La humanidad celebra el primer semestre del comienzo de la vacunación contra el covid-19. Indudablemente, el balance es positivo aunque con aspectos decepcionantes. 

Lo bueno de la vacuna

Lo mejor de la noticia sobre la disponibilidad de la vacuna contra el covid-19 es haber suministrado esperanza, autoconfianza y calma a la humanidad.  Justo a un año de haber comenzado una inmensa y temerosa pandemia mundial y con consecuencias sociales y económicas inconmensurables hasta ahora (falta también saber los efectos en la política), con la vacuna, la humanidad volvió a ver luz después de meses de oscurantismo en salud. 

La esperanza de salvación -un elemento en nuestra psique- que la vacuna le imprimió a la humanidad se acompañó de tranquilidad en quienes lograban vacunarse.  Como la mayoría de estas vacunas exigen dos dosis, la espera ha sido larga, aunque tener ya una dosis daba la mitad de la tranquilidad. Esto en los pocos países donde se disponía de las vacunas, o sea, no en todo el mundo.

Iniciada la campaña de vacunación, los datos epidemiológicos comenzaron a mostrar los logros en la lucha contra el virus SARS-CoV-2. En los países donde la vacunación ha avanzado, han disminuido los contagios del coronavirus, hay menos ingresos a los hospitales y menos muertes por covid.

En los países donde la vacunación ha avanzado se ha recuperado una cierta normalidad cotidiana. Las economías de los países ricos, los que tienen más vacunas, comienzan a recuperarse. Las esperanzas, inclusive, en los países pobres han aumentado.  Los gobiernos, con altibajos, van ganando la batalla.

Lo doloroso de la vacuna

El pinchazo de la vacuna duele poco. Quizás en el brazo por unas horas. Puede ser que haya un cierto malestar general como consecuencia de la inmunización.  Poco se siente para todo lo que se gana. Aún así, lo que ha dejado ver la pandemia del covid, a nivel mundial, ha sido enardecedor, doloroso. La pandemia no solo es una crisis de salud, sino personal, económica, social, política. Falta saber.

El acceso a la vacuna contra el covid ha rebelado la obscena desigualdad económica y social que hay en el mundo.  Los gobiernos de los países ricos acapararon las compras de las vacunas, inclusive antes de que salieran al mercado internacional. Los gobiernos no solo han querido salvar a la población bajo su responsabilidad, sino a sus economías y con ello, su imagen institucional. 

Los gobiernos de países pobres poco pueden hacer ante la amenaza del covid. Todo depende de dinero y de su dependencia política. Sus poblaciones pudieran ser diezmadas. Sus economías ya lo están. 

La meta mundial y nacional de vacunación en los países ricos es lograr la inmunidad del rebaño, vacunando, como mínimo, al 75% de la población. A seis meses de haber comenzado la vacunación, casi ningún país ha logrado esa meta. Se ha encontrado con un obstáculo, un sector de la población que por diversas razones se resiste a vacunarse. Esto, claro, sucede en los países ricos; en los países pobres, la gente está ansiando, como loca, que la vacunen.

Resistencia a la vacuna

A pesar de que en todo el mundo, para mediados del 2021, más de 200 millones de personas se han infectado por el virus y algo más de 4 millones han muerto por covid, hay quienes todavía sostienen que la pandemia es un invento de fuerzas oscuras, que nunca ha existido, por tanto, que nadie se ha enfermado, ni muerto por esa causa. Que es un invento de los gobiernos. Cosas oyeres.

Hay quienes ven imágenes de hospitales, de cementerios, sobre todo al principio de la pandemia y por principio, las niegan. Son un invento, piensan y duermen tranquilas hasta que alguien conocido se enferma o muere por covid. Aún, así, dudan si será verdad. Por principios, pero no por conocimiento, siguen negando.  Ser negacionista es un forma de vivir, como con cualquier discapacidad. Cosas vieres.

Se pudiera no creer en la pandemia del covid, pero esa misma persona incrédula, se puede infectar. Ha pasado. De hecho, si una persona negacionista sabe que otra tiene síntomas de estar infectada, la evitan.

Como una modalidad negacionista, un sector de la población de los países ricos puede darse el lujo de no vacunarse porque no quiere, porque es su derecho. Los gobiernos entran en conflicto: ¿qué hacer con ese sector negacionista?, ¿cómo se respetan los derechos individuales si están amenazados los colectivos? Hasta ahora, en estos países, gana el derecho individual.

Al ganar el derecho individual sobre el colectivo en lo que queda de la lucha contra la pandemia, los gobiernos de los países ricos y organismos internacionales están traspasando la responsabilidad de la lucha contra el virus a las personas.  “De ti depende” es un peligroso mensaje porque puede llevar a los gobiernos a lavarse las manos, como Pilatos, ante sus responsabilidades y culpabilizar a la gente por no hacer lo que debe ante la epidemia. Así es muy fácil.

La voz del Santo Padre

Es confuso el llamado del Santo Padre y acólitos a su feligresía en Latinoamérica para que se vacune “como un acto de amor”. Bellas palabras. Pero ¿no se habrán enterado en el Vaticano  que el problema en los países pobres no es la actitud de la población hacia la vacunación, sino que no hay vacunas, que la gente quiere vacunarse, pero ¿no encuentra cómo poder hacerlo?

Los gobiernos de países pobres no tienen problema con gente rezagada, ni con negacionistas. Lo tienen con la disposición de vacunas, con su precario sistema sanitario, con la corrupción alrededor de las vacunas. Esa es harina de otro costal.

La inmunización contra el covid trae tranquilidad, sentimiento de logro, de salvación pero hay que disponer de vacunas. Oremos porque así sea.

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Las opiniones expresadas en esta sección son de entera responsabilidad de sus autores.

Del mismo autor: La huida migratoria

Leoncio Barrios, psicólogo y analista social. Escribidor de crónicas, memorias, mini ensayos, historias de sufrimiento e infantiles. Cinéfilo y bailarín aficionado. Reside en Caracas.