La compra de juguetes en navidad y cumpleaños, dos días en los que niños y niñas se emocionan mucho con ¿qué será?, ¿qué será?, suele ser un reto para quienes regalen.

En estas fechas, aún teniendo una carta-solicitud al niño Jesús, a los reyes o San Nicolás, la madre o el padre deciden qué dar.

La escogencia del juguete suele hacerse sin consciencia – de quien regala- de la influencia que tienen la industria del juguete -tan poderosa económicamente como la de las armas- la publicidad y la socialización de género en esa decisión.

Juguetes con sexo

Con el sexo de los juguetes no me refiero a los vibradores o a cualquier otro producto de otra industria poderosa como es la de los objetos o juguetes sexuales para adultos, no; me refiero al valor simbólico sexual que tienen los juguetes.

La muñeca, la vajilla, el juego de maquillaje, el coche de bebé, son juguetes relacionados con la coquetería y lo doméstico para educar a la niña mientras juega y los artículos deportivos, los aviones, autos, trenes, juegos de carpintería, rompecabezas, relacionados con destrezas físicas e intelectuales y el aire libre, simboliza lo que se desea en los varones.

Cuando se piensa en un juguete se piensa en el sexo de quien lo recibirá y cómo ese juguete servirá para reforzarle el género sexual. El mensaje con el juguete es: las niñas son así y hacen esto y los niños son así y hacen aquello. Jugando se harán mujeres y hombres como Dios y la sociedad manda.

Al darles juguetes para niñas se espera que ellas aprendan a ser dependientes y a preocuparse por la maternidad, la crianza y la atención del hogar para cuando sean mujeres ya estén entrenadas (aunque también estudien, trabajen y tengan muchas responsabilidades sociales) y los varones aprendan a ser competitivos, independientes, se preocupen y sean protagonistas de lo que ocurra en la calle y sepan defenderse y proteger a su familia.

Con los juguetes se espera que las niñas jueguen a ser mujeres y los varones a ser hombres. Lo demás son desviaciones y a la sociedad no le gusta la gente desviada. Mejor recta, normalita. Que haga lo que le corresponde hacer y se comporte como se debe comportar de acuerdo a su sexo y el género que se le asigna.

Por lo general, los juguetes contribuyen a reforzar la formación de los géneros tradicionales en forma estereotipada y aunque en las últimas décadas esos estereotipos se han flexibilizado, siguen siendo muy rígidos.

Una historia inspirada en un hecho real

Una abuela orgullosa de lo galán e inteligente que es su nieto de tres años, deseosa de que él sea una persona de pensamiento abierto, libre de estereotipos castrantes y contribuya al equilibrio social, decide regalarle una muñeca. Bueno, una muñeca en el sentido tradicional del término, no, algo menos sexuado, un muñeco-bebé.

Al regalarle un bebé muñeca a una niña se busca conectarla con la maternidad, la ternura, el disfrute de un ser que viene de su cuerpo, con su responsabilidad como madre. Al regalarle un bebé muñeca a un niño se busca conectarlo con la paternidad, con la ternura, con el disfrute de un ser que viene de él, con su responsabilidad como padre.

El bebé que la abuela le regaló al nieto tenía pene, lo cual facilitaba lo que llaman la identificación entre el niño o niña con el juguete. En este caso, es claro. Pero es curioso que las muñecas no suelen tener la vulva marcada, son lisas. Las niñas no deben ver genitales, ni tan siquiera los suyos, parece ser el mensaje de la industria que complace a la familia tradicional.

El regalo del bebé-muñeco a un niño causó sorpresa, hasta cierta indignación en la familia. ¿Un muñeco para un varón? La madre y el padre terminaron viéndolo bien pero no así la gente del entorno social. “Estos padres quieren echar a perder a un niño” dijo un airado vecino de corto pensar por sus conclusiones erradas de partida. “Esto es el colmo” dijo el hombre mayor que vio al niño pasear a su bebé en el parque, mientras dirigía su mirada sancionadora hacia la madre. Hubo otros episodios semejantes ante la imagen de un niño cargando un muñeco.

Todas las recriminaciones públicas porque el niño cargara a un bebé, fueron delante de él, que veía a algunos papás, inclusive al suyo, pasear a sus niños o niñas por la calle. A la abuela le pareció oír de la sociedad: Muñeca mata a galán. Se sintió golpeada pero decidida a seguir contribuyendo a que su nieto sea un hombre nuevo, mejor cada vez más.

Por un mundo equilibrado, juguetes sin sexo

Los roles de género se han flexibilizado, las cosas han cambiado. Sobre todo en algunos sectores sociales. Muchos hombres y mujeres se comportan de manera distinta a su padre, a su madre y se distancian mucho más aún de cómo pensaban y hacían su abuelo y abuela. Apuestan por el progreso que da la diversidad de géneros. Pero, la inmensa mayoría sigue pensando y comportándose como quienes le antecedieron.

Hay gente, mucha, que suele asustarse ante lo diferente, a lo que no es usual, al cambio. Eso define al conservadurismo. Y con lo referente al sexo y los roles de género, la gente suele ser muy conservadora. Como una paradoja, lo sexual, el campo del pecado -en el pensamiento religioso- es considerado sagrado, intocable, incambiable.

Quienes apostamos por el progreso y el cambio social, como la abuela que inspiró este artículo, hemos comenzado por cambiar con nosotros mismos y con la crianza de nuestros niños y niñas. Y, entre otras cosas, con los juguetes que les damos.

Las niñas tienen derecho a juguetes que las fortalezcan, las independicen, un poco, de lo doméstico y los niños a juguetes que los enternezcan, que los acerquen, bastante, a lo doméstico para que vivan en un mundo mejor, más equilibrado.

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Las opiniones expresadas en esta sección son de entera responsabilidad de sus autores.

Del mismo autor: Ellas, culpables

Leoncio Barrios, psicólogo y analista social. Escribidor de crónicas, memorias, mini ensayos, historias de sufrimiento e infantiles. Cinéfilo y bailarín aficionado. Reside en Caracas.