En mi artículo de la semana pasada me referí a la mudez de los hombres ante los temas que tocan aspectos de sexualidad y género. Esto a raíz de un manifiesto feminista denunciando violencia hacia las mujeres en letras de canciones populares. Me faltó escribir sobre la ceguera y sordera de muchas mujeres ante esa situación.
Y es que la cultura sexista que predomina en todo el mundo hace que la situación de las mujeres y los hombres en relación al género sea complicada y es poco lo que vemos de nosotros mismos en ese aspecto. La socialización de género es tan poderosa que a ambos nos cuesta darnos cuenta de cómo ese proceso puede llegar a atentar contra nosotros mismos por las exigencias sociales de cómo comportarnos.
Si ya en algunas letras de canciones populares de otros tiempos expresadas en tono de bolero, ranchera, balada, salsa, tango encontramos contenidos misóginos, ofensivos a las mujeres, el reggaetón, un género musical con fuerte arraigo caribeño, de mucho éxito en las recientes generaciones, hace estragos con la imagen femenina.
En muchas canciones del reggaetón y en los videos que las acompañan suelen presentar a las jóvenes con una estética y gestualidad que en el imaginario social corresponde a lo que se llama putas. Por supuesto, solo a las elegantes, bonitas, deseables porque hay otras que no lo son tanto. Mientras, en la pista, en la vida real, las jóvenes quedan embelesadas, enceguecidas ante aquellos mensajes y se entregan al contorneo bailable para excitar al macho.
Digo esto sin temor a parecer puritano, para nada. Se trata de llamar la atención sobre la hipocresía, la doble moral de las grandes empresas de la comunicación y el cómo muchas mujeres, sobretodo las más jóvenes, se dejan engañar. Esas corporaciones, que de negocios saben, por un lado, apoyan campañas como la de “me too” (“A mí también”) para denunciar los abusos sexuales a mujeres, mientras en sus producciones, sobre todo las musicales dirigidas a los jóvenes, promueven y enfatizan que las mujeres son para gozarlas.
Precisamente, un amigo comentaba en FB que en el reciente show de los Latín American Music Awards había por parte de los presentadores y algunos premiados discursos apoyando la emancipación de la mujer, seguidos por la presentación de cualquier reggaetonero interpretando piezas tipo “Dame tu Cosita” y las chicas del cuerpo de baile entregadas al “perreo”, sordas al discurso contra ellas.
Así como en las letras del reggaetón, en otros mensajes del cine, la televisión, afiches, cuentos y cánticos infantiles tradicionales y en el comportamiento en familias y comunidades, se sigue descalificando a la mujer al destacar en ella solo sus dotes sexuales y recordándole el “deber” de entrega y complacencia al hombre aún en sacrificio de su desarrollo intelectual, de su emancipación económica y social. Parece mentira pero no es.
Más allá del reguetón
El párrafo anterior pudiera haber sido escrito en los años setenta, ochenta del siglo pasado, durante el furor del discurso feminista y las denuncias del papel de la mujer en los medios de comunicación, pero es que a pesar de todos los logros sociales por ellas logrados y la diversidad de roles que ocupan en la sociedad actual aún persiste y tiene fuerza el discurso machista que las descalifica, ofende, irrespeta y que algunas de ellas lo asume como propio.
Sin duda que se ha avanzado y mucho en cuanto a las vindicaciones femeninas en gran parte del mundo pero como todo proceso sociocultural ha sido desigual. Transcurrida casi la primera cuarta parte del siglo XXI mientras hay países, regiones, gobiernos, sectores sociales, personas de avanzada, con los ojos bien abiertos en estos aspectos, hay otros y otras que siguen como hace siglos, ciegos en el oscurantismo.
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