Repararán aula magna de la UCV
Las Nubes de Calder en el Aula Magna. OSWER DÍAZ MIRELES

El ejercicio de la política se ha prestado para amalgamar situaciones que van de la mano con la insolencia. Por eso resulta fácil, a quienes desde el poder presumen de lo que no tienen, para entrometerse impúdica y atrevidamente en terrenos que no les incumben. Muchos de esos politiqueros de oficio, acostumbrados a engancharse de una superioridad que declaran potestativa de sus cargos, suponen que el mundo es libre. Y, por tanto, les pertenece. Que pueden hacer del mundo, lo que mejor consideren propio de sus antojos.

Así apelan a la “libertad de expresión”, casi siempre para desordenar todo lo que más convenga a sus intereses. Lo hacen, sin entender los más singulares postulados y primordiales criterios que encierra el concepto de “libertad de expresión”. En contrario a lo que aduce la filosofía política, invocan tan esencial derecho a manera de bandera ideológica. Pero cuántas tonterías acorralan bajo la mención de “libertad de expresión”.

Por otro lado, utilizan el egoísmo por el temor que tales operadores políticos, disfrazados de demócratas, hacen de la intromisión de causas extemporáneas. Todo, bajo la excusa mejor elaborada de justificar la pérdida de razones que se corresponde con la sustentación de valores de moralidad y política. De forma que las realidades se tornan en cómplices silentes de tan ultrajado ejercicio de la política. Juegan así, con libertades y derechos. Y de manera tan arbitraria como grosera.

Esto bien se explica con la intromisión que dio lugar a que el régimen político venezolano hurgara la autonomía universitaria como principio y jerarquía declarada por la Constitución de la República.

La intromisión de la que fue objeto la Universidad Central de Venezuela, el 4-10-2021, ha significado para el régimen congraciarse con el Alma Mater.

En una primera interpretación del evento, es posible asomar la retaliación o revancha con la que el régimen opresor persigue alguna oportunidad que permita obtener cierta ganancia para sustentar la narrativa de cara al proceso electoral en noviembre próximo.

Sin embargo, no es difícil suponer que el régimen político venezolano, que por ignorancia desdice de todo lo que a su alrededor acontece, no tenga la menor conciencia del nocivo efecto de lo que una intromisión a la fuerza, le depara a la vida institucional del país. Peor aún, de un país como Venezuela, envuelto en la más controversial crisis de su historia.

Aunque pudiera decirse que fue una ocupación algo apresurada, aun cuando al mismo tiempo, arbitraria e inconstitucional, tal hecho debió recordarles a sus indecentes protagonistas que existe un mundo fuera del recinto universitario. Un mundo que jamás ha de perdonarles tanta osadía batida con resentimiento, ignorancia y acidez. Propio de importunados y desvergonzados funcionarios de presumido postín.

Fue un acto indignante que quizás pretendió, sin éxito alguno, deshonrar tan magnánimo recinto académico. Y aunque pudo haber sido un momento de mucho ruido, es posible que esos representantes del opresivo régimen venezolano, imaginaron que saldrían ungidos de la intelectualidad que bien se respira en tan exclusivo ámbito de la Universidad Central de Venezuela, como en efecto es su Aula Magna. Así como del resto de ambientes que impregnan de grandeza las universidades autónomas nacionales.

Esta intromisión, según opinión de quienes comprometidamente viven la Universidad venezolana, podría significar una página turbia de la historia académica. Un momento que solamente sirvió para dar cuenta de la capacidad de abuso del poder dictatorial que detenta el régimen usurpador y despótico.

Pero, si tan denigrante hecho puede dejar alguna huella característica del desbordante egoísmo y grosera envidia que hay en quienes cometieron tal acto de irrespeto (que hasta cobardía demostró), igualmente esos mismos instantes pueden dar cuenta de la grandeza que ostenta el concepto de “autonomía universitaria”.

“Esta Casa que vence las sombras, con su lumbre de fiel claridad”, tal como canta el himno universitario, no sólo es capaz de resistirse a cualquier intromisión encargada por el autoritarismo que tiene encharcado el país, sino que igual puede enfrentar todo intento de hacerla hundir en el oscuro foso donde cohabitan la desesperanza y la resignación. Su fuerza tiene el impulso necesario para repeler toda amenaza que, aferrada a la ignorancia, presuma arrinconar la verdad del saber. 

El ejercicio de “restauración y mantenimiento” del cual ha estado siendo objeto la Universidad Central de Venezuela, no sólo es una manera figurada de encubrir decisiones que en poco o nada se corresponden con la situación de crisis, también es una táctica de ofensiva asimétrica donde se impone la fuerza de la ocasión mañosa de un poder político jactancioso. Y aunque ha sido todo el preludio de una perspicaz injerencia o intrusión, no cabe duda que lo vivido fue una intromisión que removió los cimientos universitarios. Una intromisión repudiada.

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Las opiniones expresadas en esta sección son de entera responsabilidad de sus autores.

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Profesor Titular ULA, Dr. Ciencias del Desarrollo, MSc Ciencias Políticas, MSc Planificación del Desarrollo, Especialista Gerencia Pública, Especialista Gestión de Gobierno, Periodista Ciudadano (UCAB),...