Maudro y militares

Maduro se ganó la pena máxima desde hace mucho tiempo. Hoy por hoy, el desprestigio y el descrédito son las cartas de presentación dentro y fuera de nuestras fronteras. Pocos avalan la crueldad con la que actúa frente a la disidencia. Igualmente, a pocos les queda duda de que la violencia contra la población es intencional y está dirigida planificadamente. Ante tantos excesos criminales, a veces da la impresión de que él quiere decir: Invádanme, por favor.

Pareciera que su cerebro no responde bien a la culpa. Y como dijo el Presidente Sebastián Piñera: “Cómo una persona puede tener tanta ambición, de estar dispuesto a causarle tanto dolor y tanto sufrimiento a su propio pueblo durante tanto tiempo, por el sólo afán de aferrarse a un poder que no le pertenece”. Ciertamente, a Maduro le interesa poco sacrificar la muerte de los venezolanos con tal de preservar el poder.

Ahora bien, la matriz de opinión que está cocinándose en oficialismo es: Guaidó se desinfló. Pero nada más lejos de la realidad, pues, todos los eventos de los últimos días han servido para desnudar más a la dictadura y sumar aliados a la causa de la libertad. Por cada acción abusiva del régimen, un millar se decepciona y abandona el madurismo.

Por otra parte, las fisuras de las Fuerzas Armadas se notaron el fin de semana pasado. Las fracturas se están expandiendo gradualmente. Vendrán más militares que se nieguen a reprimir, y además se sumarán más oficiales prestos a colaborar con la transición. El quiebre está latente. El régimen está muy maloliente. Sin embargo, la disputa será extensa porque ahora mismo estamos anclados en la estrategia del desgaste, y la resistencia hoy es más crucial que nunca.

En la hora crítica

Otro aspecto que debe advertirse por estos días, es lo que viene en materia económica. Será aún más trágico con las sanciones financieras internacionales, el congelamiento de activos de Pdvsa, la hiperinflación en plena combustión, la caída de la producción petrolera, la disminución de ingresos en divisas, el colapso de la producción nacional y nada que redistribuir a la población más vulnerable. En otras palabras, detrás de todo el conflicto político rebrota un drama económico que  se traducirá, lamentablemente, en desgracias humanas imposibles de negar.

Definitivamente, Maduro no es el mismo desde hace 30 días y se están consumiendo las fases del plan que tiene delineado Guaidó, junto a la comunidad internacional y los ciudadanos organizados. Se va avanzando con buenos parciales. Estamos en la hora crítica.

Aunque, francamente, recobrar la normalidad del país pasa por la formalización de unas elecciones generales. Eso viene pronto. No será rápido ni sencillo. Primero, removamos a los salvajes y luego nos gozamos la fiesta democrática con un poder electoral saneado. Un paso a la vez con fe.

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Economista con un Magister en Políticas Públicas. Colaborador de varios medios nacionales.