La escena ha sido vista por decenas de millones de televidentes en las olimpiadas: llaman a la pista, quien compite hace un rápido ejercicio de concentración -la respiración parece ser clave para lograrla-, quizás piense en algo que le inspire la ejecución: una deidad, alguien de sus afectos, en sí mismo. Corre y salta. Esta es una competencia de atletismo entre mujeres. Para ellas es más difícil esa participación, lo que logren. Se les exige mayor esfuerzo, como en todos los planos sociales.
Los espacios sociales de la mujer
Para la mujer destacar socialmente suele ser más difícil que para un hombre. Ella tiene que comenzar por ser aceptada, que los hombres, la sociedad, las instituciones le permitan estar allí, ocupar un cargo de importancia. La primera mujer que… es una frase que todavía es frecuente oír y falta mucho tiempo para que no sea una forma de redactar noticias.
Hay espacios sociales donde ellas reinan, por supuesto, como el modelaje, los concursos de belleza. Allí, donde el cuerpo, lo físico es determinante, pero en términos estéticos. La belleza se atribuye a las mujeres, la fortaleza a los hombres. En los espacios femeninos, lo intelectual poco pudiera contar. Así ha sido por siglos, Aún quedan muchas reminiscencias de los estereotipos históricos. Si ellas llegan a ser fuertes, si destacan en ciencia, literatura, la política, el deporte, todavía se considera una proeza. Si fuese hombre sería “normal” que lo hiciera o fuese así.
Ni aún en los oficios domésticos o “propios de mujeres”, según el pensamiento tradicional, las mujeres tienen asegurado el sitial de honor: los grandes nombres de la cocina, la costura, por ejemplo, oficios tradicionalmente considerados femeninos, suelen ser de hombres. Por supuesto que hay mujeres que destacan en sus espacios históricos, pero, en cuanto haya hombres, ellos tienen las de ganar. El aparato social sexista hace que sea así.
La mujer en el deporte
Las prácticas deportivas son duras. Exigen fortaleza, disciplina, competencia. Por siglos se consideró que en el deporte no había espacio para mujeres, tan débiles, suaves, sometidas. Los tiempos han cambiado. Hoy, en casi todas las disciplinas deportivas participan mujeres con tanta fortaleza, disciplina, espíritu de competencia como pudieran tener sus compañeros. Sin embargo, llegar allí les cuesta mucho más que a ellos.
Mujeres deportistas confiesan haber tenido que masculinizarse para ser aceptadas en equipos o academias deportivas donde la formación es mixta. Otras, ya tenían rasgos masculinos que les facilitó este proceso. Poco o nada se ha dicho de que a un hombre se le exija feminizarse para practicar un deporte. Por el contrario, si se le notan ciertos rasgos, ¡para fuera!
Las sociedades han cambiado, unas más que otras, pero, en general y todavía, la fuerza, como rasgo o comportamiento, sigue siendo considerada un atributo masculino y los deportes feudos de varones, unas disciplinas más que otras, claro.
Estereotipos sexuales en el deporte
Por los estereotipos sexuales, en el deporte, lo masculino sigue dando la pauta. Siendo que la mayoría de las disciplinas deportivas exigen despliegue de fuerza, las mujeres deportistas suelen ser vistas como varoniles y habrá que ver si ello da pie a discriminación. Ojalá, que no.
A pesar de que cada vez más, más mujeres participan, se destacan y triunfan en diversas disciplinas, el deporte y su evento máximo, las olimpiadas, sigue siendo un reino de lo varonil. Inclusive, para muchas personas, las mujeres deportistas, debido a los estereotipos son objeto de sospechas sexuales. Se piensa que una mujer fuerte es lesbiana.
Como todo estereotipo, los sexuales, tienen mucho de equivocado, aunque nada pasa si una mujer con rasgos varoniles fuese lesbiana. Hay deportistas lesbianas, hetero y vaya Dios a saber de cuántos gustos sexuales más. Igual que ocurre con la diversidad sexual de los hombres deportistas.
Algo que ayudará a erradicar el sexismo del deporte será la ruptura de los estereotipos sexuales, pero también cuando se asuma que no hay una relación directa, matemática, entre la forma de comportarse o la contextura física y las preferencias sexuales. Además, hasta ahora, no se ha comprobado científicamente, que las preferencias sexuales influyen, a favor o en contra, de una ejecución deportiva.
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