El Gobierno venezolano aplica un juego que solo ellos conocen. Las dos acciones más recientes, como fueron la extensión de los territorios fronterizos cerrados y la sentencia casi máxima al opositor Leopoldo López son apuestas  cuya naturaleza y objetivos las comprenden quienes las están ejecutando- tengo dudas al respecto, pero no se puede negar que hay en el oficialismo expertos en  la manipulación de la opinión pública- por tanto cualquier acercamiento que se haga para explicarlas, solo obedece a una interpretación.

Sin embargo, en nuestro contexto, con una crisis económica inédita, las elecciones parlamentarias a la vuelta de la esquina, el rechazo mayoritario al Gobierno y el apoyo a una oposición que sigue trabajando por su unificación es factible que algunos objetivos que el Gobierno los construye en dos frentes: uno interno- caso López- y otro externo- caso fronteras, cuyos propósitos podrían ser, entre otros,  los siguientes: inyectar mucho más miedo como factor inmovilizador, estimular la salida de venezolanos que se le oponen, desestimular el liderazgo político, sacar de la ruta democrática a la oposición y llevarla a un camino de violencia,  ganar mucho más tiempo para seguir un guión, del cual vale salirse para improvisar, aglutinar a su base frente al enemigo externo y el interno, en un intento por incentivar aún más la polarización.

En este artículo me voy a referir solo a la sentencia contra López, la cual  era, valga el lugar común, crónica de una muerte anunciada. Sobre el fondo de este castigo, el juicio y la falta de garantías para un proceso limpio, transparente y ajustado a derecho ya han escrito mucho. Comparto la mayoría de esos señalamientos. López no recibió ni un trato ni un juicio justo. Al líder de Voluntad Popular lo sentencian, según nota de prensa del Tribunal, por lo siguiente:

“El Juzgado Vigésimo Octavo de Primera Instancia en Función de Juicio del Circuito Judicial Penal del Área Metropolitana de Caracas sentenció a 13 años, 9 meses, 7 días y 12 horas de prisión al ciudadano Leopoldo López, por considerarlo responsable de la comisión de los delitos de determinador en el delito de incendio intencional (art. 343 del Código Penal), instigación pública (art. 285 del Código Penal), daños a la propiedad pública (arts. 473 y 474, en concordancia con el artículo 83 del Código Penal), y asociación para delinquir (art. 37), en relación con el artículo 27 y con las agravantes del artículo 29, numerales 3 y 7 de la Ley Orgánica contra la Delincuencia Organizada y Financiamiento al Terrorismo; con ocasión a los hechos de violencia ocurridos en febrero de 2014”.

Desde el oficialismo se le ha querido hacer responsable moralmente por la muerte de 43 personas y los daños posteriores de #LaSalida, aunque formalmente de eso no se le acusaba. Sin embargo, lograron concitar el odio de unos y el amor de otro hacia la figura del exalcalde. Si la jueza no lo castigaba, al Gobierno le tocaba enfrentarse con la rabia de los pocos seguidores que aún tienen. El preso político también le permite tener una pieza para alguna jugada que se demande producto de las presiones internacionales. No tendría nada de raro que el presidente Maduro intente manifestar su magnanimidad con una “medida de gracia”, pero por ahora le conviene más mantener a López tras las rejas porque así intenta desmoralizar a sus seguidores y alentarlos hacia la violencia.

Los partidarios de la oposición recibieron un golpe moral, los dirigentes políticos una advertencia. Todos los líderes son proclives a ser apresados y sometido. Ni el mismísimo Desmond Tutu, con sus artículos contundentes sobre López y los presos políticos venezolanos ha logrado incidir en la agenda oficial de despescuezar  a macanazo limpio cualquier intento de levantamiento opositor. Esto evidentemente no es democrático, pero cruelmente funciona para asustar a quienes lideran en la oposición y a sus seguidores.

¿Y qué se logra con el miedo?

El miedo es una de las emociones básicas que los seres humanos compartimos con otras especies. Aunque los expertos en la conducta humana explican su lado positivo, en contraste su aspecto negativo ha facilitado que se le emplee como herramienta de control social. De esta manera,  se ha empleado desde el inicio de la Historia para controlar a las masas y para, por supuesto, erradicar a los enemigos de quienes detentan el poder. Funciona porque desencandena reacciones primarias no racionales, aunque lógicas.

“El miedo, además de poder ser real o imaginario, se sufre de manera individual o colectiva. Las reacciones descritas cuando son experimentadas en grupo se potencian. En consecuencia, si la respuesta es de superación o defensa, pueden generar movimientos revolucionarios o de resistencia social; pero si la reacción es de bloqueo, puede dar lugar a una caterva de individuos sometidos y atemorizados. Un tema relevante de nuestro tiempo es la inducción al temor como modelo social que disgrega, paraliza y subyuga”, explica el autor Xabier F. Coronado.

Otra emoción muy básica es la tristeza. Y ella puede conducir a la apatía, a creer que todo el futuro será oscuro. Ambas, el miedo y la tristeza, pueden ser manejadas  por líderes negativos, para someter a una población sin gastar muchas balas.

Recientes encuestas han demostrado que el ánimo del venezolano ha decaído fuertemente. Alguno se preguntara si esto se mide en las encuestas. La respuesta es sí.  En general, el venezolano ha expresado mayoritariamente, incluso en muchas crisis, la confianza en que su futuro y el de los suyos será mejor, no importa si la situación actual es negativa.  Esto ha cambiado y, aunque aún hay buen ánimo, no es  colectivo. Este tipo de clima emocional puede conducir a que esa mayoría que se declara opositora se retraiga, o se concentre tanto en hallar soluciones  a sus problemas personales, que desestime la acción colectiva.

 ¿Frente a esto qué hacer?

Como les dije al inicio, estas líneas solo son una interpretación de lo que creo observar como algunos objetivos del Gobierno en las acciones recientes.

Sin embargo, todo lo anterior es solo una opción. Si bien los objetivos del Gobierno pueden ser los aquí señalados, depende de cada persona y de que cada grupo la reacción a estas provocaciones.  Por supuesto que lo aquí escrito es apenas una  mirada a un tema de suma complejidad.

No cabe duda que la situación actual es muy riesgosa. Varios factores juegan a favor del Gobierno, y uno de ellos, es que como tienen mucho que perder, a la vez no tienen nada que perder y, por tanto, pueden tomar acciones más extremas en su afán de seguir en el poder.

No obstante, el juego político se sigue moviendo.

Por ahora, los líderes de Voluntad Popular y de la MUD han respondido, en mi percepción, de manera adecuada. Han impuesto la cabeza fría sobre este momento tan demandante emocionalmente. Les toca la dura tarea de seguir navegando hacia el norte del 6D en medio de un mar lleno de tiburones. Sembrar esperanza en sus seguidores y conducirlos a las votaciones para que el reclamo ante un Gobierno que desconoce los principios democráticos, sea el más democrático posible: una avalancha de votos cuyo pronunciamiento sea tan irrefutable a la vez que pacífico que cualquier medida para desconocerlo genere tal costo, que desestimule a quien lo piense.

Deja un comentario