Caracas cumple años. Bastantes, aunque sea una ciudad joven. Los cumpleaños de adultos se suelen celebrar en las noches. Caracas no puede hacerlo a esas horas. Con el avanzar del siglo algo que la gente de esa ciudad ha perdido es la noche. Sin embargo, aunque parezca increíble, hay señales de que allí vuelve a anochecer.
Por su clima privilegiado, siempre primaveral, Caracas ha sido una ciudad ideal para la fiesta nocturna, la rumba como la llamamos. En el Centro y Oeste de la ciudad, en Sabana Grande, la Francisco de Miranda, Las Mercedes, la noche se vivía hasta el amanecer. Con los Centros Comerciales hubo un asunto de horario, pero después quedaba la calle, las areperas de madrugada y, muchas veces, pa´la playa, pues.
La delincuencia callejera, la oscuridad pública y política, nos robaron esa dicha. Con el avanzar del siglo, la gente de Caracas, como la aves, se recogen temprano. Apenas se va el sol, apura el paso para protegerse de las amenazas por venir. La misma gente, obligada por las circunstancias, decretó un toque de queda implícito. Hay que proteger la vida, no llevarse un susto mayúsculo, antes que todo.
Pero las ciudades no son un todo homogéneo, hay ciudades dentro de la ciudad, es variada la dinámica de sus habitantes. Aún siendo Caracas una de las ciudades más peligrosas y temidas del mundo, algunos de sus habitantes no se ha dejado arrebatar la noche y con ella parte importante de la vida.
En la calle nocturna no solo han quedado los delincuentes porque si así fuese no tuvieran qué hacer. Hay seres de la noche, por obligación o complacencia. En las zonas populares y sectores de clase media caraqueña algunas personas han seguido nocturneando, casi como que si nada. Van contra marea. Muchas circunstancias han puesto las cosas color de hormiga.
En Caracas, como en muchas partes del país, las dificultades para movilizarse, en la medida que la noche avanza, son cada vez mayores por carencia de transporte público. Hasta en auto particular se hace difícil el traslado. El limitado alumbrado público afecta el sentido de orientación. Moverse en las tinieblas requiere mucho entrenamiento. Es peligroso adquirirlo.
A los problemas de infraestrutura en la ciudad, se agregan los altos costos de la caña y el cierre temprano o definitivo de muchísimos locales nocturnos. Entonces, las ganas de rumbear, la necesidad humana de divertirse, se reprimen. En Caracas, el clima de represión es fuerte.
Aún así, en la peligrosa Caracas, hay vida nocturna. Poca aún pero cada vez más. Las ganas de más noche van en aumento. La ciudad, en su heterogeneidad, va despertando cuando llega la hora de dormir.
En el Centro y el Oeste de Caracas, hay lugares, donde la noche se ha resistido a desaparecer. En calles de Catia y en los alrededores de la plaza Bolívar a las 11 pm, hora que no existe en otros sitios, hay movimiento alrededor de la cerveza y el cocuy y hasta se baila salsa, merengue y vallenato, por supuesto. Semejante ocurre, en el otro extremo de la ciudad, por los lados de Petare. La noche no muere en todas partes.
Más miedo a la calle y a la noche hay en la gente de clase media. Por razones culturales y, por supuesto, otras objetivas, nos dejamos robar el espacio público. La delincuencia se impuso. Aún no estando es como que si estuviera.
Unas vecinas comentan sobre lo lamentable de la inseguridad pública. A esa hora, en la plaza donde están, cerca de sus casas, siempre había más gente. Es verdad, como la sensación de peligro. Ellas, no recordaban delitos frecuentes alrededor. No habían ocurrido. Pero pudieran ocurrir, han ocurrido en otros sitios, a otra gente. Caracas es peligrosa. Es oscura (aún sin apagones), con poca protección, poca gente muy agresiva pero puede ser que se te atraviese. El miedo es libre, nos carcome.
Por ello ceebramos iniciativas vecinales, de ONGs, el apoyo y gestiones de las alcaldías de los municipios con preponderancia de sectores medios, Chacao, Baruta y El Hatillo, que se proponen el rescate de la noche. En Libertador y Sucre, ya decía, es otra cosa.
Recuperar la noche
Ilumina fue un evento nocturno que ciudadanos organizados hicieron en Bello Monte recientemente. La celebración de los 90 años de Los Palos Grandes fue otra iniciativa vecinal con el empeño de recuperar la noche. Nocturneando lo organizó la Fundación Cultural Chacao. Baile al aire libre (BAL) y bajo las estrellas lo organizamos en Diciembre pasado en la plaza Los Palos Grandes. Después se esperó allí la llegada del Año Nuevo. El éxito de esos eventos se evidenció por el entusiasmo, la alegría, de la gente.
Hay que repetir esos eventos hasta recuperar la noche, la calles de Caracas. Hacerlo no como algo extraordinario sino tipo normal, como son en cualquier ciudad del mundo. Ciudad que no tiene noche, tiempo para el esparcimiento, no es ciudad.
La gente quiere noche, necesita de su noche, exige libertad de movimiento, de diversión como parte de los derechos humanos.
Si logramos que las autoridades garanticen buena iluminación en calles y avenidas, transporte público hasta tarde, policía protectora y no represiva, seguridad a los comerciantes, y que cada vez más vecinos se involucren, recuperaremos la noche. Caracas dejará de ser tenebrosa.
Trabajo arduo pero posible. Pasito a pasito, suave, suavecito.
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