El día mundial del hombre no tiene tanta resonancia mediática como el día de la mujer.  Por lo general, pasa casi inadvertido. Eso podría ser considerado un indicador de discriminación de género y por ello, buscando el equilibrio necesario, hagamos alguna bulla a ver si se oye.

Los orígenes de esta conmemoración

Con respecto al origen del día del hombre, fuentes en internet refieren que, en 1992, un profesor de la universidad de Texas lo propuso, sin precisar por qué razón desde entonces.  También se sabe de un fuerte movimiento masculinista australiano viene impulsando desde entonces. El símbolo de esta celebración es el bigote. Fácilmente comprensible.

Casi 20 años después de haberse empezado a hablar del día del hombre, un indicador de su creciente importancia es que ahora se habla del mes del hombre. Más tiempo para reflexionar sobre la masculinidad.

Los hombres tienen bigote, aunque se lo afeiten

Los hombres, a pesar de la creencia generalizada de que por ser hombres tienen todas las de ganar en la vida, suelen ser personas con muchas limitantes impuestas que terminan siendo autoimpuestas. Cuestión de género, lo que la sociedad espera de ellos. Los hombres deben ser autosuficientes, es una creencia que impone la cultura.

Por la fortaleza que la sociedad atribuye a los hombres hay pocas instituciones o programas destinados a atender o a apoyar a los hombres. La atribuida suficiencia masculina o autosuficiencia es tan fuerte que, muy posiblemente, si ellos tuvieran la posibilidad de apoyo institucional distinto al económico, muchos se resistirían a buscarlo. No es de hombres pedir ayuda es otra creencia generalizada.

Las sociedades suelen ser muy demandantes con los hombres y sancionadoras de los deslices de algunos de ellos. La disposición de ayuda en estos casos es escasa. Los hombres deben luchar solos. Ellos son fuertes y capaces es otra creencia cultural.

Los hombres y sus cuerpos

Ante las exigentes demandas culturales de ser varón, macho a toda prueba, la vida de los hombres es complicada en su relación con su psique y con su cuerpo.  Por eso, el día del hombre se plantea un objetivo fundamental: invitarlos a ellos a reflexionar sobre su salud. Tratándose de hombres, que atiendan su salud podría ser considerado una reivindicación del género.

La relación del hombre con su cuerpo suele ser tan complicada que puede llegar a reducirlo a la satisfacción de las necesidades físicas básicas.  El hombre, al asumirse como fuerte puede llegar a asumir el cuerpo como algo que tienen y no más. Lo único que pareciera importarles es el pene y su funcionamiento. Así suele ser para la mayoría de los hombres, por lo general, heterosexuales, varones a carta cabal, según lo establecido. La cultura lo ha hecho así.

Los hombres homosexuales, al aceptar con más facilidad que otros varones la parte femenina, suelen tener una relación más atenta a su cuerpo, sobre todo en el aspecto estético y coinciden con los heteros en la sobrevaloración del pene. Para los hombres travesti o transgénero el cuerpo tiene otro significado: ellos son su cuerpo.

El asunto es que el cuerpo masculino, donde radica la salud física, suele ser visto como resistente hasta la invulnerabilidad y aquí comienza la fantasía y el mito: el hombre como superhombre. En el autoconcepto preponderante de lo masculino, ellos son “superman”, o deberían serlo y si no, pueden pasar a ser sospechosos de que algo falla en ellos.

Para la mayoría de los hombres, la enfermedad es una expresión de debilidad corporal y les es difícil asumirla. Los chequeos médicos preventivos los consideran innecesarios. Les da miedo. Muchos acuden al médico cuando ya es tarde o peor, cuando el dolor los revienta o la debilidad los tumba y, en poco, se los podría llevar a la tumba.

La psique masculina

Pese a la valentía y fortaleza física y emocional que la cultura impone a los hombres, ellos, como humanos, tienen sentimientos, sienten temor, vergüenza, tristeza, alegría – sin ser gays- pero relativamente pocos se atreven a expresarlos. Si lo hacen mucho, la sociedad puede caer encima hasta casi aplastarlos. Aún en estos tiempos de mayor tolerancia.

En sociedades reales y virtuales de hoy hay mas licencia que antes para la expresión de la emocionalidad masculina, pero son eso: licencias, permisos, expresiones de tolerancia.  Aún no se ve como “normal”, como un derecho humano, el que un hombre sea muy expresivo emotivamente. Se permite que llore, se ríe, sea tierno, sí, pero un poquito, no más. Si se pasa de la raya, lo ven del otro lado.

Entonces…

El día, la semana, el mes del hombre debería convocar a jornadas en la que las instituciones públicas, privadas, iglesias, sindicatos, instituciones educativas, militares, prisiones, clubes deportivos, cualquiera, ofrecieran facilidades para exámenes de próstata, medición de testosterona, tensión arterial, peso, exámenes de sangre; lo básico que los hombres necesitan saber sobre su organismo.

Junto a la promoción del cuidado del cuerpo masculino, más allá de verse y sentirse bien, en el mes del hombre deben organizarse jornadas de reflexión, talleres, programas de opinión, campañas en las redes sobre las masculinidades, el orgullo y el temor de ser hombre.

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Leoncio Barrios, psicólogo y analista social. Escribidor de crónicas, memorias, mini ensayos, historias de sufrimiento e infantiles. Cinéfilo y bailarín aficionado. Reside en Caracas.