La política da paso a nuevas formas

Tan grave como la crisis económica que horada los cimientos de la sociedad venezolana, desde que el militarismo venezolano desquició el nivel de productividad el cual exhibía el país años atrás, es la crisis político gubernamental que se potenció luego que la cúpula que pretende enquistarse en el poder político nacional, advirtió que su arraigo había comenzado a “hacer aguas”. O sea, advirtió el cuadro de debilidad que presentaba su estructura funcional.

Aunque ambas situaciones, la económica y la política, subyacen en medio de un destartalado y golpeado cuadro social, son consecuencia de un mismo proceso de desarreglo de los objetivos de desarrollo económico y social pretendidos, en su esencia pueden hallarse razones que explican otras causales del mismo grado de perjuicio vivenciado.

Esas intenciones de desarrollo, que intentaron apegarse al concepto de institucionalización asentido administrativa y jurídicamente entrada la década de los sesenta con la Constitución que para 1961 era sancionada y luego reafirmado con la siguiente Carta Magna de diciembre de 1999, no estaban depuradas del todo. Encubrían vicios políticos ligados a argucias  resultantes de un proceso histórico de acumulaciones y distorsiones que fue frenando construcción de oportunidades o su aprovechamiento.

Vale agregar que en los noventa, Venezuela pasa por el amargo momento de padecer una ruptura entre los actores que le brindaban alguna seguridad al concepto de Estado. Y este problema no alcanzó a revertirse. Por lo contrario. Se somatizó en la conducta social del venezolano. Razón por la cual, comenzó a afectarse el ya debilitado concepto de ciudadanía el cual apuntalaba el ejercicio ciudadano que para entonces se vivía.

El presidencialismo, el centralismo, el populismo, el partidismo, el estatismo o el paternalismo extensivo, fueron algunos de esos vicios que disimulada o abiertamente, ocasionaron los problemas que actualmente están viéndose en todo su desenfreno y expansión.

Es así como las crisis que asediaron y fracturaron el concepto de “república” expuesto a través del discurso político, se convierten en crisis envolventes de todo cuanto pueden enredar entre sus insaciables apéndices. Ahora es sistémica. También, holística pues actúa como si fuese “del todo o que considera a algo como un todo”. Por consiguiente, pese a su fuerza para engullir todo lo posible, por esa misma razón que la volvió insaciable, se hizo dependiente. Esto hizo que se agravara. Fundamentalmente, su capacidad para sostenerse con independencia.

Precisamente, eso justificó que el alto gobierno mantuviera dicha crisis, atiborrándola con los problemas que su miopía institucional y su agotamiento político estimularon y crearon. Por tanto, hoy luce casi imposible o más complicado, que quien la indujo o concibió pueda revertir sus causas. Lejos de minimizarla, su tren de decisiones la incrementó de modo exponencial.

La extinta productividad indicada por las empresas venezolanas, según las circunstancias, será de difícil recuperación. Asimismo, será con el resto de las actividades industriales y empresariales. Indistintamente del sector manufacturero o de servicio, tamaño o rubro al cual pertenece la organización ahora maniatada. Incluso, amordazada, como es el caso de la radiodifusión o televisión.

Ante este señalamiento,  no escapa la industria petrolera o de extracción mineral. Lo mismo sucede con la universidad autónoma nacional por cuanto ha sido objeto de fieras  intervenciones gubernamentales. Tal situación,  no tiene parangón. Tampoco, nombre.

Una nueva forma de ejercer la política

En ningún momento, el régimen militarista ha querido comprender el significado de negociación. Más aún, el régimen supone mal cuando confunde negociación con diálogo. Así siempre ha sido, sin importarle no sólo el tiempo o los recursos invertidos. Igualmente, con lo que implica esperanzas extraviadas o desvanecidas entre sandeces prometidas o compromisos burlados.

Pero pareciera que todo ese mal gobierno, ha comenzado a transitar por su desembocadura. Las nuevas realidades que más que políticas o económicas, ahora son geopolíticas. Esto es así, considerando las implicaciones del resto del mundo en la crisis humanitaria y alimentaria venezolana. Igualmente sucede, ante la crisis de Estado que sobrelleva, pues los susodichos cruces de realidades, marcan otras necesidades.

Particularmente, ante la forma de hacer política, de dirimir diferencias entre actores políticos, de gerenciar la función pública, de direccionar y correlacionar fuerzas políticas, de elaborar políticas públicas más integrales, de hacer corresponder el Estado con criterios de funcionalidad republicana.

En fin, con estrategias que bien sean expresiones de las avatares derivados de las actuales complicaciones propias de una administración de gobierno regida por nuevas tecnologías de comunicación y de información, no cabe duda que deben servir para asentir que las realidades actuales deben leerse y resolverse según la conveniencia pautada por una nueva forma de ejercer la política de gobierno. Es decir, por una nueva ecuación política.

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Las opiniones expresadas en esta sección son de entera responsabilidad de sus autores

Profesor Titular ULA, Dr. Ciencias del Desarrollo, MSc Ciencias Políticas, MSc Planificación del Desarrollo, Especialista Gerencia Pública, Especialista Gestión de Gobierno, Periodista Ciudadano (UCAB),...