¿Podemos interpretar la decisión del chavismo de regresar a la Asamblea Nacional como un signo de regreso al ruedo político? Va a depender de su desempeño en el Poder Legislativo (el príncipe de los poderes) la respuesta a esta pregunta. Por lo pronto, es un paso que celebro. Buena parte del enredo que vivimos proviene de la elección inconstitucional de una Asamblea Nacional Constituyente, que no ha significado nada positivo para el país, y sí ha traído muchos problemas.
Lo que pauta la Carta Magna es que la AN elija un CNE completamente nuevo, y que designe un TSJ de acuerdo con lo pautado en la Constitución Nacional, como ha debido hacerse desde un principio si el chavismo no hubiese dejado de ser un actor político, abandonando el espacio de la negociación.
Forzosamente, tenemos que volver atrás y llegar a 1999, cuando Chávez asume la Presidencia de la República y decide gobernar como quien encabeza una revolución armada y no como quien fue electo por los votantes. Esta confusión es esencial para entender estos años: el chavismo cree que encabeza una revolución que no negocia con nadie, y ya más del 80% de los venezolanos quieren que se conduzca como una fuerza democrática. Es decir, respeto a la ley, a los poderes constituidos, a las libertades económicas y políticas, a los derechos humanos y un largo etcétera que forma parte de las conquistas liberales de derecha, centro e izquierda del mundo occidental.
Es esencial para la democracia el principio de la alternabilidad. Los verdaderos demócratas saben que en algún momento abandonarán el poder y pasarán a la oposición, para desde allí organizar su regreso al poder. Este es el juego democrático en todas partes del mundo. No hay misterio. El problema está, como lo señalaba claramente Karl Popper, en cuando algunos solo dejan el poder a través del derramamiento de sangre. De allí que la Cédula de Identidad de un demócrata es la disposición pacífica de abandonar el poder cuando las urnas electorales confiables así lo determinan.
¿Está el chavismo aviniéndose con el camino democrático para el abandono pacífico del poder? No hay evidencia de que así sea. A menos de que interpretemos su regreso a la AN como un primer paso. El segundo paso debería ser la liberación de los presos políticos y la habilitación de los adversarios políticos que han sufrido persecuciones judiciales. ¿Lo harán? No parece, pero ese sería un tercer paso convincente de su hipotética decisión de jugar en serio a la democracia.
Cualquiera me puede decir que en el ADN chavista no está la democracia y tiene buenos argumentos para defender su punto, pero tampoco estaba la democracia en el ADN de de Klerk y Jaruzelski, y se vieron forzados por las circunstancias a dar el paso junto a sus nuevos socios políticos, que antes eran sus enemigos (Mandela, Walesa). Por lo general aplaudimos a quienes adelantan el proceso desde las fuerzas del cambio y se nos olvidan los que desde adentro lo facilitan. Sin de Klerk y Jaruzelski no hay Mandela y Walesa, por más que para admitirlo tengamos que colocarnos el pañuelo en la nariz.
Y aquí he tocado otro punto: el pañuelo en la nariz. La vida política democrática está llena de pañuelos en la nariz. No admitirlo es acercarse a fórmulas políticas no democráticas como el fascismo o el comunismo. Lo esencial de la democracia es que negociamos y nos entendemos con quienes no nos gustan, con quienes piensan distinto a nosotros, con nuestros adversarios. Nosotros no escogemos la naturaleza de nuestros adversarios. ¿Por qué nos cuesta tanto entender esto?
Y aquí llegamos a otro punto neurálgico. Me refiero a nuestra educación democrática. ¿La tenemos naturalmente en nuestras casas, en la escuela, en el trabajo? Muy poco. Sospecho que por encima de la persuasión de los padres en la educación de los hijos, prima el chancletazo, el “aquí se hace lo que a mí me da la gana”. Lo decía la generación de nuestros mayores que fundó el Estado venezolano hace 200 años: formar ciudadanos. Esto es: gente que respeta la ley, que dialoga, que ama la verdad, que entiende que el poder está para ser compartido y no ejercido ad eternitatem.
Vamos a ver qué ocurre. No me hago ilusiones, pero abro una rendija de prudente espera. Un refrán viene al caso: “La realidad tiene cara de hereje” y termina imponiéndose. Pregúntenle a Gorbachov por qué tuvo que desmontar a la URSS. No tenía otro camino. ¿Volverá la política?
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¿Es posible convivir en paz?