Pareja - Violencia

En un taller con adolescentes que realizamos en Cecodap se planteó hablar sobre el ideal de pareja. Para nuestra sorpresa uno de los grupos conformado por chicas expresó: “Me fastidian y parecen sosos los hombres sensibles, cariñosos, melosos. Son más interesantes los que son secos, rudos y reservados. Detestamos los hombres parlanchines”.

Vivir en pareja es un tema del que no se habla a niñas y niños. Pareciera que es algo innato al ser humano. Se supone que todos, como hijos e hijas, aprendemos por la vida en pareja de nuestros padres. Supuestos que ignoran que en miles de hogares de nuestro país no hay parejas, hay un modelo monoparental y, en otras miles, hay modelos de relación de pareja mediados por la violencia y descalificación.

La mayoría de los niños, niñas y adolescentes crecen naturalizando modelos tóxicos de relación; donde hay que aceptar la violencia, descalificación o hay que dejar de ser uno mismo para poder seguir adelante.

Nos parece fundamental los esfuerzos que se realicen en la dirección de aprender, desde pequeños, el significado de convivir y el ejercicio de las destrezas que ello requiere. Por eso valoro especialmente el recurso que representa la Guía para evitar relaciones románticas con comportamientos tóxicos y machistas presentada por el Pacto de Estado contra la Violencia de Género y varios Ayuntamientos españoles.

Desde niños habría que comenzar a distinguir un amor sano del que hace daño tal como lo presenta esta publicación:

El amor es sano cuando…

  • Escucha y se interesa por tus sentimientos.
  • No te grita, humilla ni desprecia. No te amenaza.
  • Jamás te agrede.
  • Respeta tus relaciones familiares y sociales.
  • No te presiona para tener relaciones sexuales.
  • Respeta tus decisiones. No juzga tu forma de vestir.
  • Respeta tu libertad e intimidad y confía en ti.

El amor es violencia cuando…

  • Ignora o desprecia tus sentimientos con frecuencia.
  • Te humilla, grita o insulta en privado o en público.
  • Amenaza con hacerte daño a ti o a tu familia.
  • Te ha agredido alguna vez.
  • Te aísla de familiares y/o amistades.
  • Te fuerza a mantener relaciones sexuales.
  • Toma las decisiones por ti.
  • Controla tu manera de vestir, molestándose si no le haces caso.
  • Controla tu teléfono y redes sociales (te pide tus contraseñas, se molesta si no le contestas al momento de escribirte) o te amenaza con compartir tus fotografías íntimas.

Desnaturalizar la violencia

Indicábamos que para muchos niños y niñas la agresión y humillación puede ser el tipo de relación que ven en casa. Por eso, desde pequeños, deberían contar con una educación emocional que plantee no es normal que en una relación de pareja te agredan y hagan sufrir.

Aprender a identificar modelos de relación, por ejemplo cuando se hace presente la violencia de género donde se repite un círculo vicioso: Acumulación de tensiones, explosión y “luna de miel” donde el agresor se arrepiente, pide perdón, hace todo tipo de promesas, regalos…

El carácter de las relaciones se expresa hoy en día en las redes sociales. La Guía mencionada advierte identificarla:

“Te presiona para que le des tus contraseñas como muestra de amor y confianza por tu parte. Y si no lo haces, ¡se molesta!

Quiere saber siempre quién te llama o escribe al celular, ver tus conversaciones y qué contactos tienes en las redes sociales. Te presiona para saberlo.

Controla los comentarios de tus redes sociales.

Te exige saber cuándo y por qué te has conectado para hablar con alguien.

Te pide que le envíes tu ubicación en el celular para confirmar y controlar que estás donde dices que estás

Te amenaza con difundir mensajes o imágenes tuyas por internet si no haces lo que él quiere”.

Preludio en el noviazgo

Parejas de adolescentes y jóvenes comienzan a reproducir modos de relación signados por la violencia y toxicidad. Discusiones que finalizan en empujones, golpes o rasguños. “Estamos jugando”, es la respuesta que suelen dar cuando algún adulto espectador trata de intervenir. Son el signo de una relación donde la violencia se ha naturalizado. Se reproducen creencias de que las peleas son buenas porque vuelven más excitante la reconciliación. Otras creencias: “Es normal que suceda en cualquier pareja” “Después de un tiempo se les pasará” justifican la presencia de agresiones. Lamentablemente, la violencia, una vez instalada y legitimada, crecerá en intensidad.

Desde muy jóvenes hay que insistir en que nada justifica que te agredan y traten mal. Que es un mito la idea de que quien agrede lo hace porque te quiere mucho. Que no puedes sentir culpa por ser cómo eres. Identificarlo a tiempo puede marcar la diferencia para no vivir sufriendo.

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