Venezuela, aunque es un país al borde del mar Caribe, no es precisamente zona de tormentas tropicales y sin embargo, no sale de una. Sobre todo en lo social.
La gente en Venezuela vive atemorizada por lo que vendrá y casi no puede tomar previsiones ante tanto tormento. Diferente es cuando la tormenta es natural. En estas últimas semanas de septiembre se acentuaron los temporales de todo tipo en la tierra bolivariana.
El gobierno, acusado por grupos de la oposición de estar involucrado en narcotráfico y amparar paramilitares del país vecino, publica fotos del líder de la oposición al lado de gente acusada de ser narcotraficante y paramilitares en el país vecino. Espejos.
Diferentes grupos de oposición al gobierno se mueven a toda mecha por las esferas internacionales buscando apoyo para reemplazar al Presidente del Ejecutivo Nacional, al costo que fuese y sin descartar ninguna opción.
Mientras, el gobierno, a lo interno del país, convoca a otros grupos de oposición para un diálogo y aparece una agenda donde algunas demandas, inclusive, que los grupos de oposición, inclusive los más radicales, han planteado en el exterior.
En política, las sorpresas al contrincante suelen ser golpes certeros, lo desestabilizan, paralizan momentáneamente. Difícil que los nocaut pasen desapercibidos a la gente. Se habla de eso.
En la agenda de la nueva mesa de diálogo reaparece la propuesta de intercambio de petróleo por medicinas y alimentos. Independientemente de los trasfondos que tenga esa negociación, se ve una luz al final del túnel. Eso responde a las necesidades de la gente.
Diputados chavistas vuelven a la Asamblea Nacional. Algunos de quienes estaban en el salón de sesiones, aplauden su llegada. Ese gesto de cortesía y esperanza de diálogo constructivo duró poco. En minutos, de parlamento pasó a gallera. No sorprende pero deprime el bajo nivel de las intervenciones de un lado y del otro.
El Presidente y altas figuras del Ejecutivo nacional y del partido de gobierno conversan con altas figuras de países que se les teme internacionalmente. Los enviados del Presidente de la oposición, aplauden al Presidente de un país que también se le teme en conflictos internacionales. Venezuela en la mira del reparto.
En el panorama político de Venezuela soplan vientos huracanados. Más que otras veces en las que ha habido convulsión a la vista.
Mientras tanto, el país también se conmueve ante crímenes, eso que llaman sucesos del día a día, que hacen pensar:
Una señora es asesinada en los alrededores del edificio en que vivía y el cadáver lanzado al tanque de agua que por días consumieron sus vecinos.
Dos jóvenes asesinan a su abuela, en una humilde casa, para robarle algunas prendas, entre ellas un reloj Rolex. Uno no ve la hora de comprender pero se entiende.
El hijo de un apreciado alcalde de la oposición es asesinado cuando, escoltado por agentes de la policía municipal, acude a la negociación de un automóvil particular. Hay sucesos que se comprenden.
Un ex gobernador chavista, acusado de corrupción -como muchos otros gobernadores, alcaldes, ministros y funcionarios de cualquier nivel gubernamental – es secuestrado, muerto y aún no sepultado. Tal fue la saña al matarlo que, quemado, no se sabe si es él.
La gente en Venezuela, abrumada por tanta mala noticia sigue sin saber qué hacer.
Para colmo, sin que lo oficialice el gobierno, la economía se dolarizó y la moneda del “imperio” sustituyó a la nacional en términos de compras mientras la gente de a pie recibe salarios y pensiones en escuálidos bolívares nada soberanos.
Si así llueve, que escampe pronto.
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Preocupaciones de la gente