicadas del cuerpo antes de llegar al sistema nervioso, para esconderse en nuestro ADN. Por increíble que parezca, sólo se comprendía parcialmente cómo llevaban a cabo esta complicada secuencia de infección. Ahora, un estudio publicado en la revista Nature ha reportado una pieza vital del rompecabezas, una que podría señalar el camino hacia nuevas formas de tratar o incluso prevenir esta enfermedad tan común. Debido a la falta de un tratamiento que alivie al virus del herpes simple (VHS), la Organización Mundial de la Salud trabaja para apresurar el desarrollo de microbicidas y vacunas, que tendrán un papel crucial en la prevención de esta enfermedad en un futuro.

El herpes es una infección conocida por la mayor parte de la población mundial, lo padezcan o no. Encontrándose en más del 75% de todas las personas como la variedad oral tipo 1, que se sella con un beso de por vida (VHS-1) o la forma tipo 2, transmitida sexualmente (VHS-2). Ambas variedades han sido compañeras inseparables de nuestra especie durante el tiempo que ha existido la raza humana. Tanto VHS-1 como el VHS-2, son altamente infecciosas e incurables.

Aunque generalmente es silencioso, el virus es capaz de producir algunos síntomas claramente incómodos e incluso destructivos, desde las omnipresentes llagas dolorosas hasta el efecto raro, pero devastador, que puede tener cuando invade el ojo. En algunos de los casos más trágicos, la transmisión de la infección de madre a hijo puede ser fatal para un recién nacido. Lamentablemente, más de 70 muertes infantiles en Venezuela se han atribuido a la enfermedad. Incluso ha sido implicado como una causa, o al menos un factor contribuyente, en los casos de demencia. Tener en nuestras manos un tratamiento confiable, como una vacuna, brindaría mucho alivio a las personas que lo padecen.

El virus del herpes es astuto y desafortunadamente, solo se expone a nuestro sistema inmunológico por breves periodos de tiempo antes de insertarse en el ADN, en la biblioteca genética de las células nerviosas periféricas. Allí permanece, reprogramando a las células para que se conviertan en una fábrica de virus. El reciente estudio que se publicó la semana pasada, descubrió cómo el herpes secuestra una proteína de las células epiteliales y la convierte en un medio de transporte que le permite viajar hacia el sistema nervioso periférico, que consta de neuronas sensoriales y motoras. Los autores han denominado a este proceso como “asimilación”. Es un descubrimiento que puede tener implicaciones de amplio alcance para entender a muchos virus, incluidos el VIH y el SARS-CoV-2.

El virus necesita inyectar su código genético en el núcleo de estas neuronas, para que pueda comenzar a producir más virus del herpes. La gran pregunta que se formularon los investigadores fue, ¿cómo llega el virus al núcleo de la neurona? El equipo de investigación descubrió que el herpes necesita llegar al núcleo. Al igual que otros virus, el herpes ingresa a una especie de autopista, que en las células se llaman microtúbulos, y emplea como motores a las proteínas dineína y quinesina, para moverse a lo largo de esta autopista. Ahí es cuando usa los motores de las proteínas que secuestró de las células epiteliales de la mucosa. Mientras una de las proteínas (quinesina) lo dirige hacia el núcleo de la célula, la otra lo lleva hacia la periferia (dineína), es como tener en el mismo carro un motor que lo lleva directo al centro de Caracas y el otro lo aleja hacia El Hatillo. Es un largo camino por recorrer, probablemente tarde unas ocho horas en viajar desde el extremo de la neurona hasta el centro. Sin saberlo, estas proteínas sirven al plan malévolo del virus, llevando directamente al virus hasta el núcleo de la neurona.

Lo importante de este trabajo, es que muestra por primera vez a un virus “robando” una proteína para ayudarlo a continuar su infección, un descubrimiento que podría ayudarnos a comprender mejor nuestra relación con este antiguo patógeno y tal vez incluso a encontrar una manera de bloquearlo en nuestro ADN. Al saber cómo el virus está logrando esta increíble hazaña para ingresar a nuestro sistema nervioso, ahora se podría pensar en cómo eliminar esa capacidad. Si se desarrolla un mecanismo efectivo para evitar que el virus asimile a la quinesina, entonces no podría moverse y se impediría que el virus infecte al sistema nervioso, se reproduzca o cause la enfermedad. De ser así, el diseño de una posible vacuna preventiva estaría muy cerca, para el bien de todos.

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Profesor-Investigador Universidad Central de Venezuela • Miembro de la Academia Nacional de Ingeniería y Hábitat • Editor de la Revista Catálisis • Presidente (H) de la Sociedad Venezolana de...