La encrucijada de los migrantes venezolanos en la frontera colombiana
Cerca de 44.000 migrantes venezolanos han llegado a Arauca en los últimos años huyendo de la crisis económica y política que atraviesa su país

La pandemia del coronavirus no solo puede destruir la salud sino también los deseos o sueños del porvenir. Así, en menor o mayor grado, nos está sucediendo a todos. En cada quien esta calamidad tiene su particular dimensión. Una de las mayores que estamos presenciando es la de los venezolanos y venezolanas que habían emigrado de su país y, por la crisis que ha traído la pandemia, deben emprender la vuelta a la patria.

El regreso a Venezuela de estos emigrados tiene dimensión de drama porque vienen, muy posiblemente, en peores condiciones económicas que cuando se fueron y con los sueños rotos. Volver a irse de su país les será muy difícil y las condiciones que les obligó a emigrar, ahora, son peores.

El grueso grupo de emigrados que está regresando a Venezuela forma parte de los sectores más pobres; se fueron de su país no necesariamente por persecución política, ni por la inseguridad en las calles, ni por discrepancias ideológicas con el gobierno, sino huyendo del hambre. Se trataba de dejar las precarias condiciones de vida y producir dinero para enviar a la familia que dejaban en el país.  

Los repatriados por el coronavirus, muy posiblemente, fueron víctimas de xenofobia, por su condición de extranjeros. Y quizás también de la aporofobia, discriminados solo por ser pobres. No les dio tiempo o no tuvieron oportunidad de realizar sus sueños en el exterior. Ahora, la pandemia y la falta de apoyo social donde estaban, les obliga a regresar a su país. 

La compleja vuelta a la patria

Hay dos tipos de repatriados, los que llegan al aeropuerto en viajes organizados por el gobierno de Venezuela, y los que regresan a pie.  

Los que llegan en avión encontrarán carteles de bienvenidos a Venezuela, tu patria querida. Inclusive podrán ser objeto de recepción oficial con entrevistas que servirán de propaganda y vistas por la TV. El corazón les volverá al pecho. Al menos, ya están en su país. 

Para los regresados a pie —así tienen que entrar todos a la frontera— aún cuando hayan viajado en autobús hasta muy cerca, continúa el calvario. Probablemente, tengan que pasar su cuarentena en precarias condiciones, pero se sentirán protegidos más cerca de casa, de la familia.  

Los de a pie han regresado a todo riesgo. En el camino les ha tocado hambre, frío, cansancio, peligros. Vienen con el peso de la frustración. Sin embargo, el deseo de casa y familia, la sensación de seguridad, pudo más. En su patria les espera infinidad de problemas, pero también techo y afecto. La comida se resolverá. El futuro, ya veremos.

A la dureza de la vuelta a la patria para los emigrados pobres se agrega el solo parecer bienvenidos por sus familias. En las redes sociales se han leído mensajes, endoxenofóbicos (xenofobia de venezolanos hacia venezolanos) y aporofóbicos: “tendremos más pobres”, “son delincuentes”, “vienen sin nada”, “traen el coronavirus”. Por un tiempo, estos venezolanos tendrán que cargar con estigmas.

Los varados

Los cierres de fronteras y espacios aéreos a causa de la pandemia del coronavirus han hecho que muchos —entre ellos venezolanos— se hayan quedado en suelo extranjero. De donde no han podido salir durante estos dos meses y, por los vientos que soplan, tampoco pronto. Son los varados.

Algunos gobiernos —incluido el de Venezuela— han organizado vuelos humanitarios para regresar a casa a sus nacionales. Sin embargo, para centenares de  venezolanos y venezolanas varados en el exterior se ha agregado una peculiar dificultad para la vuelta a la patria en las condiciones extraordinarias que vive el mundo.  

Algunos países latinoamericanos no tienen relaciones diplomáticas con Venezuela y, como otros de Europa, solo cuentan con una figura simbólica que llaman embajador(a), pero que no representa a la Cancillería venezolana, ni al presidente que no reconocen. Por tanto, no pueden gestionar autorizaciones para la llegada de vuelos al país. Los venezolanos y venezolanas de tránsito en esos países se encuentran en un limbo. Sin saber qué hacer. 

El coronavirus ha revuelto todo, hasta la vuelta a la patria. En el caso de Venezuela la tragedia es más dramática.

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Las opiniones expresadas en esta sección son de entera responsabilidad de sus autores.

Del mismo autor: Desentrañando los miedos

Leoncio Barrios, psicólogo y analista social. Escribidor de crónicas, memorias, mini ensayos, historias de sufrimiento e infantiles. Cinéfilo y bailarín aficionado. Reside en Caracas.