La preocupación por la violencia que transmiten los medios de comunicación -violencia mediática, la llaman- no es nada nueva en términos del impacto o efectos que contenidos de ese tipo pueden tener en quienes se expongan a ellos. El asunto es que los medios  se han diversificado y multiplicado haciendo el control sobre los contenidos casi imposible.

Violencia a través de los medios masivos

Contenidos violentos en los medios comenzaron a verse desde los inicios del cine. Las tortas tiradas a la cara, las trampas puestas por un personaje a otro para que se golpeara o los golpes directamente dados, hicieron reír a los abuelos y abuelas de hoy.  Irónicamente, los actos violentos eran un recurso frecuente en las películas de humor y hasta en las tiras cómicas para niños. Los creadores de contenidos temáticos asumieron que la violencia era divertida.

La preocupación por la violencia mediática tomó fuerza a partir de los años 60, cuando la televisión empezó a llegar directamente a los hogares de casi todo el mundo y se creyó que ese medio era uno de los agentes responsables del aumento de la violencia social en casi todos los espacios sociales, como calles, escuelas, casas de familia. 

Desde hace años preocupa que las conductas violentas que transmiten los medios sean copiadas por la teleaudiencia, sobre todo por la más joven. También porque cada vez hay más programas violentos debido a que acciones violentas dan dinamismo a las historias y mueven emociones. Factores claves para atraer la atención y entusiasmar a televidentes de cualquier edad.

La preocupación por los contenidos violentos en los medios aumentó con la llegada de los videojuegos y la diversidad de dispositivos por donde se pueden obtener. Los videojuegos se caracterizan por basarse en situaciones violentas. En ellos, la violencia se muestra como la forma lógica de resolver los conflictos, así, como en los tiempos de la barbarie.

Con la televisión y los videos juegos, los campos de guerra se trasladaron a las salas de los hogares e inclusive, a los dormitorios de niños, niñas y adolescentes. La ficción mediática hizo de la violencia, la agresión, la destrucción y del asesinato algo natural. Sin embargo, no todo está perdido en el mundo por la paz y el amor:  Mi hijo tenía como 10 años, jugaba con su Play Station, le apuré porque estábamos retrasados a donde íbamos y me respondió: espérate que me falta matar a dos. Me aterroricé. Menos mal que en la vida real no ha matado ni a una mosca.

Violencia real

Junto a la violencia de ficción, la humanidad, en la realidad, ha evolucionado entre hechos violentos. La sociedad era violenta antes de que los medios nos la mostraran, pero una cosa es ser violento y otra es ver violencia.  Pareciera que verla es peor.

Vivimos en una época llena de conflictos de todo tipo, donde la violencia, la cotidiana, la real nos amenaza. Narcotráfico, terrorismo y violencia de Estado están entre sus expresiones macro. En lo pequeño, como si fuera poco, la violencia en la calle, la escuela, la familia, la pareja, con los más pequeños de la casa. El problema se agranda cuando a las violencias reales se suma la violencia ficticia de los medios.

Cositas a tener en cuenta ante la violencia mediática

La investigación sobre los efectos de la violencia televisada en el público ha llegado a conclusiones que son importantes tener en cuenta. He aquí algunas:

El impacto de la violencia mediática es mayor cuando la persona se mueve en contextos violentos reales como, por ejemplo, vivir en una comunidad o en una familia violenta.

Cuando una persona es violenta, no por naturaleza sino porque el medio social donde se ha desenvuelto le ha enseñado a comportarse de esa manera, tiende a exponerse a contenidos violentos. Estos contenidos refuerzan sus conductas violentas.  Es decir, la gente violenta se hace más violenta. La sumatoria de violencias es fatal o lo que es peor, letal.

Todo depende de quién consume la violencia: Si el espectador es una persona acostumbrada a recibir órdenes, a seguir instrucciones, a ser obediente, hay más probabilidades de que siga conductas violentas. Las personas desobedientes, rebeldes, críticas suelen ser más resistentes ante la violencia mediática.

Hay que tener en cuenta que los niños, niñas o adolescentes no son como una esponja que absorbe todo. Aún a corta edad ellos aprenden a discriminar entre lo que les gusta y lo que les disgusta. De allí la importancia de que los adultos a su alrededor verbalicen, critiquen, le sirvan de guía en lo que consumen en la televisión y videojuegos. El mayor riesgo para que les impacten los contenidos violentos es que se expongan a los medios en soledad.

Es fundamental enseñar a la teleaudiencia y usuarios de telejuegos a consumir con criterio críticos los contenidos de los medios, a diferenciar ficción de realidad, a descartar lo que consideremos conductas violentas inútiles y contraponer los valores que están recibiendo por estos medios frente a los valores de la familia. Un papel fundamental de la familia y la escuela. Ojalá.

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Las opiniones expresadas en esta sección son de entera responsabilidad de sus autores.

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Leoncio Barrios, psicólogo y analista social. Escribidor de crónicas, memorias, mini ensayos, historias de sufrimiento e infantiles. Cinéfilo y bailarín aficionado. Reside en Caracas.