unidad electoral es, a todas luces, insuficiente para atender el problema político que tenemos al frente. Una cosa es convocar a la gente a ejercer el voto y otra, muy distinta, construir el espacio político que necesitamos para reconstruir este país.Las actuaciones del CNE/TSJ causan indignación. Se trata sin duda de una componenda que les permite manejar a conveniencia los hilos del poder. El asunto es sutil. No se trata de una prohibición. Acá nadie ha dicho que el RR no vaya a realizarse. Pero la suspensión del evento electoral tiene consecuencias complejas para la institucionalidad democrática, al tiempo que implica una manipulación del espacio jurídico/político a favor de la élite/facción gobernante.Las acciones orquestadas desde el poder no causan asombro. La verdad es que uno no podía esperar que las cosas sucedieran en el marco de la legalidad formal; todo, a fin de cuentas, depende del cristal con que se mire. Era necesario suponer, después de 18 años, que el chavismo iba a jugar algunas cartas. Cartas que lo colocan al margen de la actuación ética, que lo mueven cada vez más cerca de formas de autoritarismo abierto, que generan miedo, desconfianza y desconsuelo, pero que le permiten permanecer en el ejercicio del poder.Causan asombro, eso sí, las respuestas que se generan desde la MUD. Inadecuadas, inmaduras, poco contundentes. La verdad es que así no vamos a ningún lado. He escuchado con cuidado las declaraciones de quienes se supone me representan. Se limitan a un diagnóstico ya conocido, a la queja cotidiana, al desahogo imprescindible. Entre el decir y el hacer siempre hay algún trecho.¿Qué significa hacer política en este país, en este momento? ¿Qué hacer? No hay respuestas fáciles. Nos hemos venido cocinando como en el cuento del sapo y el agua hirviendo. Pero creo tener claro que este es un momento de resistencia cívica y ordenada que requiere de una convocatoria amplia de los sectores más diversos. No se trata solamente de acabar con esa cosa horrenda que es el llamado G4 de la MUD, que implica el acuerdo de los partidos más grandes para imponer su músculo puertas adentro, excluyendo a los partidos más pequeños.Se trata, además, de incluir a sectores diversos, de discutir ampliamente puntos de vista diferentes, en un ejercicio de amplitud y tolerancia; se trata de la necesidad de reconocer al otro y su derecho a disentir. Pero, sobre todo, se trata de la necesidad de construir opciones viables para una sociedad que se destruye a sí misma de manera irresponsable. Las alianzas electorales solo tienen sentido en un momento electoral. Cuando los países se encuentran al borde de la destrucción no basta con presentar candidaturas, hacer alianzas, o repartirse cargos. Más allá de la lógica del revocatorio es necesario reconstruir el país. Acá nadie está pensando en una alternativa a la locura autoritaria desde la que se nos gobierna. Acá no hay proyecto de país. Hay gente que cree que es suficiente con las reuniones constantes, con la voluntad de llegar al poder o con montar una logística para garantizar que las cosas pasen.La realidad nos llena de desengaños. Hay que proponer a favor de ideas y alternativas y no solo en contra. Al final de la historia todos sabemos que el gobierno de Maduro es ineficiente, que gobierna mal, que estamos llenos de problemas. Tenemos un país cada vez más pobre y problematizado, en el cual se incumple la legislación de manera cotidiana. La facción que nos gobierna actúa para permanecer en el poder irrespetándonos, amenazándonos, empobreciéndonos. Para ello utiliza las formas más creativas y diversas para interpretar la realidad y actuar sobre ella.Creo que un paso definitivo debe llevarnos a reconocer que no nos encontramos frente a un sistema propiamente democrático, tampoco frente a una dictadura tradicional. Creo que estamos frente a nuevas formas de autoritarismo, que se manejan de manera líquida, que no reprimen de manera generalizada, que no meten a la gente en el estadio de futbol y la fusilan. Se trata de nuevas formas de limitar el uso y disfrute de los espacios democráticos, que convierten a los ciudadanos en clientes, que presionan a la disidencia, que atacan a la crítica descalificándola, que no patean la mesa, solo la hacen tambalear.Esta es una hora para pensar desde un nosotros, de incluir, de tolerar. Vienen tiempos muy duros, que requerirán de nosotros nuestro mejor esfuerzo, una mayor catadura moral, una mayor capacidad para organizarnos, reconocernos, resistir. Solo así podremos salir de esta hora menguada.]]>

Internacionalista. Director de la Escuela de Comunicación Social - UCV. Doctor en Ciencias Políticas. Profesor en la Universidad Central de Venezuela. Consultor.

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