Si mi cuenta va bien, este artículo es el número 100 que publico en Efecto Cocuyo. Un centenar es una cantidad con un significado más allá de lo literal. 100 es como una meta, un número importante. Por eso estoy alegre, a pesar de los tristes tiempos que corren.
En este artículo seguiré con mi línea temática del último semestre: la pandemia que ha revuelto la vida de todo el mundo. Pero no escribiré sobre los estragos del coronavirus y su consecuencia, sino sobre algo con sabor a celebración: algunas querencias de gente amiga para después que cesen los confinamientos o cuarentenas. No necesariamente para cuando el virus esté controlado sino cuando hayamos aprendido a vivir con él y se estabilice la nueva normalidad.
El origen de este artículo
La información que compartiré tiene un sesgo. No se trata de lo que la gente, en general, quiere o desea para cuando termine la cuarentena, sino, simplemente, de quienes en Facebook aparecen como mis amigos y amigas. Yo lo describiría como gente nacida en Venezuela, entre 25 y 65 años, con nivel educativo superior y, permítanme agregar algo subjetivo: personas agudas, sensibles, que, por lo general, pueden ver más allá de lo inmediato.
En abril de este año, cuando la pandemia estaba en auge (¿habrá dejado de estarlo?) y el confinamiento empezaba a hacer de la suyas, un grupo de esas amistades de FB, alguna desconocida por mí, respondió a una invitación que hice: Soñemos. Cuando pase esta pandemia, ¿qué mejorarías de ti?
Las querencias de mi gente
Sin la rigurosidad de una investigación social, pero sí sometiéndome a lo expresado en las respuestas de mis amistades, encontré lo que sigue:
Hay quienes quieren aumentar su productividad, llevar a cabo proyectos, obtener logros, manejar mejor su tiempo, ser persistente. “Estaré más enfocado”, “seré más responsable”, “no dejaré nada por la mitad”, “haré más y predicaré menos”. Se leía un clamor por la eficiencia, por no más postergación: lo que hay que hacer, hay que hacerlo, ya.
Otros, apuestan por el altruismo: más tiempo con la familia y amistades, dedicación a su comunidad. Aparece la benevolencia, esa capacidad de perdonar y no juzgar a los otros. “Seamos un tilín mejores, menos egoístas”. Esa benevolencia también se expresa en mayor sensibilidad ecológica: desde sembrar un árbol hasta proteger los mares. Aparece una esperanza: “menos auto y más bici, más campo y más playa”.
Pero no todo se va hacia los demás o el afuera. Hay quienes quieren cambios en sí mismos: la autocompasión, ser más tolerante con uno mismo, con nuestras circunstancias, no quejarse tanto. Tener más paciencia, capacidad de perdón. “Mayor conciliación, menos pelea”. Suena hermoso.
En la misma línea de mayor interés por uno mismo aparece el autocuidado: “cuidar más mi salud”, “dejar de fumar” , “darle prioridad al placer sobre el deber”. La autenticidad: “menos apariencia”, “atreverse a más”. El fortalecimiento personal: “Me defenderé del maltrato de los demás”, “no dejarse invadir por la tristeza”. Todas son formas de decir: “Voy a quererme más”. Ojalá
El encuentro consigo mismo aparece como imperante de estos tiempos. Ya sea carnalmente, a través de mayor aprecio por el clitoris y uso del pene, o la espiritualidad: “Más rezos, “agradecer a Dios por cada amanecer”. “Tendré mas fe”. Un resumen: “estar más conmigo”.
Se reivindica lo que se tiene en términos materiales, sociales y, por supuesto, la libertad. “Quiero ir a donde quiera o necesite”, “me quejaré menos por mi día a día”, “con todo esto me he dado cuenta que mi vida era mucho mejor”. “Viviré aún más el presente, disfrutaré cada momento”. Otra se resume a: “Se ha elevado mi consciencia de lo frágil de la vida”.
También aparecieron respuestas pragmáticas: “Suficiente con sobrevivir esto”, o “Nada. Ya yo estaba bien antes de la cuarentena”.
Y, por supuesto, en estos tiempos de distanciamiento social –que no afectuoso–, del miedo al otro, del sacrificio, de temor por el futuro; se reivindica el acercamiento y el disfrute: “Más abrazos”, “más alegría”, “más baile y más canción”. Un comentario que recoge mucho y no solo del futuro sino del ahora: “más solidaridad”.
Mi querencia
Me llamó la atención –y me gustó– que viniendo la mayoría de estas querencias de gente que vive en Venezuela, casi no apareció el tema político, ni los deseos de soluciones a la inmensa cantidad de problemas que existen en ese país. Las precariedades cotidianas, por los momentos que comentaban, quedaron a un lado. La gente se centró en sí y las respuestas transmiten sensibilidad, la necesidad de pensar en lo trascendente que la misma pandemia nos ha generado.
Y yo quisiera que esta dura –traumática– experiencia del o los confinamientos sea una gran enseñanza para cada uno de nosotros y salgamos dispuestos a recuperar no solo lo extraviado, sino a desarrollar lo aprendido en pro del planeta, las relaciones con los demás y con nosotros mismos. Entonces, habremos ganado a pesar de tanta pérdida.
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Del mismo autor: Olas de la pandemia