La pandemia de COVID 19 ha matado, como mínimo –5 millones de personas– durante el año y nueve meses que lleva azotando al mundo, según la Organización Mundial de la Salud. También en estos momentos, se reporta un repunte de casos en varias partes del mundo. Inclusive en países donde las campañas de vacunación han avanzado significativamente.

Las alarmas suenan. La pandemia del COVID sigue siendo un peligro y, sin embargo, las medidas de protección sanitaria de las autoridades de muchos países, hasta donde la situación venía siendo crítica, relajan las medidas de protección.  La gente se relaja. Alguna gente hasta parece celebrar el fin de la pandemia, la vuelta a la normalidad, el mundo COVID-free


Expectativas ante las vacunas

Sin duda, las vacunas anti covid han sido un elemento determinante en que cada día estemos más cerca del fin de la pandemia aún cuando falte mucho para llegar a esa meta.  En la medida que más gente se vacuna, se reducen los contagios (pero siguen produciéndose muchos), hay menos casos graves de infección (aunque aún haya muchos), menos gente requiere de terapia intensiva por COVID (pero todavía hay ingresos por esta causa) y, afortunadamente, hay muchos menos muertos por COVID (pero todavía los hay y, lamentablemente, los habrá).  

La vacuna anti covid ha sido -y seguirá siendo- una ayuda determinante en la lucha contra este virus, pero no ha sido la panacea. Inclusive, para alguna gente ha sido decepcionante, asustadiza.  Y si las vacunas no nos salva de esto, ¿cómo nos salvaremos? Afortunadamente, las cifras de epidemiología mundial producen cierta tranquilidad. Sobre todo, optimismo.

A las autoridades sanitarias, en su entusiasmo por disponer de varias vacunas en tiempo récord, les faltó precisar o enfatizar algo clave: Las vacunas reducen el impacto del virus en el organismo, pero no impiden el contagio en un 100%.  Siempre hay un porcentaje de riesgo de infección o reinfección  estando vacunada. El porcentaje de protección varía según la marca de la vacuna y el organismo de cada quien.  

Mucha gente creyó que al vacunarse se libraría por completo del COVID-19. Sin duda está mucho más protegida y más tranquila, pero no completamente libre de infección.

Las autoridades, en su afán por motivar a la población a vacunarse como forma de reducir la epidemia y volver pronto a la normalidad, pudieron haber contribuido a crear esas falsas expectativas.  El que los resultados, hasta ahora sean satisfactorios, pero no los que la gente esperaba, ha dado alguna fuerza a los grupos negacionistas de la vacuna pero que, igualmente, quieren una pronta vuelta a la normalidad.


La economía determina

Sin duda alguna, la necesidad de recuperar la economía ha sido una de las razones fundamentales en la gran inversión hecha por los países ricos para desarrollar varias vacunas, que reduzcan la pandemia hasta un punto en que pudiéramos sentirnos en la “normalidad” y las inversiones se regularizaran.  Sin cotidianidad no hay economía que se fortalezca.

Las cifras económicas siempre han sido un indicador de cómo va la salud, no solo de las macro y micro economías sino también de las personas. De allí que esa imperiosa vuelta a la “normalidad” que se observa en los países ricos se haya acelerado con la vacunación y la baja de cifras en torno a la pandemia.  Sin embargo, un fantasma -que no es tan etéreo- ronda sobre las golpeadas economías a todo los niveles, en todo el mundo: El repunte de la epidemia hay que evitarlo a toda costa.


La imagen que vemos, lo que sabemos y lo que no

La pandemia del COVID no está cerca de llegar a su fin. Gran parte de la población mundial no se ha vacunado y la pandemia sigue campante. En esos países no hay suficientes vacunas, ni sistema sanitario eficiente que garantice una efectiva campaña de vacunación.  

Mientras que en los ricos preocupa los repuntes cuando van por la quinta o sexta ola de la pandemia, en los países pobres no preocupan los repuntes, pues pocos han descendido las cifras y se ignora, a ciencia cierta, si se ha pasado una ola o cómo está la marea.  La epidemia en los países pobres, los medios suelen hacerla invisible.

A pesar de la disparidad de la situación epidemiológica del COVID-19 en el mundo, la imagen que predomina- como siempre y con todo- es lo que sucede en los países ricos. Pareciera que todos los países, todos los lugares han vuelto a la normalidad. La gente sale de vacaciones, se divierte, la economía repunta. Muy poca gente se infecta de COVID-19, poca se muere.  Pareciera que ya el mundo es COVID Free.  Así pudiera ser en algunos países ricos y aún no lo es.


La situación exige prudencia

A pesar de que las autoridades sanitarias del mundo, la OMS, en particular, declaran que la pandemia no ha pasado, la mayoría de los gobiernos han relajado las medidas de protección.  Lo hacen respaldados por las cifras epidemiológicas, pero más por inyectarle confianza a la gente. Así, por un lado, la tranquilizan y, por el otro, se reactiva la economía.

La pandemia ha cambiado sus características, sus consecuencias se han aminorado, pero el COVID-19, en cualquiera de sus variadas y novedosas presentaciones, está por allí, en cualquier lugar, buscando en qué organismo alojarse. Ante tal amenaza, lo mejor es protegerse. Vacúnate, sí te es posible, sigue usando la mascarilla al salir de tu casa y evita las aglomeraciones, particularmente en lugares cerrados.

Recuerda que antes que vidas hay que salvar negocios. Ese es un pensamiento que puede privar.  No podemos cantar victoria ante el COVID-19, no todavía.

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Leoncio Barrios, psicólogo y analista social. Escribidor de crónicas, memorias, mini ensayos, historias de sufrimiento e infantiles. Cinéfilo y bailarín aficionado. Reside en Caracas.