2010 año polémico

Uno de los recuerdos que atesoro en mi mente tiene que ver con un acto en el primer grado en la escuela Mireya Vanegas, en El Conde, donde estudié. Dramatizamos una canción infantil: “Estaba el Negrito Pon/estaba comiendo arroz/el arroz estaba caliente y el negrito se quemó/La culpa la tuvo usted de lo que le sucedió / por no darle ni cucharilla ni tenedor…”

Durante la niñez se va formando, progresivamente, la conciencia moral, ir distinguiendo entre lo que está bien y mal lo que le hace daño a los otros y se dan pasos desde la heterenomía hacia la autonomía.

Uno de los elementos que caracteriza el paso a la adultez tiene que ver con la capacidad del adolescente de asumir la responsabilidad por las consecuencias de sus actos y no echarle la culpa a otros por lo que le sucede.

Un adulto que no asume la responsabilidad será una madre, padre, trabajador, ciudadano que no madurará e irá por la vida sin asumir lo que le corresponde. Todo lo no hecho o hecho mal será por culpa de los otros.

Mientras la tristeza por el asesinato del adolescente Fabián Urbina, de tan solo 17 años, cubría el valle de Caracas, acompañada de un torrencial aguacero, la diputada Tania Díaz sentenció: “La oposición convoca y arma a adolescentes en sus movilizaciones para que cometan “actos terroristas”.” El típico y manido cliché de criminalizar a las víctimas.

El propio Ministro Reverol socavó la tesis de la legisladora: “La hipótesis principal dentro de la investigación iniciada por estos hechos se presume el uso indebido y desproporcionado de la fuerza”. La proliferación de imágenes que captan el hecho quizás no deja resquicio para que el ministro lo tipifique como “un hecho irregular”; sin que tal confesión no esté acompañada de la respectiva adjudicación de responsabilidades.

La culpa la tienes tú. “Los efectivos dispersaban manifestación violenta…” “De nuevo condenamos la violencia y el llamado insurreccional que ha hecho la oposición venezolana a estas manifestaciones”.

¿Uso indebido y desproporcionado de la fuerza? La propia Fiscal Luisa Ortega Díaz sentencia: “Fue un homicidio”. ¿Hubo un uso indebido y desproporcionado en el asalto a residencias como “Los Verdes”? No se puede hablar de allanamiento. Fue un procedimiento donde la fuerza, el vandalismo, el atropello se materializó en amenazas, agresiones, humillaciones, robos, derribo de puertas, destrozo de bienes y áreas comunes, asesinato de una mascota… No, en ese caso los funcionarios cumplían con su deber. La culpa fue de los “terroristas” detenidos en la operación. Entre ellos tres adolescentes y una joven de 18 años embarazada quienes tras más de 48 horas de detención arbitraria fueron liberados por un tribunal sin que se probara ninguno de los señalamientos que se le atribuyeron.

“La culpa la tienes tú” se ha convertido en una forma de gerenciar:

El apagón fue causado por una iguana”. “Se va la luz porque hay un consumo excesivo”; “por un sabotaje”.

“No hay medicinas porque se automedican y consumen en exceso”. “Los médicos se llevan las medicinas”. “Los laboratorios tienen un boicot”. “¿Quién dijo que hay que cepillarse tres veces al día?”. “No hay papel higiénico porque la gente ahora come mucho más que antes?”. “Los panaderos son responsables de la falta de pan”. “Los comerciantes generan el desabastecimiento”. “Mafias checas se llevaron los billetes de 100”. “Los niños de la calle protestan porque les pagan”. “A los adolescentes los llevan a la manifestación engañados haciéndoles ver que están en la secuencia de un videojuego de acción”. “Los estudiantes protestaron a las afueras de su centro educativo porque los docentes los obligaron”. “Los niños están en la calle porque sus padres son unos irresponsables”. “Los adolescentes involucrados en la violencia lo hacen por lo que ven en la televisión”. “El uso de las tecnologías está acabando con los valores causando la inseguridad”. La culpa la tienes tú. Asumo la responsabilidad, por ahora”. “Yo ante el país y ante ustedes, asumo la responsabilidad de este movimiento militar bolivariano”.

Bastó una brevísima alocución de televisión para que el comandante Chávez irrumpiera para cambiar el rumbo de la historia contemporánea del país. El secreto: alguien que asumía la responsabilidad de sus actos en un país donde los líderes escurrían el bulto. Chávez llegó al poder y ante la complejidad de gobernar siguió la fórmula de responsabilizar a terceros. “El imperialismo”, “la oligarquía” se convirtieron en comodín. La administración pública encontró la fórmula mágica para no tener que implementar políticas públicas y rendir cuentas por lo no hecho, la inefectividad, ineficiencia.

No hay que evaluar, rendir informes, publicar estadísticas por el mal uso que le darían investigadores, universidades, periodistas, ongs… Se abrieron así las puertas a la chapucería y a la corrupción.

Las denuncias por extralimitaciones o violación de derechos humanos reciben como respuesta que deben ser individualizadas, son hechos aislados; pero se obvia la responsabilidad de las máximas autoridades que respaldan la actuación de las fuerzas de seguridad cuando los elogian públicamente, respaldan su actuación, les ofrecen incentivos, condecoran, les impiden ser interrogados por el Ministerio Público, son exculpados.

¿Solo Control Externo?

En la universidad me topé con la teoría de Aprendizaje Social de Rotter. Se pudiera simplificar ejemplificando: ”Aquellas personas que consideran que tienen el control sobre lo que ocurre poseen lo que los psicólogos denominan como locus de control interno. Sin embargo, quienes piensan que no tienen el control sobre lo que sucede y que los factores externos son los responsables, entonces tienen lo que se conoce como un locus de control externo.”

Gobernantes apelando al locus de control externo, sin capacidad autocrítica, nos remontan al estertor de la Cuarta República.

Si “la culpa la tienes tú” se convierte en una forma de gobernar padeceremos el país y será natural que todas las encuestas arrojen que la gran mayoría a una sola voz le diga al gobierno: “La culpa la tienes tú”.

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Las opiniones emitidas en los artículos publicados en esta sección son de la entera responsabilidad de sus autores. Efecto Cocuyo.

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