Cuando monseñor Claudio Celli, enviado del Vaticano al diálogo Gobierno-oposición llegó a Caracas, se encontró una “situación muy fea” en todos los niveles. “No hay comida, no hay medicinas. Es innegable que el país está enfrentando una situación muy difícil”, le contó al diario argentino La Nación.

Celli, enviado especial del papa Francisco al país, admitió que la Santa Sede está asumiendo un riesgo muy grande al acompañar la mesa de diálogo puesto que esta puede fracasar en cualquier momento. “Yo estoy y me voy a jugar. El problema es que yo soy un acompañante. Una cosa es cierta: el Papa goza de un gran prestigio (…).  Francisco está jugando un papel muy fuerte. Corremos un riesgo. Vamos a ver, que Dios nos ayude”.

Desde su despacho de Villa Nazareth, su residencia de Roma, Celli relató que los expresidentes que también están acompañando el proceso (Ernesto Samper, José Luis Rodríguez Zapatero, Leonel Fernández y Martín Torrijos) admitieron que sin la presencia del Vaticano, la oposición no se sentaría con el Gobierno. Y para Celli, un fracaso del diálogo puede significar “un camino de sangre”.

“El problema no es que la Santa Sede pierda la cara, es el pueblo venezolano el que se hunde más. Porque si acaso en una delegación o la otra quieren terminar con el diálogo, no es el Papa sino el pueblo venezolano el que va a perder, porque el camino podría verdaderamente ser el de la sangre. Y hay gente que no tiene miedo de que haya derramamiento de sangre. Esto es lo que me preocupa”.

Celli también contó cómo fueron sus dos reuniones con el presidente Nicolás Maduro: en la primera, el mandatario le dijo que el diálogo había sido una promesa hecha al Papa Francisco y que él la cumpliría. En la segunda (el lunes, luego de una primera reunión entre la dos partes que se extendió hasta pasadas las 2:00 am), Celli habló “muy claramente” con Maduro. 

“Le dije: Señor Presidente, esta mañana me encontré con la oposición y hay tres pedidos. Hay que dar señales y estas no necesitan tiempos bíblicos. Hay que dar señales de que el diálogo es el único camino, y que se puede recorrer en este momento”, se lee en el diario La Nación.

Uno de los puntos que había pedido la Santa Sede para respetar el proceso era el de “evitar expresiones violentas y agresivas”. Sin embargo, no había pasado ni una semana de la primera reunión y el Presidente tildó de “terrorista” al partido Voluntad Popular por no sumarse al diálogo y a Freddy Guevara, su coordinador nacional, de delincuente. También amenazó con ponerlo tras las rejas.

“Empleé un término: un lenguaje desarmado. El problema es que estas cosas son más fuertes que ellos”, dijo Celli al respecto.

Sobre la reunión con la oposición, que también tuvo lugar el lunes 31 de octubre, Celli resaltó la cancelación de la marcha al Palacio de Miraflores convocada para el 3 de noviembre. “Les dije claramente: Mi miedo es que haya muertos en la manifestación del jueves. Y si hay muertos, el diálogo, ¿qué diálogo es? La oposición reflexionó y gracias a Dios suspendieron esta manifestación”.

También habló de su experiencia en las 48 horas que pasó en la capital venezolana, que fueron “agotadoras” según contó. “Hay militares por doquier. En las partes de Caracas por las que pasé hay retenes en todos lados, policías, militares. La misma noche que llegué al aeropuerto había un bloqueo de policías cerca de la nunciatura que nos paró para ver quiénes éramos. Y el secretario de la nunciatura que manejaba el auto dijo: ¿Pero no ha visto la placa diplomática?

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