Si se quiere hacer realidad los viajes espaciales de larga distancia, es probable que sea clave encontrar una manera para que los humanos hibernen. Esta animación suspendida, como se le conoce a menudo, es popular entre los fanáticos de la ciencia ficción tras aparecer en innumerables películas, libros y comics, como en la sátira de Netflix No Mires Arriba, donde se induce artificialmente la hibernación al final de la película para sobrevivir al viaje. Para llegar más lejos, se necesitará reducir drásticamente las actividades metabólicas del cuerpo. Pero ¿eso es realmente posible?

La hibernación es un estado natural de animación suspendida que experimentan muchas especies y se ha demostrado que es una estrategia de adaptación para ahorrar energía. En un estudio reciente publicado el miércoles en la revista Proceedings of the Royal Society B se analizó cuánta energía ahorran diferentes mamíferos durante la hibernación. Los científicos chilenos se propusieron investigar si las personas podrían hibernar como los osos, lo que efectivamente permitiría “reposar” durante los viajes por el espacio.

Se han realizado diferentes estudios en los últimos años que explican los procesos metabólicos que permiten a los animales sobrevivir a la hibernación. Pero hasta ahora, había sido difícil calcular el ahorro de energía de los mamíferos durante este estado. Para ello, compararon el consumo diario de energía de los animales activos con la energía promedio utilizada durante la hibernación. Luego, calcularon el ahorro de energía de diferentes animales, desde los más pequeños como el murciélago hasta los grandes osos. “Calcular la reducción de energía promedio a largo plazo durante la hibernación sería útil para determinar cuánto tiempo durarían los astronautas en el espacio” escribieron los autores del estudio.

Sus hallazgos sugieren que, metabólicamente hablando, los humanos probablemente no sobrevivirían a un viaje de décadas en el espacio. Sin embargo, llegaron a conclusiones sorprendentes sobre cómo los animales que hibernan ahorran energía.

Primero, los mamíferos más pequeños que hibernan tienden a ahorrar, en promedio, mucha más energía en comparación con los animales más grandes. Por ejemplo, un pequeño marsupial de 45 gramos, conocido como monito de monte, que podría caber en la palma de la mano, ahorra el 95% de su energía durante la hibernación (en comparación con su estado de actividad habitual), mientras que un oso que pesa alrededor de 400 kilogramos, pierde energía.

Es por eso que los beneficios de apagar el “interruptor” del metabolismo son mayores en animales pequeños y se vuelven aproximadamente cero para los grandes osos. A partir de lo anterior, al calcular el gasto metabólico de un ser humano en hibernación en función de su masa, obtuvieron que se ahorraría más energía durmiendo que hibernando.

¿Qué implicaciones tendrían estos resultados para los humanos en la exploración espacial? Esto lleva a una gran limitante. Como explica el estudio, los humanos no podrán utilizar esta estrategia para sobrevivir en animación suspendida durante largos viajes por el espacio. Los seres humanos son demasiado grandes, por lo que los beneficios de la hibernación son pequeños si se considera solo el ahorro de energía, como en el caso de los osos.

A pesar del gasto energético, los osos hibernan porque han logrado desarrollar estrategias que les permite despertar de la animación suspendida sin afectar sus huesos o músculos. Por ejemplo, los osos cuentan con un mecanismo con que reciclan el nitrógeno contenido en la orina, mientras duermen, sin tener que excretarla. Si los humanos pasaran la mitad del año en un estado físicamente inactivo sin comer, orinar o moverse, sufrirían insuficiencia cardíaca, trombosis, lesiones en los órganos, envenenamiento de la sangre y más. Si bien podría ser posible inducir a los humanos a un sueño profundo, es probable que un vuelo espacial de meses en tales condiciones sea demasiado dañino. Ya se ha visto que los astronautas son tan vulnerables que apenas pueden caminar después de regresar a la Tierra, tras unas pocas semanas en gravedad cero y tienen que realizar rigurosos programas de ejercicios para fortalecer sus huesos y músculos mientras están en órbita.

Incluso si se pudiera inducir artificialmente la hibernación en humanos de una manera que tenga sentido desde una perspectiva energética, un viaje espacial de décadas probablemente todavía esté fuera de discusión. Según el estudio, se necesitarían 6,3 gramos de grasa al día para hibernar en el espacio, sumando hasta 204 kg para un viaje de 90 años. También existen problemas éticos relacionados con la investigación sobre la hibernación en humanos. ¿Quién sería el voluntario para probar un fármaco, una modificación genética o una cirugía para inducir la hibernación?

Tomando lecciones de los animales que hibernan, los científicos podrían emplear la información para terapias médicas y quizás algún día los adopten para viajes espaciales. La ciencia ha avanzado lo suficiente como para poner parte de la ciencia ficción en el ámbito de la realidad científica. Algunos médicos están empleando la hipotermia terapéutica, una disminución de la temperatura corporal en unos pocos grados durante varios días, para ayudar a tratar a pacientes con lesiones cerebrales traumáticas o afecciones como la epilepsia. Y se están realizando pruebas para ver si hay una manera de bajar la temperatura corporal de las personas, mantenerlas en un estado de sueño durante días o semanas y luego “revivirlas” sin efectos nocivos, algo que los astronautas tendrían que hacer para viajar en el espacio profundo, la última frontera.

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Profesor-Investigador Universidad Central de Venezuela • Miembro de la Academia Nacional de Ingeniería y Hábitat • Editor de la Revista Catálisis • Presidente (H) de la Sociedad Venezolana de...