Iniciando la Navidad, después de haber celebrado las tradicionales fiestas patrias de Halloween y Thanksgiving (por ello elegimos como título, el conocido villancico venezolano, Jingle Bells), podemos decir que estamos empezando el asueto navideño de una manera un tanto movida.
Fiesta verde
Las últimas dos semanas de noviembre, el dólar paralelo subió de 700.000 hasta 1.200.000 en una enloquecida carrera que despelucó al más calmado, haciendo vaticinar a muchos analistas que cerraría el año sobre 1.500.000. Pocos días antes del inicio de la Navidad, justamente al día siguiente de la muerte del “grande Maradona”, el dólar comenzó a bajar y se colocó en 950.000, para estabilizarse estos últimos días en torno al 1.300.000. La única explicación que encontramos a este frenazo del dólar es que Maradona, beatificado por los argentinos y los chavistas, está dando sus primeros pasitos de santo, bendiciendo nuestra política monetaria.
Un poco más en serio, la depreciación del bolívar se corresponde con una expansión monetaria llena de bolívares inorgánicos de 40% en las últimas 3 semanas, lo que se suma a un 900% acumulado a lo largo del año. Asimismo, “el frenazo” con descenso y cierta estabilidad temporal, que vimos durante los días pasados, se debe al efecto mixto de pequeñas inyecciones en moneda extranjera que hace el BCV al sistema financiero, lo que determina un aumento de la oferta del dólar.
Asimismo, el hecho de mantener muy alta la tasa de cambio oficial determina que se extinga el aspecto especulativo del mercado de divisas al desincentivar la actividad de compra-venta (especulación) de los cambistas. A lo anterior, se suma el efecto psicológico de las medidas –amenazas– realizadas por la Vicepresidenta-Ministra de Finanzas, respecto a la contención del precio del dólar. Lo que se haría a través de la creación de un nuevo impuesto a las transacciones realizadas en divisas a través de las cuentas-custodia de la banca, la proliferación de casas de cambio y el aumento de límite de las transferencias en bolívares para dar más acceso a nuestra moneda soberana; lo que inhibe un pelo a la gente de transar en divisas –por puro miedo–, y lo hace que la demanda del dólar descienda, y en consecuencia su precio.
La verdad es que dados los escasos ingresos en verdes por concepto de exportaciones, así como el engrosado gasto fiscal de finales de año por las utilidades de los casi 3 millones de empleados públicos, las elecciones parlamentarias y las subvenciones directas propias de la época navideña; podemos estimar que el dólar, aunque lo aguanten un ratico, inexorablemente va a seguir subiendo, ya que hace falta emitir muchos bolívares inorgánicos para cubrir el déficit fiscal, así que podemos estimar un dólar al cierre del año en torno a los 1.600.000.
¿Y la comida qué?
El precio de los alimentos, en los diferentes mercados municipales, se echó un jalón de 50% la última semana de noviembre, observando esta primera semana de diciembre un incremento un poco más moderado, cercano al 20%. Estas salvajes subidas de precio las vemos más marcadas en proteínas animales, charcutería, frutas y granos, y en menor medida en verduras y hortalizas. Comenzamos Navidades con una inflación alimentaria acumulada entre 3.500% y 3.800%
6D
Desde el inicio de la Navidad, la Asamblea Nacional del ya raído Guaidó exhorta a los venezolanos a no participar en el 6D. Según el diputado Williams Dávila la tarjeta de A.D. plasmada en el tarjetón para las parlamentarias fue “secuestrada por el régimen”, pidiendo a la gente que no asista a votar el 6D. Tal arenga no hace mucha falta Sr. Diputado, porque las encuestas nos dicen que la abstención será aplastante, pero no por el llamado de la a la oposición, sino porque la mayoría de los venezolanos no creemos en ninguna de las facciones políticas, ni el oficialismo, ni la oposición.
Biden
Quizás, como segundo milagro de Maradona, los futuros secretarios del Tesoro, Janet Yellen, y del Departamento de Estado, Anthony Blinken, declararon que podrían darse exportaciones petroleras venezolanas a Estados Unidos a cambio de combustible para nuestro país, lo que ha suscitado el pronunciamiento de ciertos analistas internacionales, sobre la intención de los demócratas de permitir algo de laxitud en las salvajes sanciones financieras y comerciales. Lo anterior, ha provocado que actores de la oposición en el exilio, como Leopoldo López, declaren que esto sería una manifestación de debilidad de parte de los gringos, frente al Gobierno de Maduro. Parece, se le olvida a López, que quienes sufren las consecuencias de las sanciones son los “venezolanos de a pie”, no el régimen.
El virus
Después de una estricta cuarentena radical y vigilada, los primeros 2 meses de la pandemia, oliendo a alcohol y a cloro todo el día, usando escafandras y guantes; seguidos de una exitosa cuarentena intermitente, que logró aplanar la curva de contagio durante las últimas semanas en Venezuela, pasando de un aumento de los casos semanales de 15% en el mes de agosto a un 2% durante el mes de noviembre; el presidente decretó apertura total del encierro en Navidades. Esta apertura, no sólo nos permite movernos por el territorio nacional, sino también irnos a RD, México, Turquía e Iran: ¿cómo serán las Navidades en Teherán? ¡Deben tener lo suyo!
Debo confesar que al igual que nos metemos con los desatinos, ineptitudes y agravios del gobierno nacional, igualmente hemos defendido su manejo del COVID-19, ya que en nuestra Venezuela, con un sistema de salud depauperado, el gobierno ha tenido un buen manejo de la pandemia, al punto de tener una de las tasas más bajas de contagiosidad per cápita del mundo.
Conversando con expertos en la materia, nos aclararon que la cuarentena intermitente puede producir inmunidad comunitaria por exposición progresiva a baja carga viral, lo que genera menor número de casos. No podemos entender, cómo después de tanto esfuerzo, dando prioridad al tema sanitario sobre el asunto económico, se levanta totalmente la cuarentena y las calles están llenas de gente, los centros comerciales abiertos, tiendas con colas para entrar, pinos y demás peroles navideños por todos lados. Un poco surrealista la situación, esperemos no arrancar el año con un repunte del coronavirus.
Mientras tanto: Jingle Bells, Jingle Bells, Jingle all the Way!
¡Feliz Navidad!
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