Los ríos de gente que venían de Santa Fe, Altamira y del mismo Bello Monte confluyeron en la autopista Francisco Fajardo a la altura de esta última urbanización. Nadie podía correr, porque la multitud de gente no dejaba espacios en blanco, para escapar de las dos, tres, cinco, y hasta diez bombas lacrimógenas seguidas que comenzaban a caer.
Lanzarse a las aguas pestilentes del Guaire era la única opción que tenían, una vez más, los manifestantes para escapar de los gases tóxicos. El río también fue la conexión que unió a los manifestantes antes de que arreciera la represión pasadas las 12:00 del día de este 19 de abril.
Los más osados cruzaron a todo riesgo el Guaire sobre una estructura metálica que utilizaron improvisadamente como un puente desde Bello Monte hasta la autopista. El alcalde del municipio El Hatillo, David Smolansky, fue uno de los políticos que se arriesgó y se trepó en la plataforma.
Mientras esto ocurría, un helicóptero sobrevolaba la masa de personas que se extendía por la artería principal de Caracas. Algunos veían la aeronave con rabia y otros con miedo de que lanzaran objetos contundentes desde la aeronave como ocurrió el pasado 10 de abril. Les gritaban insultos y groserías desde el elevado.
Cuando los casos blancos aparecieron, tomados del hombro unos de otros, la gente los recibió con aplausos. Los estudiantes de medicina corrían juntos a socorrer a los asfixiados.
Desde un edificio cercano pusieron a todo volumen el Alma Llanera y una persona se asomó por la ventana de uno de los apartamentos sosteniendo una bandera venezolana. “Yo nací en esta ribera del Arauca vibrador, soy hermano de la espuma, de las garzas, de las rosas”, sonaba la canción y mitigaba los disparos de las bombas lacrimógenas que disparaba la Guardia Nacional.
Una ráfaga de fuego se vio caer desde el elevado en dirección hacia los uniformados. Eran bombas molotov con la que respondían los jóvenes que se autodenominan “la resistencia” y que estaban encapuchados.
“¡Queremos libertad!”
La gente comenzó a llegar a las 9:00 de la mañana, puntual, al distribuidor Santa Fe con una sola convicción: marchar por “la libertad”. Cuando arroparon un canal completo de la autopista pidieron a los diputados de la Asamblea Nacional que habían llegado: María Gabriela Hernández, Winston Flores y Freddy Superlano, todos de Voluntad Popular, iniciar la movilización y al ver que los dirigentes querían esperar unos minutos más, comenzaron a caminar dejándolos atrás.
Los políticos cedieron al reclamo y se integraron a la marcha. Los diputados Amelia Belisario, Juan Andrés Mejía, Juan Guaidó y Ángel Medina también caminaron desde el Este.
En la multitud se vieron encapuchados, algunos con palos y láminas de aluminio que usaban como escudos. Ya en la Fajardo, cerca de El Rosal, comenzaron a prepararse para “la batalla”.
También asistieron personas que solo querían reclamar de forma pacífica. “¿Quienes somos? Venezuela, ¿qué queremos? ¡Libertad!”, gritaban.
Josefina Mata, de 79 años, caminó con un collarín desde Santa Fe. Tenía puesto un cartel que decía: “No más ollas vacías. Por el cambio con fe y esperanza”.
“Yo tengo sangre patriota en mis venas. Mi antepasado fue Policarpo Mata de Romero, héroe de Mata Siete, en Margarita. Marcho porque quiero justicia, libertad y paz para todos”, manifestó.
Unas hermanitas, misioneras de María Inmaculada estuvieron en la protesta. Una de ellas, quien pidió proteger su identidad, dijo que exigían justicia social y oraban para que los venezolanos vivan “bajo los parámetros de Jesús”.
Antonio Pulido aseguró ser un juez de paz y rechazó la actuación del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), que despojó de sus atribuciones a la Asamblea Nacional con una sentencia que fue “modificada”, un día después. Estaba acompañado de Aurora Galeano, quien sostenía una pancarta con el lema “no más dictadura”.
“Quiero luchar por mi país. Estamos pasando hambre, somos unos muertos vivientes por culpa del Gobierno. Tenemos que salir a manifestar sin violencia”, expresó.
Fotos: Ibis León e Iván Reyes.