El proceso de México y sus rondas de negociaciones desde un principio ha tenido muchos adversarios que se han hecho sentir en las redes sociales y en los medios de comunicación. Pero, particularmente, estas últimas semanas ha estado sometido a un “fuego cruzado” constante utilizando términos militares para describir el enfrentamiento verbal.
Desde el principio, algunos sectores de la oposición han cuestionado abiertamente la posibilidad de negociar con un gobierno “forajido” que no ofrece ningún tipo de garantías para llegar a acuerdos confiables. Esta posición, aunque ha tenido hasta ahora poca repercusión en los sectores afines al mundo opositor y mucho menos en términos de opinión pública nacional, crece en ruido comunicacional y en vocerías altamente conocidas en el país y en el exterior.
Ahora también se han sumado voces que están representadas en México, pero ante la irrupción de determinados escándalos públicos de corrupción, han optado por comenzar a “dinamitar” las rondas entre oposición y gobierno con la mediación internacional. Atacan a los representantes de Maduro y, por mampuesto, a determinadas figuras opositoras para desacreditar el proceso y, obviamente, hacerlo naufragar por inviable. En este mismo marco, los factores opositores reunidos alrededor de la denominada “alianza democrática”, que no es copartícipe del proceso por no ser reconocida por los factores del G-4, han lanzado llamaradas permanentes cuestionando la representatividad de quienes han llevado las conversaciones hasta ahora.
Desde el gobierno de Maduro, a través de varias vocerías, incluyendo la del primer mandatario, también se arroja fuego al proceso, aunque se es copartícipe. Algunos incidentes como la incorporación de Carlos Vecchio o la del propio Alex Saab, han exacerbado el cúmulo de declaraciones oficiales en torno al tema. La guinda en el pastel la ha puesto Josep Borrell, alto representante para la política exterior de la Unión Europea, quien en un gesto “poco diplomático” se convirtió en el centro de ataques tanto de la oposición como del oficialismo y ni que decir, de algunos factores de poder dentro de la propia UE, que han venido cuestionando su forma de llevar el acompañamiento al proceso venezolano en México.
Todos estos elementos y variables han llenado de incertidumbre una vez más una tratativa de entendimiento político para resolver el tema Venezuela. Aunque la disposición de la comunidad internacional y la voluntad de muchos actores políticos sea la de impulsar el proceso con todas las fuerzas, con este fuego cruzado, ha quedado en evidencia, que los tiempos políticos siguen muy alejados de los tiempos sociales y de la realidad actual. México ha llenado de esperanzas a una población ávida de soluciones y cansada de una cotidianidad angustiante. No obstante, pareciera que el “tirapiedrismo” y la consolidación de intereses muy particulares internos y externos a Venezuela, que juegan a mantener el fuego cruzado de manera permanente, hacen que la “alta política” quede relegada o minimizada de momento.
No sabemos a ciencia cierta si México nos llevará a resultados concretos, que es el deseo de la gran mayoría de venezolanos, entre los cuales me incluyo casi que con fervor; sin embargo, quienes pretenden hacerlo colapsar antes de tiempo, se podrían llevar muchas sorpresas en el camino. Venezuela es un tema que no solo está bajo la mirada de la política.
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