La moral es una dimensión difícil de tratar, fundamentalmente por ser un concepto muy abstracto, que poco es percibido, visualizado. Quizás por ello cuesta manejar. Se expresa en la ética y por ello hay códigos de esa materia en casi todas las instancias sociales. Se espera que quienes tienen posiciones de liderazgo o alto posicionamiento social sirvan de ejemplo en cuanto a comportamientos éticos o morales se refiere.
Varios casos, todos acontecidos, recientemente, en Europa, han sacudido a la opinión pública mundial y nos dejan ver los discursos morales en sociedades que se presentan como ejemplos de comportamientos morales.
El campeón mundial
Un joven campeón mundial de tenis iba en búsqueda de otro trofeo a un país donde las autoridades han sido estrictas con las medidas para prevenir el covid. Una de ellas es haberse puesto, al menos, dos dosis de la vacuna y se ha incluido en los controles fronterizos. El admirado deportista no se ha vacunado, ni quiere hacerlo. Es su derecho. Aún así quería jugar en el país visitante haciendo uso de sus privilegios de campeón mundial.
Las autoridades de cualquier país están en el derecho y el deber de promover la vacunación como medida preventiva del Covid. Quien no quiera vacunarse, está en el derecho de no hacerlo pero tiene que atenerse a las consecuencias que esa decisión puede tener, como, por ejemplo, que no pueda entrar donde pone en riesgo la salud de otros.
Quien trate de engañar a las autoridades mintiendo u ocultando información está faltando a la veracidad que se exige en los documentos legales. Las planillas de inmigración son explícitas: “toda la información suministrada es auténtica”, o algo así y las firma quien declara.
Firmar una planilla o acta falseando información es un delito, una estafa. Que un joven campeón mundial lo haga, está, a todas luces, cometiendo un delito. Por tanto, aunque suene duro: es un delincuente. Así se les dice a quienes cometen delitos. Corporalmente se puede jugar con flexibilidad pero la moral no puede ser flexible.
El primer ministro
Todo primer ministro debe tener una conducta intachable, como cualquier funcionario público sea donde sea. Pero más en el país que se presenta ante el mundo como ejemplo de rectitud de sus autoridades monárquicas y parlamentarias.
La rectitud suele tener otra cara no precisamente recta sino más, relajada, gozosa para otros momentos. Eso es humano. El problema surge cuando el primer ministro exige a la población estrictas medidas de confinamiento y de distancia social para contener la crisis del covid y, al mismo tiempo, invita a sus aposentos a decenas de funcionarios y amigos para relajarse un poco de las tensiones que la pandemia produce.
Los privilegios suelen ser inmorales. La deshonestidad es una falta moral. La hipocresía en la sociedad de las formalidades tiene mucho de deshonesto. No hay que ser casto, pero parecerlo, dicen
El príncipe
En el país de la rectitud, como lo es casi toda Europa, no solo hay funcionarios públicos que pueden violar las normas sino que los “niños bien”, los hijos de la realeza, también violan las normas y más que normas y, según dicen lenguas autorizadas, desde hace mucho tiempo.
A los de sangre azul la sangre también les hierve y resulta que un hijo de la realeza, ya entrado en años, está acusado de meterse sexualmente con menores de edad. Parece que la cosa se sabía en pasillos del palacio y del parlamento, pero pagando mucho dinero, la casa real había logrado callar a periodistas, medios y, posiblemente, abogados y gente involucrada en lo que sería un escándalo como ahora es.
Algo ha debido pasar en las altas esferas de poder por los lados de Europa y en el que , supuestamente, se cometió el delito, que, al menos una de las agraviadas, ha decidido decir pio y el príncipe, no azul, sino abusador sexual será juzgado.
Tocar el tema sexual y con menores desborda las aguas de la decencia de cualquier sociedad. Por ello, la máxima majestad del país de la rectitud, ha decidido dar un buen ejemplo despojando a uno de sus herederos de buena parte de su lana para que se atenga a las consecuencias de no haber podido mantener sus delitos en la intimidad. Cosas verdes.
El Santo Padre
Sacerdotes de la iglesia católica, dictadora de santos mandamientos y cuanto edicto de la moral y buenas costumbres se tenga en cuenta, frecuentemente son acusados por ser excesivamente cariñosos con los jóvenes feligreses. Abuso sexual, se llama en el argot policial. Algunos representantes de Dios se comportan sexualmente como si fuesen príncipes ingleses.
Uno de los dos papas vivientes, representantes de Dios en la tierra, en este caso, el emérito, nacido y educado en el Viejo Continente, ha sido acusado de negligencia ante los abusos sexuales que sacerdotes bajo su control sometían a jóvenes feligreses. Sabía de pecados cometidos y no decía, ni imponía penitencia. Faltó a la leyes celestiales y a las terrenales. Moral flexible, llaman a eso.
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