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Por lo general, la gente ante un conflicto con otra persona o grupo, trata de resolverlo por si misma pero, si se atasca, tiene, como mínimo, dos opciones: quedarse atascada –más violencia es una forma de seguir en conflicto- o buscar ayuda.

Las personas con cierto nivel educativo y recursos económicos optan por la ayuda profesional.  Así, las partes enfrentadas en un conflicto legal se valen de abogados, la pareja busca asistencia en un terapista o asesor, los vecinos acuden al juez de paz, a la Junta Comunal o de condominio y así.

En los deportes también hay mediadores.  Tanto en el fútbol como en aquellos violentos, de puros golpes, como el boxeo y la lucha libre, hay un árbitro o referí, alguien especializado en evitar los excesos o que se violen las normas.

En conflictos mayores, como entre países, la mediación es la opción más civilizada.  Para mediar, entre otras misiones, se crearon organismos multilaterales después de las guerras mundiales.

También hay quienes no optan por mediadores y deciden seguir enfrentados insultándose, golpeándose, hiriéndose,  tratando de hacer huir al otro, y, si es posible, matarlo.  Así no hay duda de quién se impuso en la discordia.   En casos de salidas violentas ante un conflicto, se impone no necesariamente quien tenga la razón, sino quien tenga más fuerza.

Venezuela está sumido, desde hace años, en un grave conflicto en todos sus órdenes y órganos. La situación se ha atascado y hemos colapsado. Es imperante un desenlace.

Ante esta situación hay quienes ven como una salida caerse a golpes, agudizar el conflicto en forma bélica -respetable postura- y hay quienes piensan que se requiere negociar, aceptar mediadores.  También respetable postura, aunque los radicales de ambas partes, poco saben de respeto.

En Venezuela ha habido varias búsquedas de solución a través del diálogo y han fracasado. Eso ha llevado a que  parte de la población haya generado un prejuicio, con la consecuente descalificación, hacia iniciativas de ese tipo.  A pesar de ello, el diálogo, la mediación, sigue siendo la propuesta a la que hay que apostar, según todos los organismos internacionales preocupados por el país.

Además, las encuestas de opinión sobre la situación política venezolana realizadas recientemente , dicen que la mayoría se inclina por la negociación como forma de salir de la situación que viven.  En twiter pareciera lo contrario.  Los guerreros del teclado suelen confundir la percepción de la realidad.

La mediación en la salida política venezolana vuelve a estar no solo sobre sino alrededor de la mesa.  Esta vez los anfitriones es una gente fría, que no habla nuestro idioma pero sabe de solución de conflictos.  Es tenida por competente en esas lides.

Es una exigencia de las partes que el mediador sea imparcial y así parecen ser los actuales conductores de la actual negociación. Un buen mediador no se deja llevar por las pasiones, mucho menos por las bajas, sino por el cerebro, por la conciencia de la gran responsabilidad que tiene.  Los mediadores deben ser fríos, calculadores. Así, como suizos, suecos o noruegos, digamos.

Para una desenlace exitoso en una negociación es determinante la honestidad, la sinceridad de las partes.  Las cartas debajo de la manga – que siempre se tienen en una negociación- son recursos diferentes al doble discurso o a jugar adelantado.  Esto último apuesta al fracaso.

Una mediación con estrategia

La estrategia de comenzar escuchando a cada parte por separado es adecuada. También es practica usual cuando hay discordia en la pareja y en otros conflictos.  Se oye a cada uno de los contrincantes por aquello de las versiones, se captan coincidencias y discrepancias, se comienza por ratificar las primeras y así se va avanzando.  Lo más duro se deja para el final, no se comienza por allí.

En ese sentido, hay algo que en Venezuela parece haber consenso: La actual situación del país es insoportable.  Eso se palpa en cualquier sitio.  Tanto la gente no chavista como el pueblo chavista quiere que las cosas cambien. Eso lo sabe el gobierno y, por supuesto, toda la oposición.

Definido el objetivo, hay que buscar cómo lograrlo. Por ello, la necesidad de pensar, decir, oír, respetar la opinión del otro, acordar y volver a iniciar el ciclo.  No es fácil, no hay que creer en pajaritos preñados, pero es posible.  La historia mundial dice que sí. Pudiera salir humo blanco entre la neblina.

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Leoncio Barrios, psicólogo y analista social. Escribidor de crónicas, memorias, mini ensayos, historias de sufrimiento e infantiles. Cinéfilo y bailarín aficionado. Reside en Caracas.