La solidaridad en la política

Sólo hay solidaridad, cuando su ejercicio se hace acompañar del respeto, de la tolerancia y de la justicia. Sin la reunión de estos valores políticos, la solidaridad sería cuál simple pompa de jabón en el aire, sin propósito alguno. Sería, sencillamente, un sentimiento desprendido de las emociones que estremecen al ser humano cuando busca aferrarse a la esperanza cuyo ímpetu despierta la conciencia de cara a las realidades que configuran todo ámbito de vida. 

Quizás, la solidaridad es una de las pocas virtudes cuya significación es envolvente. Es decir, reconocer que la solidaridad en política es la conciencia de intereses, objetivos y normas o determinaciones y regulaciones de toda índole en el contexto de una sociedad, revela el sentido de unidad que su praxis implica.

Pero sólo, cuando hay voluntad de cooperación mutua entre el alcance de la ética y el ejercicio de la política, lo cual es posible, cuando existe integración perceptible y perfectible entre identidades individuales, colectivas, y las medidas gubernamentales asumidas en el plano de una necesidad de rango local, regional, nacional o internacional.

Detalles de una crisis socio-natural

Vale este preámbulo a manera de concienciar los embarazosos problemas de orden físico que recién afectaron parte significativa del territorio nacional. Y, en consecuencia, conmovieron a la población venezolana al momento de advertir nuevos y antiguos problemas. El caudal de agua generado por lluvias ininterrumpidas que anegaron importantes extensiones de la geografía nacional, tanto como acelerados desbordamientos afectando cursos de agua, carreteras rurales y urbanas caídas. Al igual que casas de pequeña y mediana envergadura, derrumbadas, volvieron a llenar el panorama venezolano de crudos problemas.

Tal nivel de adversidad, arrojó crisis de alimentación, escasez, incomunicación, transporte, salud, damnificados, principalmente. Sin embargo, la intención de esta disertación no apunta a destacar la emergencia que vivieron varias regiones del país al término del mes de junio de 2025. Especialmente, Mérida, Trujillo, Barinas, Portuguesa, Monagas, Amazonas y Bolívar. 

En la perspectiva política

La solidaridad en política se refiere a la unión y apoyo mutuo entre individuos y grupos sociales, específicamente, en la búsqueda de objetivos comunes como la justicia social y la defensa de derechos. Esto puede manifestarse a través de la participación ciudadana. O también, de la cooperación que ocurre al interior de la dinámica de los movimientos sociales. O, en la implementación de políticas públicas que buscan el bienestar colectivo. 

No obstante, en el terreno de la política, la verdadera solidaridad se concibe más allá de intereses individuales y políticas ordinarias o excepcionales. Por consiguiente, podría decirse que solidaridad es una especie de actitud que apuesta a un propósito mancomunado. Aún así, referir la solidaridad en tanto concepto, no resulta sencillo. Más, en política.

Según Ramón Vargas-Machuca Ortega, profesor de Filosofía Moral y Política de la Universidad de Cádiz, “el concepto de solidaridad es un concepto vago, cuyo dominio resulta demasiado borroso” (En: Democracia y virtudes cívicas. Biblioteca Nueva. Madrid, 2005, p. 311) 

Propósito de la disertación

Esta disertación busca destacar lo que, a juicio del estudio situacional realizado a dicho respecto, se infirió. En principio cabe asentir que, en el fragor del desastre natural y emergencia vivenciada en las regiones arriba señaladas, la “solidaridad” exhibida parece obedecer más a una preocupación ocasional, que a lo que este análisis ha discutido sobre el término “solidaridad”.

Aunque en verdad, no podría dudarse que lo observado durante el recrudecimiento del implacable evento natural, ciertamente castigó a pobladores situados en las márgenes de áreas calificadas de “alto riesgo”. Al igual que a cultivos, zonas de pastoreo de ganado, carreteras y vías de penetración agrícola, lo cual evocó el llamado de socorro que movilizó la población de ciudades aledañas y comunidades colindantes.  

Desde luego, no faltaron las donaciones, atenciones y entregas que acopiaron organizaciones sociales, gremiales, religiosas y educativas. Sin embargo, a pesar de que las acciones hablan más fuertes que las palabras, estos hechos solapan u ocultan problemas que, por la urgencia con la cual se actúa en momentos así, los mismos  son poco advertidos. Y es lo que seguidamente, será comentado:

Problemas en análisis

Cabe decir que, en medio de dichos apuros, pareciera pesar más el sentido de humanidad que la condición de ciudadano. Debe entenderse que solidaridad, no es un acto de caridad. No obstante, tal desfiguración impulsa a confundir solidaridad con caridad. 

Este problema se evitaría si acaso prevalece como esencia del concepto de solidaridad, la posibilidad de comprenderse como la actitud que motive la capacidad de sustituir el YO por el NOSOTROS. Esta idea, podría esquivar la tendencia de considerar la solidaridad como una virtud moral, que aunque pueda considerarse asociada a la justicia, lo cual no es así. Ni siquiera entendiendo -en sentido estricto- lo que su significado contempla. 

El otro problema lo explica la desorganización que infunde la presencia de distintos organismos de seguridad desplegados hacia las áreas afectadas. Sus acciones son siempre acompañadas de la fuerza represiva que distinguen las órdenes proferidas por presumidos jefes. Y desde luego, arrogándose el poder de las armas que portan. 

Esto es un problema reiterativo. Además, es agotador. Incide sobre la prestación de servicios que, aún cuando puedan ser exiguos o excesivos, no cumplen a cabalidad el cometido suficiente que plantea el evento. Esto, sin duda, constituye una contrariedad de primer orden pues no sólo demanda recursos de toda índole, sino que genera problemas de coordinación, apoyo, asistencia, administración y control de recursos y acciones. 

A modo de conclusión

Ante ambos problemas, la solidaridad pierde cualquiera de sus posibles efectos. Más aún, si la idea de solidaridad compromete razones de acción colectiva, toda vez que apunta a verse como una ayuda entre capacidades y potencialidades que luchan por un mismo objetivo.  Pero jamás verse como expresión de sumisión. Y que es la contradicción que surge cuando en aras de procurar el desenvolvimiento de una emergencia o desastre de cualquier especie, se suscita por causa de la desorganización imperante.

Finalmente, podría inferirse que, para la política, los problemas que derivan del ejercicio de la solidaridad, aun cuando su dominio se conciba “borroso”, cabría reconocer que sin solidaridad no habría el equilibrio necesario sobre el cual se fundamenta la política. Y menos aún, entender solidaridad ausente del debido equilibrio. Además, suficiente y capaz de establecer la gobernanza y gobernabilidad que requiere todo hecho social, político y económico. Esa fue la razón que animó a disertar sobre la solidaridad en la política.

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Las opiniones expresadas en esta sección son de entera responsabilidad de sus autores.

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Profesor Titular ULA, Dr. Ciencias del Desarrollo, MSc Ciencias Políticas, MSc Planificación del Desarrollo, Especialista Gerencia Pública, Especialista Gestión de Gobierno, Periodista Ciudadano (UCAB),...