El visto bueno del presidente Mauricio Macri a abrir el debate sobre el aborto legal en Argentina, su decisión de no vetarlo en caso de que el proyecto de ley fuera aprobado por el Congreso y el avance de la ola verde a favor del SI en la cámara de Diputados hizo pensar que era posible lograr el apoyo en el Senado; sin embargo, con 38 votos en contra, 31 a favor, dos abstenciones y una senadora ausente, el miércoles 8 de agosto el Senado de Argentina dijo NO a la propuesta de legalizar el aborto.
La campaña “ganadora” por el No en Argentina empleó los slogans: “Por las 2 vidas” y “Salvemos las 2 vidas”, centrados en respetar la vida de la madre y del feto, argumentos que parecen muy amorosos, llenos de solidaridad y respeto a todas las personas. Estos slogans presuponen que toda mujer desea ser madre y que siempre se siente dichosa de serlo, independiente de las condiciones en que se haya concebido y que solo necesita que se la apoye, puesto que toda mujer sentirá un arrebato de amor al saberse embarazada, y que si no sientes ese arrebato de amor en este momento, seguro más adelante lo va a experimentar porque eso forma parte de la naturaleza de ser mujer puesto que todas las mujeres deseamos ser madres. También presuponen que bajo ningún concepto es válida la interrupción de un embarazo y se deben respetar los derechos del feto desde la concepción.
Todo esto parece muy lógico y convincente, pero están partiendo de dos premisas falsas.
La primera premisa falsa es que en Argentina, desde 1921, el aborto está permitido en casos de embarazos como consecuencia de una violación sexual y cuando esté en riesgo la vida para la madre. Hay entonces una despenalización parcial, es decir, casos en los que la interrupción del embarazo no es castigada y que no aplica este supuesto derecho a la vida del no nacido desde la concepción. La segunda premisa falsa es que existe una naturaleza de mujer o naturaleza femenina que nos impulsa siempre y en todo momento a ser madres o que ser mujer es sinónimo de ser madre. A lo largo de toda la humanidad, las mujeres hemos sido siempre las más interesadas en controlar nuestra reproducción para sólo tener embarazos deseados en el momento en que consideremos y en las condiciones más favorables. La maternidad no es un hecho que automáticamente te llena de felicidad. No se trata solo de falta de apoyos, sino de una elección que atraviesa toda tu vida.
Lo que se está protegiendo es la institución maternal, no a las mujeres.
El argumento central al que se oponen los grupos a favor del NO, que está enmascarado en la idea de madre desvalida y bebé que hay que proteger que muestran los slogans, es que la mujer tenga la posibilidad de decidir sobre la continuación de un embarazo no deseado que ha sido consecuencia de una relación sexual placentera. ¿Por qué los grupos por el NO aceptan el marco legal actual que despenaliza el aborto por causales? Pues siguiendo la lógica patriarcal, en los casos de violación el embarazo no se deriva del placer de la mujer y en los casos en que está en riesgo su vida, no es la mujer la que toma la decisión sino un equipo médico el que avala la interrupción. Queda claro entonces que el gran problema radica en aceptar que el placer sexual femenino no lleve a la consecuencia directa de la maternidad, y que la mujer tenga la posibilidad de decidir abortar sin recurrir a otras personas e instituciones para su aprobación.
El rechazo en aceptar que las mujeres podamos decidir sobre nuestra sexualidad y maternidad, se enmascara en la lucha por el derecho a la vida del no nacido.
No estaba nada fácil lograr un real cambio a favor del derecho a decidir de las mujeres con un Senado conservador, presionado por la Iglesia católica con su Papa argentino y con senadores y senadoras sacando cuentas sobre el costo político de su votación, considerando las elecciones de octubre del 2019.
La experiencia en muchos países que han debatido ampliamente la despenalización/legalización del aborto muestra que la posición de las y los legisladores no siempre está guiada por la convicción a favor o en contra, sino en función de los cálculos que estos hagan con respecto al apoyo político y al costo en votos en vísperas de contiendas electorales; que no siempre siguen una línea de partido, ya que los partidos generalmente no discuten sobre estos temas, incluidos por cierto, los venezolanos.
Con todo esto, hay que reconocer el gran avance de la campaña nacional por el derecho al aborto legal, seguro y gratuito al convertir el tema en interés público nacional y al día de hoy, es claro que el debate en Argentina continuará de cara a nuevas acciones para modificar el marco legal vía reforma del Código Penal.
Este debate es de interés público no solo para Argentina, sino para toda la región y envía un mensaje a la sociedad latinoamericana y sobre todo a las mujeres.
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