No hubo piquete de la Guardia Nacional Bolivariana ni ruta que atravesara la autopista hasta el centro de la ciudad. Nadie intentó marchar hasta la sede de algún poder público y tampoco hubo un sol inclemente para quemar las mejillas. El punto de partida estaba a unas escasas cuadras del punto de llegada. No se parecía a ninguna otra de las convocatorias que hechas por la oposición en este último mes: este sábado 29 de abril, el Movimiento Estudiantil tomó la calle y lo hizo de noche.

Impuntuales a la cita de la vigilia, tímidamente los manifestantes se dejaron ver en la plaza Altamira a partir de las 5:30 pm. Al llegar, hacían una parada rápida en el altar improvisado frente al Obelisco, donde descansaba un homenaje a Jairo Ortiz, a Carlos Moreno, a Juan Pernalete y a tantos otros muertos que dejó la represión durante el mes de abril. Veían los rostros impresos en papel, oraban y seguían a encontrarse con un grupo o a escuchar a los diputados.

Varios jóvenes de la Universidad Metropolitana (Unimet) llegaron después del entierro de Juan Pablo Pernalete, el estudiante que murió el pasado miércoles 26 de abril luego de que una bomba lacrimógena lo impactara en el pectoral izquierdo. Hans Wuerich, el estudiante de la Santa María que desafió a los uniformados desnudo, también se unió a la marcha desde la plaza Francia a la plaza Bolívar de Chacao.

Unos ya llevaban en el bolsillo la vela que encenderían en Chacao para homenajear a los caídos; otros coordinaban los donativos de agua y alimentos para aguantar las 12 horas en vela, de 7:00 pm del sábado a 7:00 am del domingo. “Vamos a tener varias actividades y foros. Va a haber clases de primeros auxilios, de cómo manifestar de manera no violenta y cómo protegernos ante los gases”, explicó Samuel Díaz, presidente del centro de estudiantes de la Unimet.

Muchas fueron las críticas de que se iba a enfriar la calle con el acto fijado para este sábado o que había que honrar a los caídos en las protestas de otra manera. Sin embargo, la vigilia se impuso sobre todas las demás opciones. “Queremos demostrar que, dentro de tanta oscuridad, los estudiantes somos luz”, remató Díaz.

Abuelos, religiosas, madres y padres, artistas, diputados y gobernadores se unieron a la convocatoria de los estudiantes. De principio a fin, estuvieron al frente de la movilización brazo con brazo durante los 15 minutos de caminata; sin importar la casa de estudio o el color de la tolda.

Cuando la luz cayó al llegar a la plaza Bolívar, fueron las velas las que alumbraron. Con vasos, envoltorios de chupetas o envases de yogurt, cubrían las llamas para prevenir quemaduras.

Enseguida, la presidenta de la Federación de Centros Universitarios de la UCV, Rafaela Requesens, dio inicio al homenaje de dos de los universitarios asesinados: Carlos Moreno, de 17 años, y Juan Pernalete, de 20. “Ellos no se merecen un minuto de silencio, se merecen un minuto de aplausos”, dijo. Inmediatamente, el sitio estalló.

A las 7:20 pm se inició oficialmente la vigilia. Algunos estudiantes comenzaron a abrir sus “municiones” para el resto de la noche: Pepitos, Cheetos, Doritos. Un vendedor de café aprovechaba para ofertar el vasito a 200 bolívares ya que la noche pintaba larga. El ruido de los grillos solo era opacado por el canto de alguna frase de vez en cuando: “Sí se puede, sí se puede” o “Estudiantes, estudiantes”.

“Antes cada quien andaba por su lado, pero Juan Pablo nos unió para rendirle el homenaje que él se merecía”, explicó Ronald Quintero, estudiante de la Unimet. Y con la vigilia de 12 horas y la misa que será celebrada el domingo a las 6:00 am espera no solo honrar a los caídos, sino avanzar en la recuperación de espacios. “Es el momento para conquistar las noches y ya no sean del hampa“, dijo. Este 26 de abril, los estudiantes fueron los protagonistas.

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