Estado comunal

El artículo anterior lo cerré con las siguientes preguntas: ¿En qué consiste el poder del Estado Comunal? ¿Cuáles son los dispositivos de control que operan al margen del Estado? ¿Cuáles han sido integrados? ¿En qué consiste su fuerza?

La premisa bajo la cual planteamos el problema del Estado comunal, la podemos enunciar de la siguiente manera: es necesario conocer los dispositivos de poder que operan en las estructuras de control, en este sentido, para vencer al que nos domina hay que conocerlo.

Lo primero en advertir es que el poder no reside solo en las estructuras formales. ¿Qué es lo formal? El Estado comunal que opera en medio de fuerzas que mueven la dinámica del poder. ¿En qué consisten esas fuerzas y cómo están estructuradas?  ¿Dónde reside el verdadero poder? 

Dicho por Freddy Bernal, el poder reside en el aparato de control comunal: “todo el poder para los CLAP”. ¿Por qué el CLAP y no el Consejo Comunal? El sistema juega con las estructuras que va creando, las que son funcionales quedan y las que no se eliminan o se subsumen en las que se eligen. Es una labor permanente.

En este caso el CLAP, que es más que la caja, es una estructura de poder político-territorial en la que convergen las distintas fuerzas vivas del control: Consejo Comunal, milicias, delincuencia, delimitación del territorio lo más fragmentado posible a partir de unidades micros como la calle; el gobierno está en el jefe de calle. 

El Consejo Comunal representó la transición entre el modelo vecinal inserto en la noción de municipio y la nueva estructura de poder centrada en la Comuna, hoy avanzó hacia el CLAP. La estructura del “poder popular” está conformada por dos grandes bloques: el Centro y la periferia. 

En el Centro está el Ministerio de la Mujer, el Frente Francisco de Miranda, la UBCH y las FANB que ha incorporado a las milicias como quinto componente y en la periferia o base del poder están los jefes de Calles, los milicianos y cuerpo de combatientes (colectivos), los pranes (con la mano invisible del ministerio de penitenciaría), los Consejos Comunales y las RAAS.

Queremos llamar la atención y advertir, al mismo tiempo, que estamos en la fase en la que se ha planteado la fusión entre el poder comunal y el poder delincuencial. Lleva años avanzando. El modelo del pran se ha venido extendiendo bajo la sombra del Estado, protegido y favorecido por él. 

¿Fortaleza? La fortaleza está en haber fusionado dos poderes de naturaleza distintas: el comunal y el delincuencial. Política y crimen interactúan en espacios específicos reconfigurando el poder territorial. Ya, hoy, año 2020 estamos forzados a pensar fuera de la definición de nación. El aparato comunal, junto con las bandas organizadas, van teniendo el poder de controlar el tejido social.

¿Debilidad? Para el régimen es muy difícil lograr la solidez en medio de un sistema de relaciones delincuenciales donde la lealtad se está rehaciendo a diario. Cuando la pregunta por el poder y los mecanismos para alcanzarlo está en permanente construcción en medio de una población que no lo aprueba, es como caminar sobre un campo minado. El chavismo se hace débil cuando los únicos recursos que tiene son el terror, el control y el aislamiento. ¿Podemos pensar la debilidad de ellos? ¿Podremos pensar el poder más allá de los dispositivos de control?

En este escenario, ¿cómo entran las organizaciones socio-políticas? ¿Cómo pueden hacer políticas los partidos de origen democrático en medio de esta nueva geometría del poder? Son las preguntas que nos plantearemos abordar en la tercera entrega de pensar el poder.

***

Las opiniones expresadas en esta sección son de entera responsabilidad de sus autores.

De la misma autora: Voluntad de poder I: el Estado Comunal

Doctora en Ciencias Sociales y Licenciada en Trabajo Social. Profesora titular de la Universidad Central de Venezuela. Investigadora en antropología cultural del pueblo venezolano y sobre el fenómeno...