Por siempre, la enfermedad han sido razón para aislar a quien la sufre. El solo hecho de tenerla, el ser posible que la transmita, hace temible a quien la tenga. Ante una enfermedad infecciosa, el aislamiento suele ser una medida preventiva del contagio. Necesaria. Pero puede servir para segregar, estigmatizar, discriminar como está pasando con quienes están infectados de coronavirus o en riesgo de ello.
Acciones sanitarias
Aislar a quien esta infectado o pudiera estarlo es una forma de prevención histórica. Fue así, dramáticamente, con la lepra, lo ha sido con el VIH-SIDA y, ahora, con la Covid-19. Pero hay una diferencia entre esas tres epidemias.
Las lesiones de la lepra son visibles y permiten aislar a la persona afectada para proteger del contagio a los demás. El VIH es invisible, pero se transmite de formas relativamente fáciles de controlar. Básicamente, protección sexual y no hay mayor riesgo de contagio. El coronavirus también es invisible, pero difícil de controlar.
El coronavirus o SARS-CoV-2 puede tenerlo cualquiera sin síntomas visibles y estar en cualquier lugar sin ser percibido. Por ello, hay que distanciarse de casi todo el mundo. No tocar casi nada. Confinamiento es la medida preventiva más eficaz ante este virus.
Hay motivos para aislarnos ante esta pandemia y son respetables cuando sean razones, pero no cuando son temores infundados, sin base científica, producto del miedo, la ignorancia o intereses particulares de tipo político/económico.
El confinamiento colectivo
Durante la primera ola de la pandemia, en casi todos los países, la medida más drástica y generalizada fue la recomendada por la Organización Mundial de la Salud: el confinamiento colectivo. Todo el mundo en su casa. Todos por igual. Algo democrático, si se quiere.
La efectividad del confinamiento es innegable. Aquellos países que no lo decretaron al declararse la pandemia, hoy acumulan el mayor numero de infecciones y muertes. Aunque hay que tener en cuenta que la agresividad del SARS-CoV-2 es tal que, aún en aquellos países donde desde un principio han sido rígidos con las restricciones, la epidemia no se ha podido controlar.
A todas estas, el confinamiento trae, como mínimo, tres grandes consecuencias psicosociales: altera la psique, la cotidianidad y la economía. Por ello, mientras más largo, más peligroso socialmente y se ha optado por el confinamiento discriminado.
Peligros del confinamiento flexible y selectivo
Ante la larga primera ola de la pandemia que atraviesa a América y la segunda ola que ya vive Europa, las autoridades han optado por el confinamiento flexible y selectivo. Se busca una cierta normalidad. Básicamente, en la economía. Pero, como todo proceso selectivo, se corre el riesgo de segregación, un odioso proceso social.
Ocurre que por razones fundamentalmente económicas no se vuelve al confinamiento colectivo, aun cuando las cifras sean alarmantes. Ahora se prueba aislar zonas según la cantidad de casos por 100 mil habitantes. Por lo general, las afectadas son las comunidades más pobladas y, en muchos casos, las más pobres.
El aislamiento o segregación como forma de prevención del coronavirus, puede ser ineficaz porque no permite controlar a los asintomáticos, ni impedirles que pasen, a veces, de una acera a otra. Pero, además, puede ser estigmatizarte y discriminatorio.
Ser habitante de una zona segregada te hace sospechoso de tener el coronavirus. Te estigmatiza. Ser sospechoso, por lo general, es mal visto. La persona es considerada peligrosa. Hay que cuidarse de ella y eso puede dar pie a la discriminación.
Segregar no resuelve
Los habitantes de las zonas que están siendo segregadas protestan. Los epidemiólogos o los políticos han convertido su lugar en un gueto. La pandemia empieza a mostrar una nueva faceta: el clasismo y con ella la aporofobia. Ser discriminado por pobre. Los pobres son quienes tienen que salir a trabajar. Si se quedan en casa, no comen. Solo unos privilegiados, ante la amenaza del virus, trabajan desde su casa.
Hay que evitar medidas de prevención que estigmaticen y segreguen. El remedio puede ser peor que la enfermedad. Ya el mundo tiene muchos problemas como consecuencia de esta pandemia para agregarle más. Suficiente con la recomendación contra natura, anti-social para evitar la infección del coronavirus: alejarte del otro. Así ambos estén sanos. Uno no sabe.
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