Tribunal Supremo de Justicia

Cuando el ejercicio de la política apalea condiciones o expectativas, las realidades se hacen tan porosas que hasta el aliento más débil horada el suelo donde se posa el poder político hasta derrumbarlo. Quizás esta frase pudiera sonar a razón para aceptar o admitir que la política sólo puede hacerse convencido que no es para provecho de algunos, sino de muchos. O mejor dicho, de todos. Por eso el poder político es tan frágil para caer derribado ante cualquier tentación de supremacía, como fuerte para resistir cualquier idea que lo exhorte a actuar en la línea de la justicia y la igualdad.

Con este exordio, es posible aludir el caso de gobiernos regidos por proyectos tan inhóspitos que ni siquiera sus gobernantes, disfrazados de vendedores de ilusiones, son capaces de lograr un ápice de lo que sus discursos prometen. Ni siquiera, porque hacen de la gestión política, una tarea de complicada ejecución. Tanto que termina siendo un espectáculo al mejor estilo circense o burlesque. Donde el payaso hace de domador de fieras. Y el mago, de maromero de la cuerda floja.

Gobiernos de tan cuestionada calaña, se valen de oscuras organizaciones e instituciones oficiales donde el alto funcionario actúa cual ladrón de dignidades. De esa forma, pueden permitirse no sólo rodearse de mamarrachos para quienes la orden “rodilla en tierra”, suena casi como la contraseña que abre la puerta a niveles donde la corrupción es criterio de sugestiva funcionalidad administrativa.

Y es que en verdad, cuando no se tiene alguna idea que se corresponda con las realidades donde han de asentirse relaciones de estrecha correspondencia entre necesidades y recursos, cualquier propuesta de gobierno -fraguada o en ciernes- termina agotándose tan rápida como intempestivamente. Cualquier decisión tomada bajo el influjo de un ambiente así de anarquizado, con toda seguridad que proviene de un proceso de formulación nada ajustado a las condiciones que definen el problema en cuestión.

Realidades contentivas de tan efervescentes problemas, generalmente son causa de considerables brechas que se tienen entre cualquier plan de gobierno, y el proceso real de elaboración y toma de decisiones del cual disponen los gobernantes. Es ahí donde esa ineficacia induce un estilo de gobierno descuidado y desvergonzado en cuyo fondo se instalan instancias gubernamentales sin ningún sentido de resguardo por los valores que compromete lo que explica y comprende la figura de un Estado democrático y social de Derecho y de Justicia. 

En medio de tan escabrosa situación, es innegable que el carácter epistemológico y jurídico de principios que fundamentan la esencia no sólo del estamento de gobierno, sino peor aún, del concepto de Estado-Nación o de República, se arraigan cuantos desvaríos y reveses pueden fungir de causales de inesperadas crisis. Es en este tipo de escenario, donde cualquier “incendiario de oficio” o “advenedizo de vocación” logra ascender en la escala meritocrática para ocupar responsabilidades que le son inminentes al devenir de la administración gubernamental.

Justicia socialista y desvergonzada

Es donde cualquier “predicador de odio” es nombrado magistrado, ministro, albacea o legislador. Desde ahí, se valen del poder político asumido, desfalcado o asaltado, para tomar decisiones que apuntan a algún destino equivocado. Es decir, las realidades son allanadas a fuerza de zarpazos, extracciones, sustracciones e imposturas. Pero siempre, de modo encubierto para entonces disimular o aparentar lo que no es, lo que no ha sido o lo que no puede ser.

Es la descarada actuación de funcionarios sin la más mínima cuota de vergüenza. Sobre todo, en situaciones donde se instalan doctrinas de ambiguo socialismo. Por eso, los resultados siempre lucen de una mediocridad eximia. Ni la justicia, en esos casos, supera dicho nivel de perversión. Es cuando oye preguntarse, si es que todo eso sucede a consecuencia de una justicia acomodada a intereses oscuros. Sería entonces un problema de Justicia socialista: ¿servil o arrodillada?

* * *

Las opiniones expresadas en esta sección son de entera responsabilidad de sus autores

Profesor Titular ULA, Dr. Ciencias del Desarrollo, MSc Ciencias Políticas, MSc Planificación del Desarrollo, Especialista Gerencia Pública, Especialista Gestión de Gobierno, Periodista Ciudadano (UCAB),...